Humo yespejos

?“?Y lo permitiste?”

 

 

?“él… nos prometió que después nos daría un buen proyecto que sería nuestro. Prometió que si no decíamos nada, nos daría proyectos mayores, y mantuvo su palabra. Nos dio Muerte.”

 

?Me volví hacia Fanuel otra vez. “?Bien?”

 

?“Es cierto que afirmé que Amor era mío.”

 

?“Pero era de Carasel. Y de Saracael.”

 

?“Sí.”

 

?“?Su último proyecto… antes de Muerte?”

 

?“Sí.”

 

?“Eso es todo.”

 

?Me dirigí a la ventana, miré los chapiteles plateados, miré la Oscuridad. Luego, empecé a hablar.

 

?“Carasel era un dise?ador notable. Si tenía algún fallo, era que se metía demasiado de lleno en su trabajo” —me volví hacia ellos otra vez. El ángel Saracael estaba temblando y unas luces titilaban bajo su piel—. “?Saracael? ?A quién amaba Carasel? ?Quién era su amante?”

 

?Bajó la mirada al suelo. Luego, la levantó, orgulloso, agresivo. Y sonrió.

 

?“Yo.”

 

?“?Quieres hablarme de ello?”

 

?“No —se encogió de hombros—. Aunque supongo que debo hacerlo. De acuerdo, entonces.”

 

?“Trabajábamos juntos y cuando empezamos a trabajar en Amor… nos convertimos en amantes. Fue idea suya. Solíamos regresar a su celda siempre que teníamos un momento que aprovechar. Allí nos tocábamos el uno al otro, nos abrazábamos, nos susurrábamos palabras cari?osas y declaraciones de devoción eterna. Su bienestar me importaba más que el mío. Yo existía para él. Cuando estaba solo, me repetía su nombre y no pensaba en nada más que en él.”

 

?“Cuando estaba con él… —hizo una pausa. Miró hacia abajo—. Nada más importaba.”

 

?Fui hasta donde estaba Saracael, le alcé la barbilla con la mano, le miré a los ojos grises. "?Entonces, por qué le mataste?”

 

?“Porque ya no me amaba. Cuando empezamos a trabajar en Muerte, él… perdió interés. Ya no era mío. Pertenecía a Muerte. Y si no podía tenerle, entonces se lo podía quedar su nueva amante. Yo no soportaba su presencia, no aguantaba tenerle cerca y saber que no sentía nada por mí. Eso era lo que más dolía. Pensaba… esperaba… que si él desaparecía, entonces dejaría de quererle, el dolor cesaría.”

 

?“Así que le maté. Le clavé un pu?al y tiré su cuerpo desde nuestra ventana del Salón de la Existencia. Pero el dolor no ha cesado”, casi era un gemido.

 

?Saracael levantó la mano y me apartó la mano de su barbilla. “?Ahora qué?”

 

?Sentí cómo mi aspecto se apoderaba de mí; sentí cómo mi función me poseía. Ya no era un individuo, era la Venganza del Se?or.

 

?Me acerqué a Saracael y le abracé. Apreté mis labios contra los suyos, metí la lengua en su boca a la fuerza. Nos besamos. Cerró los ojos.

 

?Entonces sentí como me invadía: un brillo, un resplandor. Por el rabillo del ojo, veía a Lucifer y a Fanuel que apartaban la cara de mi luz; sentía la mirada de Zefquiel. Y mi luz se volvió más y más brillante hasta que salió, de mis ojos, de mi pecho, de mis dedos, de mis labios: un fuego blanco y abrasador.

 

?Las llamas blancas redujeron a cenizas a Saracael poco a poco, y él se aferró a mí mientras ardía.

 

?Pronto no quedó nada de él. Nada en absoluto.

 

?Sentí cómo la llama me abandonaba. Volví a ser yo otra vez.

 

?Fanuel estaba sollozando. Lucifer estaba pálido. Zefquiel estaba sentado en su silla, mirándome en silencio.

 

?Me volví hacia Fanuel y Lucifer. “Habéis visto la Venganza del Se?or —les dije—. Que esto os sirva de advertencia a ambos”.

 

?Fanuel asintió. “Lo ha sido, y tanto que lo ha sido. Yo… yo me marcharé, se?or. Regresaré al cargo que se me ha designado. ?Si eso le parece bien?”

 

?“Ve.”

 

?Caminó tambaleándose hasta la ventana y se zambulló en la luz, batiendo las alas con furia.

 

?Lucifer se acercó al sitio donde Saracael había estado. Se arrodilló y se quedó mirando el suelo desesperado, como si intentase encontrar algún resto del ángel que yo había destruido, un fragmento de ceniza o hueso o pluma calcinada, pero no había nada que encontrar. Después me miró.

 

?“Eso no ha estado bien —dijo—. No ha sido justo”. Estaba llorando; lágrimas húmedas le corrían por la cara. Quizá Saracael había sido el primero en amar, pero Lucifer era el primero en derramar lágrimas. Nunca lo olvidaré.

 

?Le miré, impasible. “Se ha hecho justicia. él mató a otro. Le han matado a su vez. Me llamaste para que desempe?ara mi función y lo he hecho”.

 

?“Pero… él amaba. Se le tendría que haber perdonado. Se le tendría que haber ayudado. No se le debería haber destruido así. Eso ha sido injusto.”

 

?“Era Su voluntad.”

 

?Lucifer se puso en pie. “Entonces, tal vez, Su voluntad es injusta. Tal vez las voces de la Oscuridad dicen la verdad, después de todo. ?Cómo es posible que esto esté bien?”

 

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