Humo yespejos

?“Carasel no volverá. Ha dejado de existir como entidad espiritual”, dije.

 

?Su luz palideció y abrió mucho los ojos. “?Está muerto?”

 

?“Eso es lo que he dicho. ?Tienes alguna idea de cómo ocurrió?”

 

?“Yo… esto es tan repentino. Había hablado de… pero no tenía ni idea de que haría…”

 

?“Tómatelo con calma.”

 

?Saracael asintió con la cabeza.

 

?Se puso en pie y se dirigió a la ventana. Su ventana no tenía ninguna vista de la Ciudad de Plata, sólo un reflejo del resplandor de la Ciudad, el cielo que había detrás de nosotros, flotando en el aire, y, más allá, la Oscuridad. El viento de la Oscuridad acarició suavemente el cabello de Saracael mientras él hablaba. Le miré la espalda.

 

?“Carasel es… no, era. Es así, ?verdad? Era. Era siempre tan entregado. Y tan creativo. Pero nunca le bastaba. Siempre quería entenderlo todo, experimentar aquello en lo que estaba trabajando. Nunca se conformaba con sólo crearlo, con entenderlo por medio de la inteligencia. Lo quería todo de aquello que había creado.”

 

?“Nunca hubo ningún problema cuando trabajábamos en las propiedades de la materia. Pero cuando empezamos a dise?ar algunas de las emociones Nombradas… se entregó demasiado a su trabajo.”

 

?“Y nuestro último proyecto era Muerte. Es uno de los difíciles y sospecho que también es uno de los importantes. Puede que incluso se convierta en el atributo que definirá la Creación para los Creados: si no fuera por Muerte, se conformarían con existir simplemente, pero con Muerte, bueno, sus vidas tendrán un significado, un límite más allá del cual los vivos no pueden cruzar…”

 

?“?Así que crees que se suicidó?”

 

?“Sé que lo hizo”, dijo Saracael. Fui hasta la ventana y miré fuera. Muy abajo, a mucha distancia, veía un puntito blanco. Era el cuerpo de Carasel. Tendría que encargarme de que alguien se ocupara de él; pero habría alguien que ya lo sabría, alguien cuya función era la eliminación de cosas que no eran necesarias. No era mi función. Lo sabía.

 

?“?Cómo?”

 

?Se encogió de hombros. “Lo sé. últimamente había empezado a hacer preguntas, preguntas sobre Muerte. Por ejemplo, ?cómo podíamos saber si era o no correcto que la hiciéramos, que estableciéramos las normas, si no la experimentábamos nosotros mismos? No dejaba de hablar de ello”.

 

?“?No te extra?aba?”

 

?Saracael se giró, por primera vez, para mirarme. “No. ésa es nuestra función: discutir, improvisar, ayudar a la Creación y a los Creados. Lo solucionamos ahora, de manera que cuando todo Empiece, funcione como un reloj. En este momento, estamos trabajando en Muerte. Así que, como es obvio, eso es lo que estudiamos. El aspecto físico; el aspecto emocional; el aspecto filosófico…”

 

?“Y los modelos. Carasel tenía la idea de que lo que hacemos aquí, en el Salón de la Existencia, crea modelos. Hay estructuras y formas apropiadas para seres y acontecimientos que, una vez empezadas, deben continuar hasta que lleguen a su final. Para nosotros, quizá, igual que para ellos. Cabe la posibilidad de que él creyera que éste era uno de sus modelos.”

 

?“?Conocías bien a Carasel?”

 

?“Tanto como nos conocemos los unos a los otros. Nos veíamos aquí; trabajábamos codo con codo. A ciertas horas, yo me retiraba a mi celda al otro lado de la Ciudad. A veces, él hacía lo mismo.”

 

?“Háblame de Fanuel.”

 

?Sonrió torciendo la boca. “Es oficioso. No hace gran cosa: lo encarga todo a otros ángeles y se lleva el mérito —bajó la voz, aunque no había ni un alma más en la galería—. Cualquiera que le oyera, creería que Amor fue obra suya. Pero, dicho sea en su honor, es cierto que se asegura de que trabajemos. Zefquiel es el auténtico pensador de los dise?adores superiores, pero no viene por aquí. Se queda en su celda de la Ciudad y contempla; resuelve problemas a distancia. Si tienes que hablar con Zefquiel, debes ver a Fanuel y él le transmite tus preguntas…”

 

?Le interrumpí. “?Qué hay de Lucifer? Háblame de él”.

 

?“?Lucifer? ?El capitán del Ejército? No trabaja aquí… Aunque ha visitado el Salón un par de veces, para inspeccionar la Creación. Dicen que está bajo las órdenes directas del Nombre. Nunca he hablado con él”.

 

?“?Conocía a Carasel?”

 

?“Lo dudo. Como he dicho, sólo ha estado aquí dos veces. Sin embargo, le he visto en otras ocasiones. Por aquí —agitó la punta del ala, se?alando el mundo que había tras la ventana—. Volando.”

 

?“?Adónde?”

 

?Parecía que Saracael iba a decir algo, entonces cambió de idea. “No lo sé”.

 

?Miré por la ventana hacia la Oscuridad que estaba en las afueras de la Ciudad de Plata.

 

?“Puede que quiera volver a hablar contigo más tarde”, le dije a Saracael.

 

?“Muy bien —me di la vuelta para marcharme—. Oye, ?sabes si me asignarán otro compa?ero? ?Para Muerte?”

 

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