Humo yespejos

?El cuerpo estaba casi negro. De vez en cuando una luz brillaba en su interior, un parpadeo ocasional de fuego frío en el pecho o en los ojos o en la ingle asexuada, mientras el último resplandor de vida lo abandonaba para siempre.

 

?La sangre formaba charcos de rubíes en su pecho y manchaba de carmesí las plumas de sus alas blancas. Era muy hermoso, incluso en la muerte.

 

?Te habría roto el corazón.

 

?Lucifer me habló entonces. “Debes descubrir quién fue el responsable de esto y cómo lo hizo; e infligir la Venganza del Nombre a quienquiera que hizo que esto ocurriese”.

 

?La verdad es que no tenía que decir nada. Yo ya lo sabía. La caza y el castigo: eso era para lo que me habían creado, al Principio; yo era eso.

 

?“Tengo trabajo que hacer”, dijo el ángel Lucifer.

 

?Batió las alas una vez, con fuerza, y se elevó; la ráfaga del viento hizo volar las plumas sueltas del ángel muerto al otro lado de la calle.

 

?Me incliné para examinar el cuerpo. Toda la luminiscencia lo había abandonado ya. Era una cosa oscura, la parodia de un ángel. Tenía una cara perfecta y asexuada, enmarcada por el cabello argentado. Uno de los párpados estaba abierto, dejando ver un ojo gris y plácido; el otro estaba cerrado. No tenía pezones en el pecho y sólo tersura entre las piernas.

 

?Alcé el cuerpo.

 

?La espalda del ángel estaba hecha un desastre. Las alas estaban rotas y retorcidas, tenía la parte de atrás de la cabeza agujereada; el cadáver estaba tan desmadejado que me hizo pensar que también se le había roto la columna. La espalda del ángel era toda sangre.

 

?Por delante, el único sitio ensangrentado era la zona del pecho. Lo sondé con el índice y el dedo penetró en el cuerpo sin dificultad.

 

?Cayó, pensé. Y estaba muerto antes de caer.

 

?Y miré arriba a las ventanas que se alineaban en la calle. Miré por la Ciudad de Plata. Tú lo hiciste, pensé. Te encontraré, quienquiera que seas. Y te infligiré la Venganza del Se?or.

 

El hombre cogió la colilla de detrás de la oreja, la encendió con una cerilla. Por un momento olí el olor a cenicero del cigarrillo apagado, acre y áspero; luego le dio una calada al tabaco apagado y exhaló humo azul al aire nocturno.

 

—El ángel que había descubierto el cuerpo se llamaba Fanuel.

 

?Hablé con él en el Salón de la Existencia. ése era el chapitel junto al que yacía el ángel muerto. En el Salón estaban colgados los… los planos, tal vez, de lo que iba a ser… todo esto —hizo un gesto con la mano que sostenía la colilla, se?alando el cielo nocturno y los coches aparcados y el mundo—. Ya sabes. El universo.

 

?Fanuel era el dise?ador superior; una multitud de ángeles estaba a sus órdenes, trabajando en los detalles de la Creación. Le observé desde el suelo del Salón. Flotaba en el aire bajo el Plano, y los ángeles bajaban volando hasta donde él se hallaba y esperaban cortésmente su turno para hacerle preguntas, verificar cosas con él, invitarle a que hiciera comentarios sobre su trabajo. Al final, los dejó y descendió al suelo.

 

?“Tú eres Ragüel —dijo. Su voz era aguda y quisquillosa—. ?Para qué me necesitas?”

 

?“?Tú encontraste el cuerpo?”

 

?“?Al pobre Carasel? Sí, en efecto. Salí del Salón, pues actualmente estamos construyendo unos cuantos conceptos y deseaba reflexionar sobre uno de ellos, de nombre Arrepentimiento. Pensaba alejarme un poco de la Ciudad, volar sobre ella, quiero decir, no entrar en la Oscuridad de fuera, eso no lo haría, aunque ha habido alguna indiscreción entre… pero, sí. Iba a elevarme y contemplar.”

 

?“Salí del Salón y… —se calló. Era bajo, para ser un ángel. Su luz era débil, pero tenía los ojos intensos y muy, muy brillantes—. Pobre Carasel. ?Cómo pudo hacerse eso? ?Cómo?”

 

?“?Crees que él mismo se produjo su destrucción?”

 

?Parecía desconcertado, sorprendido de que pudiera haber alguna otra explicación. “Por supuesto que sí. Carasel trabajaba a mis órdenes, estaba desarrollando un número de conceptos que serán esenciales para el universo cuando se Pronuncie su Nombre. Su grupo hizo un trabajo extraordinario sobre algunos de los conceptos realmente básicos: Dimensión era uno y Dormir era otro. Había más”.

 

?“Un trabajo maravilloso. Algunas de sus sugerencias respecto al uso de puntos de vista individuales para definir las dimensiones eran verdaderamente ingeniosas”.

 

?“En fin, Carasel había empezado a trabajar en un proyecto nuevo. Es uno de los más importantes, de los que suelo ocuparme yo o incluso Zefquiel”. Miró hacia arriba. “Pero Carasel había hecho un trabajo tan excelente y su último proyecto era tan extraordinario. Algo que parecía ser bastante trivial y que él y Saracael elevaron a…” —se encogió de hombros—. “Pero eso no tiene importancia. Fue este proyecto el que le obligó a dejar de existir. Ninguno de nosotros podría haber previsto jamás…”

 

?“?Cuál era su proyecto actual?”

 

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