—Tengo un amuleto en el cuarto de ba?o si lo quieres. Tercer cajón de abajo. —Respiró hondo y con expresión alegre se dirigió a la cocina con rápidos pasitos cortos. Escuché durante un momento y decidí que nada había cambiado al oírla charlar alegremente con Nick del tiempo mientras guardaba la salsa de tomate. Aliviada caminé a grandes zancadas con mis chanclas por el oscuro pasillo.
El cuarto de ba?o de mi madre se parecía espeluznantemente al de Ivy… salvo por el pez en la ba?era. Encontré el amuleto y me quité el maquillaje. Lo invoqué y quedé satisfecha con el resultado. Me atusé el pelo y suspiré antes de volver a la cocina. No quería imaginarme lo que le diría mi madre a Nick si la dejaba a solas con él demasiado tiempo. Me los encontré con las cabezas juntas mirando un álbum de fotos. Nick tenía una taza de café en la mano y el vapor se elevaba entre ambos.
—Mamá —me quejé—, por eso nunca traigo a nadie a casa.
Las alas de Jenks entrechocaron ruidosamente al ascender desde el hombro de mi madre.
—Oh, alégrate, bruja. Ya hemos pasado las fotos de bebé desnuda.
Cerré los ojos para reunir fuerzas. Mi madre fue con una alegre cadencia a remover la salsa Alfredo. Ocupé su lugar junto a Nick y se?alé una foto.
—Ese es mi hermano Robert —dije deseando que alguna vez me devolviese las llamadas—. Y ese es mi padre —dije emocionándome ligeramente. Sonreí mirando la foto. Lo echaba de menos.
—Era guapo —dijo Nick.
—Era el mejor. —Pasé la página y Jenks aterrizó en ella con los brazos en jarras paseándose por encima de mi vida, cuidadosamente ordenada en filas y columnas—. Esta es mi foto favorita de él —dije dando golpecitos sobre un insólito grupo de ni?as de entre once y doce a?os delante de un autobús amarillo. Estábamos todas quemadas por el sol y con el pelo tres tonos más claro de lo normal. El mío lo llevaba corto y de punta por todas partes. Mi padre estaba de pie junto a mí, con una mano en mi hombro, sonriendo a la cámara. Se me escapó un suspiro.
—Esas son mis amigas del campamento —dije recordando que los tres veranos que pasé allí habían sido unos de los mejores—. Mira —dije se?alando—, se ve el lago. Estaba en algún sitio al norte de Nueva York. Solo pude ir a nadar una vez de lo frío que estaba. Me daban calambres en los dedos.
—Yo nunca fui a un campamento —dijo Nick mirando con interés las caras.
—Era uno de esos campamentos de ?Pide un deseo? —dije—. Me echaron cuando descubrieron que ya no me estaba muriendo.
—?Rachel! —protestó mi madre—. No todo el mundo se estaba muriendo.
—La mayoría sí. —Me puse triste al recorrer las caras y darme cuenta de que probablemente fuera la única de la foto que seguía con vida. Intenté recordar el nombre de la ni?a delgada y morena junto a mí y no me gustó no poder hacerlo. Había sido mi mejor amiga.
—Le pidieron a Rachel que no volviese cuando perdió la compostura —dijo mi madre—, no porque estuviese mejorando. Se le metió en la cabeza castigar a un ni?ito que fastidiaba a las ni?as.
—??Ni?ito?! —protesté con voz ronca—. Era mayor que el resto y era un abusón.
—?Qué le hiciste? —preguntó Nick con un brillo de diversión en los ojos.
Me levanté para servirme café en mi taza.
—Lo empuje contra un árbol.
Jenks se rió por lo bajo y mi madre golpeó la olla con la cuchara.
—No seas modesta. Rachel conectó con la línea luminosa sobre la que estaba construido el campamento y lo elevó más de nueve metros.
Jenks silbó y Nick abrió los ojos como platos. Me serví el café, sintiéndome avergonzada. No había sido un buen día. El mocoso tenía unos quince a?os y estaba fastidiando a la ni?a sobre la que pasaba yo el brazo en la foto. Le dije que la dejase en paz y cuando me empujó perdí los nervios. Ni siquiera sabía cómo conectar con una línea luminosa, simplemente sucedió. El ni?o aterrizó en un árbol, se cayó y se cortó en un brazo. Había mucha sangre y me asusté. Tuvieron que llevarse a los jóvenes vampiros del campamento a una excursión especial durante toda la noche por el lago hasta que recogieron toda la tierra empapada de sangre y la quemaron.
Mi padre tuvo que venir en avión y solucionarlo todo. Era la primera vez que usaba las líneas luminosas, y la única hasta que fui a la escuela universitaria, ya que mi padre me echó una buena bronca. Tuve suerte de que no me echasen en aquel mismo momento. Regresé a la mesa y miré a mi padre sonreírme desde la foto.
—Mamá, ?puedo quedarme esa foto? Perdí mi copia la primavera pasada cuando… un hechizo me salió mal y perdí mis fotos. —Miré a Nick a los ojos y comprobé que no iba a decir nada sobre mis amenazas de muerte. Mi madre se acercó sigilosamente.
—Esa es una foto muy bonita de tu padre —dijo sacándola y entregándomela antes de volver a la hornilla.
Me senté en la silla y miré las caras intentando acordarme del nombre de alguno de ellos. No podía acordarme de ninguno y eso me molestaba.
—Mmm, ?Rachel? —dijo Nick mirando el álbum.
—?Qué? —?Amanda?, pregunté en silencio a la ni?a del pelo negro. ?Era ese tu nombre?
Las alas de Jenks se movieron rápidamente, levantando una brisa hacia mi cara.