El bueno, el feo yla bruja

—?Qué has encontrado? —dijo acercándose para curiosear los gruesos informes pinchados en el tablón encima de las descoloridas notas de Glenn.

 

—Es demasiado pronto para saberlo. —Lo aparté de mi espacio vital empujándolo con un dedo en la tripa—. Disculpa.

 

Se echó hacia atrás pero no se marchó. En vez de eso se acercó a ver qué estaba haciendo Glenn. ?Que Dios me libre de los polis durante sus descansos! Ambos hablaron acerca de las sospechas de Glenn sobre la doctora Anders con altibajos en la voz que resultaban relajantes.

 

Sacudía las miguitas de patatas de mis papeles cuando se me aceleró el pulso al ver que la tercera víctima trabajaba en el hipódromo de carreras de la ciudad, en el departamento de control meteorológico. Era un campo de trabajo muy difícil, cargado de magia de líneas luminosas. El hombre había muerto aplastado mientras trabajaba hasta tarde para provocar un chaparrón que empapara la pista para la carrera del día siguiente. No se había descubierto cuál había sido el arma del crimen. No había nada en los establos lo bastante pesado. Tampoco miré la foto. Fue en este punto cuando los medios se dieron cuenta de que las tres muertes estaban conectadas, a pesar de lo distintos que habían sido los métodos de los asesinatos y nombraron al monstruo sádico ?el cazador de brujos?.

 

Una rápida llamada de teléfono me puso al habla con su hermana, quien me dijo que por supuesto que conocía a Trent Kalamack. El concejal llamaba con frecuencia a su hermano para preguntarle por el estado de la pista, pero ella no sabía si había hablado con el se?or Kalamack antes de morir o no y que estaba harta de la muerte de su hermano y que si yo sabía cuánto tardaban en llegar los cheques de la aseguradora.

 

Finalmente pude colar mis condolencias entre su parloteo y le colgué. Cada uno reaccionaba de forma diferente ante la muerte, pero esto resultaba ofensivo.

 

—?Conocía al se?or Kalamack? —me preguntó Glenn.

 

—Sí. —Pinché el informe al tablón y le pegué una nota con las palabras ?Mantenimiento meteorológico?.

 

—Y su trabajo es importante porque…

 

—Se necesita un mogollón de magia de líneas luminosas para manipular el tiempo. Trent cría caballos de carreras. Podría muy bien haber estado por allí y hablado con él sin que nadie le diese importancia. —A?adí una segunda nota con ?Conocía a T?.

 

El bueno de Dunlop el poli hizo un ruido que demostraba interés y se acercó lentamente. Esta vez se quedó a un respetuoso metro de distancia.

 

—?Has terminado con este? —me preguntó se?alando el primer informe.

 

—Por ahora sí —dije y tiró de él, desclavándolo del tablón. Algunas de las notas de Glenn salieron revoloteando y cayeron detrás de la mesa. Glenn apretó la mandíbula.

 

Me pareció que era la primera vez que alguien me tomaba en serio y me erguí en la silla. El hombre con sobrepeso volvió de nuevo lentamente junto a Glenn, haciendo ruidos al encontrar las fotos. Dejó caer el informe sobre el escritorio de Glenn y oí el crujir de las miguitas de patatas. Entró otro agente y parecía que se estaba formando una reunión improvisada al concentrarse todos alrededor del monitor de Glenn. Les di la espalda y cogí el siguiente informe.

 

La cuarta víctima había sido encontrada a principios de agosto. Los informes decían que la causa de la muerte había sido una grave pérdida de sangre. Lo que no decían era que el hombre había sido destripado y descuartizado como si lo hubiesen atacado unos animales salvajes. Lo había encontrado su jefe en el sótano de su empresa. Aún estaba con vida e intentaba colocarse las entra?as donde deberían estar. Le resultaba más difícil de lo normal, teniendo en cuenta que solo tenía un brazo, el otro le colgaba de la piel de la axila.

 

—Aquí tiene, se?ora —dijo una voz sobre mi hombro y di un respingo. Con el corazón latiéndome con fuerza me quedé mirando al joven agente de la AFI.

 

—Perdón —me dijo entregándome un montón de papeles—. El detective Glenn me pidió que le subiese esto cuando hubiese terminado la impresora. No quería asustarla. —Sus ojos se posaron en el informe que tenía en la mano—. Es horrible, ?verdad?

 

—Gracias —dije aceptando los informes. Me temblaban los dedos al marcar el número del jefe de la víctima, al no tener ningún familiar cercano.

 

—Jim's —contestó una voz cansada al tercer tono.

 

Se me heló el saludo en la garganta. Reconocí su voz. Era el presentador de las peleas ilegales de ratas de Cincinnati. El corazón me dio un vuelco y colgué, sin acertar con el botón al primer intento. Me quedé mirando fijamente la pared. La habitación se había quedado en silencio.

 

—?Glenn? —dije con la garganta tensa. Me giré y me lo encontré rodeado por tres agentes que me miraban.

 

—?Sí?

 

Me temblaban las manos cuando le tendí el informe en el estrecho despacho.

 

—?Te importaría examinar las fotos de la escena del crimen por mí?

 

Lo cogió con expresión vacía. Me volví hacia la pared con las notas adhesivas y le oí pasar las páginas. Arrastró los pies.

 

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