La discusión sobre la madre del poli subió de tono y me pregunté si debía contarles cómo el benevolente se?or Kalamack había asesinado a su genetista jefe y luego culpó a la picadura de una avispa. Sencillo, limpio y ordenado. Asesinato casi sin levantar un dedo. Trent les había concedido a la viuda y a la huérfana de padre de quince a?os el paquete de beneficios mejorado y una beca anónima completa para la universidad.
—Deja de pensar con la cartera, Lewis —dijo Dunlop balanceando su amplia barriga de un lado para otro agresivamente—. Solo porque el concejal haga donaciones a la subasta benéfica de la AFI no significa que sea un santo. Yo creo que eso lo hace aun más sospechoso. Ni siquiera sabemos si es humano.
Glenn me echó una mirada.
—?Qué tiene eso que ver?
Dunlop se sobresaltó al recordar que yo estaba allí.
—?Absolutamente nada! —dijo en voz alta, como si el volumen de su voz pudiese ocultar el comentario racista subyacente—. Pero oculta algo.
Coincidí con él en silencio. Empezaba a caerme bien el poli con sobrepeso a pesar de su falta de tacto.
Los agentes apelotonados en la puerta miraron por encima de sus hombros hacia las oficinas abiertas. Intercambiaron miradas y se retiraron. Uno de ellos dijo: ?Buenas tardes, capitán? a la vez que se quitaba de en medio, por lo que no me sorprendí cuando la figura achaparrada de Edden los reemplazó en la puerta.
—?Qué pasa aquí? —preguntó empujándose las gafas redondas hacia arriba sobre la nariz.
Otro agente de la AFI me hizo un gesto de despedida silencioso y se largó.
—Hola, Edden —dije sin levantarme de mi silla giratoria.
—Se?orita Morgan —dijo el bajito capitán con un matiz de enfado en su expresión mientras me estrechaba la mano y arqueaba las cejas al ver mis pantalones de cuero—. Rose me ha dicho que estabais aquí. No me extra?a encontraros en mitad de una discusión. —Miró a Glenn y el alto agente de la AFI se levantó y se encogió de hombros, sin una pizca de sentimiento de culpa.
—Capitán —dijo Glenn tras respirar hondo—, estábamos llevando a cabo un ejercicio de intercambio libre de ideas acerca de los posibles sospechosos alternativos para los asesinatos del cazador de brujos.
—No es verdad —dijo Edden y me quedé mirándolo al percibir la rabia en su voz—. Estabais cotilleando sobre el concejal Kalamack. él no es sospechoso.
—Sí, se?or —coincidió Glenn. Dunlop me echó una indescifrable mirada y salió con sigilo de la habitación de forma sorprendentemente ágil para su tama?o—. Pero creo que la se?orita Morgan propone una corriente de pensamiento válida.
Sorprendida por su apoyo, me quedé perpleja mirando a Glenn. Edden ni siquiera me miró.
—Corta el rollo de psicología universitaria, Glenn. La doctora Anders es nuestra principal sospechosa y será mejor que tengas una buena razón para apartar tus energías de esa hipótesis.
—Sí, se?or —dijo Glenn sin alterarse—. La se?orita Morgan ha encontrado una conexión directa entre el se?or Kalamack y cuatro de las seis víctimas y posible contacto del se?or Kalamack con las otras dos.
En lugar de entusiasmarse como yo hubiese esperado, Edden se desinfló. Me levanté cuando se acercó para mirar los informes clavados en el tablón. Sus ojos cansados los recorrieron uno a uno. El último agente de la AFI salió del despacho y yo me coloqué junto a Glenn. Formando un frente unido quizá dejase de malgastar nuestro tiempo y nos permitiera ir a por Trent.
Con los pies separados, Edden se apoyó las manos en las caderas y miró las notas adhesivas pegadas a los informes. Me di cuenta de que estaba conteniendo la respiración y la dejé salir. Incapaz de resistirme, le dije:
—Todas las víctimas salvo la última usaban profusamente las líneas luminosas en su trabajo diario. Y hay una lenta progresión desde los más experimentados hasta los que acababan de salir de la universidad y aún no estaban utilizando sus conocimientos.
—Ya lo sé —dijo Edden con tono inexpresivo—. Por eso la doctora Anders es sospechosa. Ella es la última bruja de líneas luminosas de renombre que queda en activo en Cincinnati. Creo que se está librando de la competencia. Especialmente teniendo en cuenta que la mayoría de las víctimas trabajaban en áreas relacionadas con la seguridad.
—Eso o Trent no la ha cazado a ella todavía —dije en voz baja—. La mujer es todo un cactus.
Edden se volvió, dándole la espalda a los informes.
—Morgan, ?por qué iba Trent Kalamack a matar a brujos de líneas luminosas? No tiene ningún móvil.
—Tiene el mismo móvil que le supones a la doctora Anders —dije—. Se está librando de la competencia. ?Quizá les haya ofrecido un trabajo y cuando se negaron los mató? Eso encajaría con el desaparecido novio de Sara Jane. —Sin mencionar lo que me hizo a mí.
En la frente de Edden aparecieron unas arrugas.