Una sonrisa, auténtica e insólita cruzó momentáneamente su rostro.
—Cabrón astuto —dijo—. Sabía que Dios lo había puesto en el mundo para ser algo más que un Happy Meal.
—?Edden? —Me limpié el sudor que me goteaba por la nariz—. Más bien es un menú grande, ?no? —Le hice un gesto para que viniese a por mí. Con un brillo de diversión en los ojos me hizo caso y me atacó con un aluvión de golpes que acabaron con un pu?etazo en mi plexo solar que me dejó tambaleante.
—Te estás desconcentrando —me dijo respirando agriadamente cuando me vio arrodillarme en el suelo, jadeante—. Eso lo tenías que haber visto venir.
Y lo había visto, pero mi brazo estaba entumecido y lento por todos los golpes recibidos.
—Estoy bien —dije resollando. Era la primera vez que la veía sudar y no pensaba detenerme ahora. Me levanté temblorosa. Levanté dos dedos, luego solo uno. Bajé la mano y ella arremetió contra mí con una rapidez sobrenatural.
Asustada, bloqueé sus golpes rápidos de vampiro, retirándome fuera de las colchonetas y casi hasta el vestíbulo. Me agarró por un brazo al llegar al umbral y me lanzó por detrás de ella de nuevo hacia las colchonetas. Caí de espaldas con un fuerte golpe que me cortó la respiración. Noté sus pies silenciosos venir hacia mí y me aumentó la adrenalina. Todavía sin poder respirar, rodé hasta chocar contra la pared. Estaba justo detrás de mí para inmovilizarme allí mismo. Con fuego en la mirada se inclinó sobre mí.
—Edden es un hombre sabio —dijo entre respiraciones. Un mechón de pelo que se le había soltado me hizo cosquillas en la cara. El sudor empapaba su frente—. Deberías hacerle caso y dejar a Trent tranquilo.
—?Tú también, Bruto? —resollé. Solté un gru?ido y lancé mi rodilla hacia su entrepierna.
Ella lo vio venir, se echó hacia atrás y esperó a que me levantase. Esta vez tardé más. Me froté el hombro mientras la observaba, evitando el contacto visual para que supiese que aún no estaba lista.
—No está mal —admitió—, pero no lo has mantenido. Los malos no se van a apartar para esperar a que recuperes el equilibrio y tú tampoco deberías hacerlo.
Le lancé una mirada de cansancio desde detrás de mi mata de pelo rizado y rojo. Intentar aguantar su ritmo era difícil y mucho más superarla. Nunca antes había tenido que pensar en cómo vencer a un vampiro, teniendo en cuenta que la SI no enviaba a brujas a por ellos. Y en cualquier caso, la SI cuidaba de los suyos, dentro y fuera del trabajo. A menos que te quisieran ver muerta.
—?Qué piensas hacer? —me preguntó cuando me palpaba las costillas por encima de la sudadera.
—?Con lo de Trent? —dije sin respiración—. Hablar con él sin que Edden ni Glenn se enteren.
Ivy detuvo su balanceo y con un grito de advertencia dio un salto hacia adelante. El instinto y la práctica me salvaron al esquivarla. Ella se giró dando media vuelta en el sitio y me quité de en medio. Ivy prosiguió, lanzándome una serie de golpes que me hicieron retroceder hasta la pared. Su voz resonaba en las paredes vacías del santuario, llenándolo de sonidos.
Sobrecogida por su repentina ferocidad, me impulsé contra la pared y contraataqué, usando todos los trucos que me había ense?ado. Me molestó que no se lo tomase en serio. Con su velocidad y fuerza de vampiro yo no era más que un saco de entrenamiento móvil. Abrí los ojos de par en par al ver que su expresión se tornaba salvaje. Iba a ense?arme algo nuevo. Estupendo.