Glenn contempló las caras expectantes y se dio cuenta de que iba a tener que comerse un trozo de la pizza si quería salir de allí por su propio pie. Tragó saliva ostentosamente y torpemente cogió la porción de pizza. Cerró los ojos con fuerza y abrió la boca. El jaleo de arriba parecía más fuerte mientras todo el mundo abajo lo observaba, conteniendo la respiración.
Glenn le dio un bocado haciendo una terrible mueca. El queso formó un doble puente entre la pizza y su boca. Masticó dos veces antes de entreabrir los ojos. El movimiento de su mandíbula se ralentizó. Ahora la estaba degustando. Su mirada se cruzó con la mía y asentí. Lentamente tiró de la pizza hasta que el queso se soltó.
—?Y bien? —dijo Piscary inclinándose para apoyar sus expresivas manos en la mesa. Parecía verdaderamente interesado en lo que pensaba un humano de su cocina. Glenn era probablemente el primero en cuatro décadas en probarla.
La cara del agente estaba desencajada. Tragó.
—Mmm —gru?ó con la boca medio llena—, está… eh… buena. —Parecía sorprendido—. Realmente buena.
El restaurante pareció suspirar. Piscary se irguió en toda su escasa estatura, claramente encantado, mientras las conversaciones se reiniciaban con entusiasmo renovado.
—Es bienvenido aquí cuando quiera, agente de la AFI —dijo y Glenn se quedó helado, obviamente preocupado de que lo hubiese descubierto.
Piscary agarró una silla de detrás de él y le dio la vuelta. Encorvado sobre la mesa frente a nosotros nos observó mientras comíamos.
—Bueno —dijo a la vez que Glenn levantaba el queso para mirar la salsa de tomate que había debajo—, obviamente no habéis venido para cenar, ?en qué puedo ayudaros?
Ivy dejó su pizza en el plato y alargó la mano a por su vino.
—Estoy ayudando a Rachel a encontrar a una persona desaparecida —dijo echándose su larga melena hacia atrás sin necesidad—. A uno de tus empleados.
—?Hay algún problema, peque?a Ivy? —preguntó Piscary y su resonante voz sonó sorprendentemente dulce y apesadumbrada. Bebí un sorbo de vino.
—Eso es lo que queremos averiguar, se?or Piscary. Se trata de Dan Smather.
Las escasas arrugas de Piscary se replegaron al fruncir levemente el ce?o cuando miró a Ivy con reveladores movimientos, tan sutiles que resultaron casi imposibles de detectar. Ella movió nerviosamente los ojos con expresión a la vez preocupada y desafiante.
Mi atención pasó de pronto a Glenn, que seguía tirando del queso de su pizza. Horrorizada observé cómo cuidadosamente lo apartaba en un montoncito.
—?Puede decirnos cuándo fue la última vez que lo vio, se?or Piscary? —preguntó el agente, obviamente más interesado en despojar su pizza que en nuestro interrogatorio.
—Por supuesto —dijo Piscary con los ojos clavados en Glenn. Fruncía el ce?o como si no estuviese seguro de si sentirse insultado o complacido de que el hombre se comiese la pizza, que ahora no era nada más que masa y tomate—. Fue el sábado por la ma?ana después del trabajo. Pero Dan no ha desaparecido. Se despidió.
Se me desencajó la cara por la sorpresa, que me duró tres latidos, y luego entorné los ojos, furiosa. Todo empezaba a encajar y el puzzle era más peque?o de lo que yo había imaginado: tuvo una entrevista importante, abandona las clases, deja su trabajo y deja a su novia plantada en una cena después de decirle ?tenemos que hablar?. Volví a mirar a Glenn. Dan no había desaparecido, había conseguido un buen trabajo y había dejado tirada a su novia pueblerina. Alejé la copa de mí esforzándome por ahuyentar una sensación de abatimiento.
—?Se despidió? —dije.
El vampiro de aspecto inofensivo miró por encima de su hombro hacia la entrada al entrar un ruidoso grupo de vampiros jóvenes. Parecía que toda la plantilla de camareros salía a su encuentro con fuertes voces y abrazos.
—Dan era uno de mis mejores conductores —dijo—. Voy a echarlo de menos, pero le deseo lo mejor. Me dijo que iba a la universidad para eso. —El menudo vampiro se sacudió la harina del delantal—. Mantenimiento de Equipos de Seguridad, creo que me dijo.
Intercambié miradas con Glenn. Ivy se irguió en el banco. Su habitualmente distante rostro parecía tenso. Una sensación desagradable me recorrió. No quisiera ser yo la que le contase a Sara Jane que la habían dejado. Dan había conseguido un trabajo con futuro y había cortado sus antiguas ataduras, el muy cobarde asqueroso. Apostaría a que ya tenía otra novia. Probablemente se estuviese escondiendo en su casa, riéndose mientras Sara Jane pensaba que estaba muerto en algún callejón y se encargaba de darle de comer a su gato.
Piscary se encogió de hombros y todo su cuerpo se movió con ese leve gesto.
—Si llego a saber que era bueno en el campo de la seguridad, quizá le hubiese hecho una oferta mejor, aunque habría sido difícil ofrecer más que el se?or Kalamack. Yo solo soy el humilde due?o de un restaurante.
Al oír el nombre de Trent, me sobresalté.
—?Kalamack? —exclamé—. ?Se ha ido a trabajar para Trent Kalamack?