El bueno, el feo yla bruja

Miré hacia la puerta como todo el mundo. No sabía que se podía establecer un círculo sin dibujarlo. Tampoco me gustaba que todos excepto Jenks y yo supiesen que lo había hecho. Sintiendo que no entendía nada recogí mi bolso del suelo.

 

El grave estruendo de la voz de mi antiguo jefe me produjo escalofríos. Denon era un vampiro vivo, igual que Ivy, pero era de casta baja y no alta como ella. Había nacido humano y fue infectado con el virus vampírico después por un verdadero no muerto. Y mientras que Ivy tenía poder político por haber nacido vampiro y por lo tanto tenía garantizado unirse a los no muertos incluso si moría sola y con toda su sangre en su cuerpo, Denon siempre sería de segunda clase al tener que confiar en que alguien se molestase en terminar de convertirlo después de muerto.

 

—Sal de aquí —exigió la doctora Anders—, antes de que te denuncie por acoso.

 

Todos los estudiantes se movían nerviosos. No me sorprendí cuando el cristal esmerilado se oscureció con una silueta tras él. Me puse tensa al igual que el resto cuando se abrió la puerta y salió Denon. El hombre casi tuvo que ponerse de lado para pasar por el marco de la puerta.

 

Yo seguía creyendo que Denon había sido un canto rodado en una vida anterior, una piedra suave y gastada por el paso de un río, una piedra de… ?una tonelada de peso quizá? Al ser de clase baja y tener solo la fuerza de un humano, Denon había tenido que trabajar duro para estar al nivel de sus hermanos. El resultado era una estilizada cintura y montones de músculos abultados que al salir lentamente al pasillo tiraban de su camisa de vestir blanca. El algodón almidonado resaltaba en contraste con su complexión, atrayendo mi mirada y manteniéndola fija… justo como él quería.

 

El grupo se echó hacia atrás conforme él avanzaba lentamente. Una fría presencia pareció surgir de la sala, rodeándolo. Debían ser los restos del aura que probablemente había proyectado contra la doctora Anders. Una sonrisa confiada y dominante se dibujó en su cara cuando sus ojos se posaron en mí.

 

—Eh, Rachel —murmuró Jenks revoloteando hacia Janine—, te veo dentro, ?vale?

 

No dije nada. De pronto me sentí muy débil y vulnerable.

 

—Te guardo un sitio —dijo Janine pero yo no pude apartar los ojos de mi antiguo jefe. Hubo un amortiguado murmullo cuando se fue vaciando el pasillo.

 

Le había tenido miedo y ahora estaba preparada y dispuesta a tenerle miedo, pero algo había cambiado. Aunque todavía se movía con la gracia de un depredador, su antigua mirada de edad indefinida había desaparecido. Su hambrienta mirada de ahora, que no se molestaba en ocultar, me decía que seguía siendo un vampiro practicante, pero creí adivinar que había perdido el favor de alguien y ya no probaba a los no muertos, aunque ellos aún se alimentasen de él.

 

—Morgan —dijo y su voz pareció rebotar en la pared de ladrillos detrás de mí para darme un empujón hacia delante. Su tono de voz era igual que él: experto, potente y lleno de promesas—. He oído que andabas haciendo de fulana para la AFI, ?o es que estamos intentando cultivarnos para ser mejores?

 

—Hola, se?or Denon —dije sin apartar la vista de sus pupilas negras—, ?te han degradado a cazarrecompensas? —La ansiosa mirada hambrienta se tornó iracunda—. Parece que ahora haces las misiones que me solías encargar a mí. ?Rescatando a familiares de los árboles?, ?comprobando la validez de las licencias? Por cierto, ?cómo están los troles sin techo de los puentes?

 

Denon se movió hacia delante con la mirada fija y los músculos tensos. Me quedé helada y me di de espaldas contra la pared. El sol que se colaba por la distante pasarela pareció oscurecerse. Como un calidoscopio giró y parecía estar el doble de lejos de lo que en realidad estaba. El corazón me dio un vuelco y luego se ajustó a su ritmo habitual. Estaba intentando proyectar su aura, pero yo sabía que no podía hacerlo sin que yo le proporcionase el miedo para alimentarla. No iba a tener miedo.

 

—Corta el rollo, Denon —dije insolentemente, notando un nudo en el estómago—. Vivo con una vampiresa que se te zamparía para desayunar. Ahórrate lo del aura para alguien a quien le impresione.

 

Aun así se acercó más hasta que él era lo único que podía ver. Tuve que alzar la vista y eso me fastidió. Su aliento era cálido y se apreciaba el penetrante olor a sangre. Se me aceleró el pulso. Odiaba que supiese que aún me daba miedo.

 

—?Hay alguien más aquí excepto tú y yo? —dijo con una voz suave como el chocolate con leche.

 

Levantando la mano con un movimiento lento y controlado agarré la empu?adura de mi pistola de bolas. Me ara?é los nudillos con la pared de ladrillo, pero en cuanto mis dedos tocaron la culata recuperé mi confianza.

 

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