El bueno, el feo yla bruja

—Déjame que te hable de Trent Kalamack —dije sintiendo el viento contra mi mano—. Cuando me descubrió revolviendo en su oficina buscando alguna prueba para llevarlo a los tribunales, no me entregó a la si sino que me ofreció un trabajo. Cualquier cosa que yo quisiese. —Me entró frío y dirigí la salida de aire hacia mí—. Pagaría para cancelar la amenaza de muerte de la si, me establecería como cazarrecompensas, me proporcionaría un peque?o equipo de empleados, todo… si trabajaba para él. Quería que me uniese al mismo sistema contra el que llevaba toda mi vida profesional luchando. Me ofrecía algo que se parecía a la libertad. La deseaba tanto que casi le digo que sí.

 

Glenn permanecía en silencio, prudentemente sin decir nada. No existe ningún poli vivo que no haya sido tentado y yo estaba orgullosa de haber superado la prueba.

 

—Cuando la rechacé, su oferta se convirtió en una amenaza. En aquel momento me había transformado en visón con un hechizo y Kalamack iba a torturarme mental y físicamente hasta lograr que hiciese cualquier cosa para que parase. Si no podía tenerme por voluntad propia, se contentaría con convertirme en una sombra retorcida, ansiosa por complacerle. Estaba indefensa. Igual que lo está Sara Jane. —Tardé un instante en reunir el valor. Nunca había confesado en voz alta que me había sentido… indefensa—. Ella pensaba que yo era un visón, pero me trató con más dignidad como animal que Trent como persona. Tengo que librarla de él antes de que sea demasiado tarde. A menos que encontremos a Dan y lo pongamos a salvo, ella no tendrá ninguna posibilidad.

 

—El se?or Kalamack no es más que un hombre —dijo Glenn.

 

—?Por favor! —exclamé con un bufido sarcástico—. Dime, se?or detective de la AFI, ?es humano o inframundano? Su familia lleva gestionando una buena tajada de Cincinnati desde hace dos generaciones y nadie sabe qué es. Jenks no es capaz de decir a qué huele ni tampoco las hadas. Destruye a la gente dándoles exactamente lo que quieren… y disfruta con ello.

 

Observé los edificios que pasaban sin verlos. Levanté la vista ante el prolongado silencio de Glenn.

 

—?De verdad piensas que la desaparición de Dan no tiene nada que ver con los asesinatos del cazador de brujos? —me preguntó finalmente.

 

—Sí. —Me reacomodé en el asiento, sintiéndome incómoda por haberle contado tanto—. Acepté esta misión únicamente para ayudar a Sara Jane y hacer caer a Trent. ?Y ahora vas a ir corriendo a chivarte a tu papi?

 

Las luces de los coches que venían de frente lo iluminaron. Inspiró y dejó salir el aire.

 

—Si haces cualquier cosa por tu peque?a vendetta que obstaculice que yo demuestre que la doctora Anders es la asesina, te ato a un poste y te planto en medio de una hoguera en una plaza pública —dijo en voz baja con tono amenazante—. Ma?ana irás a la universidad y me contarás todo lo que puedas averiguar. —La tensión de sus hombros se relajó—. Ten cuidado.

 

Lo miré y las luces al pasar lo iluminaban con ráfagas que parecían reflejar mi incertidumbre. Parecía que me había entendido. ?Increíble!

 

—Me parece bien —dije recostándome. Giré la cabeza al ver que viraba a la izquierda en vez de a la derecha. Le eché una mirada con la sensación de vivir un déjà vu—. ?Adónde vamos? Mi oficina está por el otro lado.

 

—A Pizza Piscary's —dijo—. No hay ningún motivo para esperar a ma?ana.

 

Lo miré sin querer admitir que le había prometido a Ivy que no iría allí sin ella.

 

—Piscary's no abre hasta medianoche —mentí—. Sirven a inframundanos. Piensa, ?con qué frecuencia piden los humanos pizza? —Glenn se puso serio al entenderlo y yo empecé a toquetearme el esmalte de las u?as—. No tendrán un hueco al menos hasta las dos para hablar con nosotros.

 

—?Te refieres a las dos de la ma?ana? —preguntó.

 

Obviamente, pensé. A esa hora era cuando la mayoría de los inframundanos estaban en su salsa, especialmente los muertos.

 

—?Por qué no te vas a casa, duermes un poco y vamos todos ma?ana?

 

Negó con la cabeza.

 

—Irías sin mí esta noche.

 

Se me escapó un bufido ofendido.

 

—Yo no trabajo así, Glenn. Además, si lo hiciese irías allí solo después y le he prometido a tu padre que intentaría mantenerte con vida. Te esperaré. Palabra de bruja.

 

Mentir, sí. Traicionar la confianza de un compa?ero, aunque no sea bienvenido, no.

 

Me echó una rápida mirada de desconfianza.

 

—Está bien. Palabra de bruja.

 

 

 

 

 

7.

 

 

—Rachel —me llamó Jenks desde mi pendiente—. échale un ojo a este tío. ?Está de caza o qué?

 

Kim Harrison's books