El bueno, el feo yla bruja

—Encantada de conoceros —dijo ella asimilándolo un instante—. Soy Janine.

 

Jenks fue zumbando hacia la mujer posándose en la mano que ella levantó precipitadamente.

 

—El placer es todo mío, Janine —dijo él haciendo una reverencia.

 

Janine sonrió abiertamente, absolutamente encantada. Obviamente no había tenido mucho contacto con pixies. La mayoría se mantenía fuera de la ciudad a menos que trabajasen en las pocas áreas en las que los pixies y las hadas sobresalían: mantenimiento de cámaras, seguridad o para el clásico fisgoneo de toda la vida. Incluso así, era más normal que contratasen a hadas ya que comían insectos en lugar de néctar y su suministro de comida era más abundante.

 

—Oye, ?da las clases la doctora Anders o viene un ayudante a darlas? —pregunté.

 

Janine soltó una risita y Jenks volvió revoloteando hasta mi pendiente.

 

—?Has oído hablar de ella? —preguntó—. Sí, da ella las clases ya que no somos muchos. —Janine entrecerró los ojos—. Especialmente ahora. Empezamos más de una docena, pero se fueron cuatro cuando la doctora Anders nos dijo que el asesino atacaba solo a brujos de líneas luminosas y que tuviésemos cuidado. Y luego Dan fue y lo dejó. —Se volvió a apoyar en la pared con un suspiro.

 

—?El cazador de brujos? —pregunté forzando la sonrisa. Había elegido a la persona adecuada para ponerme a su lado. Abrí exageradamente los ojos—. Estás de broma…

 

Su expresión se tornó preocupada.

 

—Creo que en parte Dan se fue por eso. Y además es una pena, el chico estaba muy bueno, hacia saltar los plomos de cualquiera. Tenía una entrevista importante. No me quiso contar nada. Creo que temía que me presentase yo también. Parece ser que al final consiguió el trabajo.

 

Asentí preguntándome si esa era la buena noticia que iba a contarle a Sara Jane el sábado, pero entonces empecé a notar un lento resquemor interno que me decía que quizá la cena en Torre Carew fuese para cortar con ella, pero que finalmente se acobardó y se marchó sin decirle nada.

 

—?Seguro que lo ha dejado? —le pregunté—. Quizá el cazador de brujos… —Dejé la frase abierta y Janine sonrió de modo tranquilizador.

 

—Sí, lo ha dejado. Me preguntó si quería comprarle su rotulador magnético si conseguía el trabajo. No lo puedes devolver a la papelería una vez abierto el precinto.

 

De pronto me quedé desencajada y verdaderamente preocupada.

 

—No sabía que tenía que traer un rotulador.

 

—Oh, yo tengo uno para prestarte —dijo rebuscando en su bolso—. La doctora Anders siempre nos hace dibujar cosas: pentagramas, perihelios Norte Sur… hemos dibujado cualquier cosa que te puedas imaginar. Une las prácticas con las clases, por eso venimos aquí en lugar de a un aula.

 

—Gracias —le dije aceptando el rotulador metálico y sujetándolo junto con el libro. ?Pentagramas? Odiaba los pentagramas. Mis trazos siempre estaban torcidos. Tendría que pedirle a Edden si le importaría pagar otra visita a la papelería. Pero al recordar el precio de la asignatura que nunca lograría que le devolviesen, decidí que mejor iría a recoger mi antiguo material escolar a casa de mi madre. Estupendo. Sería mejor que la llamase antes.

 

Janine notó mi mirada de preocupación y malinterpretándola se apresuró a decir:

 

—Vamos, no te preocupes, Rachel. El asesino no viene a por nosotros. De verdad. La doctora Anders nos pidió que tuviésemos cuidado, pero solo va a por brujos experimentados.

 

—Sí —dije preguntándome si se me consideraría experimentada o no—, supongo.

 

Las conversaciones a nuestro alrededor cesaron cuando la voz de la doctora Anders chilló desde detrás de la puerta.

 

—No sé quién está matando a mis estudiantes. He ido a demasiados funerales este mes para hacer caso a sus viles acusaciones. ?Y pienso denunciarle hasta el fin del mundo si difama mi nombre!

 

Janine parecía asustada al recoger su libro y apretarlo contra su pecho. Los estudiantes del pasillo se movieron inquietos e intercambiaron miradas incómodas. Desde mi pendiente Jenks susurró:

 

—Olvídate de lo de ocultarle a la doctora Anders que es una posible sospechosa. —Asentí preguntándome si Edden me dejaría abandonar la asignatura ahora—. Es Denon el que está ahí dentro con ella —a?adió Jenks e inspiré rápidamente.

 

—?Qué?

 

—Huelo a Denon —repitió—, está ahí dentro con la doctora Anders.

 

?Denon?, pensé preguntándome qué hacía mi antiguo jefe fuera de su despacho.

 

Hubo un murmullo bajo seguido por un fuerte estallido. Todos los que estaban en el pasillo dieron un salto salvo Jenks y yo. Janine levantó la mano para tocarse la oreja como si le acabasen de dar un golpe.

 

—?No lo has notado? —me preguntó y negué con la cabeza—. Acaba de establecer un círculo sin haber dibujado uno de verdad antes.

 

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