El bueno, el feo yla bruja

Miré desde detrás de la puerta de la nevera y me quedé blanca por la sorpresa. Ivy se había ido hasta el fregadero y se inclinaba sobre él con las manos a ambos lados. Era su sitio para ?contar hasta diez?. Hasta ahora no le había fallado nunca. Levantó los ojos y los clavó en mí. Se me quedó la boca seca. Le había fallado.

 

—No vas a aceptar esa misión —dijo y el suave sonido monótono de su voz me recorrió como un escalofrío de hielo negro. El pánico me invadió para asentarse como un fuego vivo en la boca de mi estómago. Lo único que existía ahora eran las negras pupilas de sus ojos. Ivy inhaló y me robó todo el calor. Su presencia parecía arremolinarse tras de mí, tanto que tuve que esforzarme para no girarme. Se me tensaron los hombros y se me agitó la respiración. Estaba proyectando su aura, robándome el alma. Sin embargo había algo diferente. No era rabia ni hambre lo que veía. Era miedo. ?Ivy tenía miedo?

 

—Voy a hacerlo —dije oyendo un fino hilo de miedo en mi voz—. Trent no puede tocarme y ya le he dicho a Edden que lo haría.

 

—No, no lo vas a hacer.

 

Se puso en movimiento bruscamente y el guardapolvo ondeó tras de ella. Me sobresalté al encontrármela junto a mí casi en cuanto me di cuenta de que se había movido. Con el rostro más pálido de lo habitual, cerró la puerta de la nevera de un empujón. Salté para quitarme de en medio. La miré a los ojos sabiendo que si dejaba entrever el miedo que me estrangulaba el estómago, ella se alimentaría de él aumentando su fervor. Había aprendido mucho en los últimos tres meses, algunas cosas por el camino más difícil y otras que deseaba no haber tenido que saber.

 

—La última vez que te enfrentaste a Trent casi mueres —dijo con el sudor corriéndole por el cuello hasta desaparecer bajo el profundo escote de pico de su camiseta. ?Estaba sudando?

 

—La palabra clave aquí es ?casi? —dije descaradamente.

 

—No, la palabra clave es ?mueres?.

 

Notaba el calor que despedía y di un paso atrás. Glenn seguía en el arco, observándome con los ojos como platos mientras yo discutía con una vampiresa. Debía de ser todo un espectáculo.

 

—Ivy —dije con voz calmada aunque por dentro temblaba—, voy a aceptar esta misión. Si quieres venir con Glenn y conmigo cuando vayamos a Piscary's… —Me quedé sin respiración. Los dedos de Ivy rodeaban mi garganta. Todo el aire que tenía dentro salió en una bocanada explosiva cuando me lanzó contra la pared de la cocina.

 

—?Ivy! —logré gritar antes de que me levantase con una mano y me inmovilizase allí mismo. Respirando entrecortada e insuficientemente me dejó colgando sin tocar el suelo.

 

Ivy acercó su cara a la mía. Sus ojos estaban negros pero muy abiertos por el miedo.

 

—No vas a ir a Piscary's —dijo con un lazo plateado de pánico en su aterciopelada voz—. No vas a aceptar esta misión.

 

Me apoyé en la pared y empujé. Un poco de aire logró pasar bajo sus dedos y mi espalda volvió a golpear contra la pared. Le lancé patadas y ella se apartó a un lado. Su presión nunca disminuyó.

 

—?Qué co?o estás haciendo? —dije con voz ronca—. ?Suéltame!

 

—?Se?orita Tamwood! —gritó Glenn—. ?Déjela y camine hacia el centro de la habitación!

 

Hundiendo mis dedos en su apretada mano, miré por encima del hombro de Ivy. Glenn estaba detrás de ella, con las piernas separadas y listo para disparar.

 

—?No! —Mi voz chirrió—. ?Vete, vete de aquí!

 

Ivy no me escucharía si él seguía aquí. Tenía miedo. ?Qué demonios le daba miedo? Trent no podría tocarme. Entonces sonó un fuerte silbido de sorpresa al entrar Jenks.

 

—Hola, hola, campistas —dijo sarcásticamente—. Ya veo que Rachel te ha contado lo de su misión, ?no, Ivy?

 

—?Sal de aquí! —le pedí, notando los fuertes latidos en mi cabeza al apretar Ivy la mano.

 

—?Madre mía! —exclamó el pixie desde el techo mientras sus alas adquirían un tono rojo por el miedo—. No está de broma.

 

—Ya lo sé… —Me dolían los pulmones. Hice palanca entre los dedos que apretaban mi cuello y logré respirar entrecortadamente. El pálido rostro de Ivy estaba demacrado. El negro de sus ojos era total y absoluto y traslucía miedo. Ver ese sentimiento en ella era terrorífico.

 

—?Ivy, suéltala! —demandó Jenks volando a la altura de sus ojos—. No es para tanto, de verdad. Basta con que vayamos con ella.

 

—?Vete! —le dije al lograr respirar plenamente cuando la atención de Ivy se distrajo y aflojó la mano. El pánico me invadió cuando noté un temblor en sus dedos. El sudor caía por su frente, arrugada por la confusión. El blanco de sus ojos resaltaba junto al negro.

 

Jenks salió volando hacia Glenn.

 

—Ya la has oído —dijo el pixie—, sal.

 

El corazón se me desbocó al oír a Glenn susurrar:

 

—?Estás loco? ?Si nos vamos esa zorra la va a matar!

 

Ivy emitió un quejido al respirar. Fue tan suave como el primer copo de nieve. Pero lo oí. El olor a canela llenó mis sentidos.

 

—Tenemos que salir de aquí —dijo Jenks—. O bien Rachel logrará que Ivy la suelte, o Ivy la matará. Puede que seas capaz de separarlas disparándole a Ivy, pero Ivy la seguirá y la matará a la primera ocasión que tenga si supera la dominación de Rachel.

 

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