El bueno, el feo yla bruja

—?Ivy? —dije intentando distraerla y evitar así tener que explicarle a Edden por qué su hijo estaba en cuidados intensivos—. Edden me ha encargado una misión. Glenn viene conmigo.

 

Hice un esfuerzo de voluntad para no estremecerme cuando dirigió los negros pozos en los que se habían convertido sus ojos hacia mí. Me siguieron cuando me puse detrás de la isla. Ivy permaneció inmóvil salvo por una mano que recorrió sin tocarlos el hombro y el cuello de Glenn con el dedo a exactamente un centímetro de él.

 

—Eh, ?Ivy? —dije dubitativa—. Quizá Glenn prefiera irse ya. Déjalo.

 

Mi petición pareció surtir efecto. Ivy tomó una inspiración corta y rápida, dobló el codo y se apartó de la pared.

 

Glenn se apartó rápidamente de ella. Desenfundó su arma y se quedó de pie en el arco hacia el pasillo con los pies separados y apuntando con su pistola a Ivy. Quitó el seguro con un clic, mirándonos con los ojos abiertos como platos.

 

Ivy le dio la espalda y se dirigió a la bolsa de comida abandonada. Podía parecer que lo ignoraba, pero yo sabía que era consciente de todo, hasta de la avispa que se golpeaba contra el techo. Dobló la espalda y colocó una bolsa de queso rallado en la encimera.

 

—Saluda al saco de sangre de tu capitán de mi parte la próxima vez que lo veas —dijo con voz tranquila y cargada de una sorprendente cantidad de rabia. Pero el hambre, su necesidad por dominar, había desaparecido.

 

Solté el aire en un largo resoplido. Me temblaban las rodillas.

 

—?Glenn? —dije—. Guarda la pistola antes de que te la quite. Y la próxima vez que insultes a mi compa?era de piso, le dejaré que te raje la garganta, ?entendido?

 

Sus ojos miraron a Ivy antes de enfundar el arma. Se quedó en el arco, respirando agriadamente.

 

Creyendo que lo peor debía haber pasado ya, abrí la nevera.

 

—Oye, Ivy —dije animadamente para intentar que todo volviese a la normalidad—, ?me pasas el pepperoni?

 

Ivy me miró a los ojos desde el otro lado de la cocina y se libró del resto de instinto desbocado que le quedaba.

 

—?Pepperoni? —dijo con la voz más ronca de lo habitual—. Sí. —Se palpó la mejilla con el dorso de la mano. Frunció el ce?o hacia sí misma y advertí que cruzó la cocina con paso deliberadamente lento—. Gracias por apaciguarme —me dijo en voz baja al darme la bolsa de fiambre en lonchas.

 

—Debí avisarte, lo siento. —Guardé el pepperoni y me puse recta, dedicándole a Glenn una mirada enfadada. Su cara estaba pálida y hundida mientras se secaba el sudor. Creo que se acaba de dar cuenta de que estábamos en la misma habitación con un depredador contenido por el orgullo y la cortesía. Quizá haya aprendido algo hoy. Edden puede darse por satisfecho.

 

Rebusqué entre las provisiones y saqué las perecederas. Ivy se inclinó hacia mí al guardar una lata de melocotones.

 

—?Qué está haciendo aquí? —me preguntó lo suficientemente alto como para que Glenn lo oyese.

 

—Le estoy haciendo de ni?era.

 

Ivy asintió, obviamente esperando a que dijese algo más. Cuando no dije nada a?adió:

 

—Se trata de un trabajo de pago, ?no?

 

Le eché un vistazo a Glenn.

 

—Eh, sí. Es por una persona desaparecida. —La miré furtivamente a los ojos y me sentí aliviada al ver que sus pupilas habían vuelto casi a la normalidad.

 

—?Puedo ayudarte? —preguntó.

 

Ivy prácticamente no había hecho otra cosa que buscar personas desaparecidas desde que abandonó la si, pero sabía que se pondría del lado de Jenks en lo de que esto era una estratagema de Trent Kalamack en cuanto supiese que buscaba al novio de Sara Jane. Sin embargo, posponer el contárselo solo empeoraría las cosas. Y quería que viniese conmigo a Piscary's, así conseguiría más información.

 

Glenn seguía allí de pie con fingida naturalidad, sin importarle que lo estuviésemos ignorando, mientras Ivy y yo guardábamos la comida.

 

—Oh, vamos, Rachel —exclamó Ivy poniéndose zalamera—. ?Quién es? Puedo tantear el terreno. —Ahora parecía algo tan alejado de un depredador como un pato. Estaba acostumbrada a sus cambios de temperamento, pero Glenn parecía desconcertado.

 

—Mmm, es un brujo llamado Dan. —Me giré escondiendo la cabeza en la nevera para guardar el queso fresco—. Es el novio de Sara Jane y antes de que te mosquees, Glenn viene conmigo a registrar su apartamento. Me imagino que podemos esperar hasta ma?ana para ir a Piscary's. Trabaja allí de repartidor. Pero de ninguna manera va a venir Glenn conmigo a la universidad. —Hubo un instante de silencio y me encogí, esperando un grito de protesta, pero no llegó nunca.

 

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