El bueno, el feo yla bruja

Piscary hizo rechinar los dientes y se abalanzó contra nosotros.

 

Solté un grito ahogado y me tambaleé hacia atrás. Me dio la sensación de que algo se desgarraba y me quedé mirando a Piscary, estampado contra una pared de siempre jamás. Cayó hecho una mara?a de brazos y piernas. Me quedé helada al darme cuenta de que Algaliarept nos había metido en un círculo hecho por él.

 

Una espesa neblina roja comenzó a palpitar y a zumbar, presionando contra mi piel a pesar de que estaba a más de dos metros de mí. Mientras Piscary se levantaba y se recolocaba la bata, alargué un dedo y toqué la barrera. Un calambre de hielo me recorrió y la superficie se onduló. Era la lámina de siempre jamás más gruesa y fuerte que había visto en mi vida. Noté los ojos de Algaliarept clavados en mí, retiré la mano y me la restregué en los vaqueros.

 

—No sabía que podías hacer eso —dije y el demonio soltó una risita. Ahora que lo pensaba, tenía sentido. Era un demonio. Existía en siempre jamás, así que era normal que supiese hacerlo.

 

—Y estoy deseando ense?arte a sobrevivir a la manipulación de tanta cantidad de siempre jamás, Rachel Mariana Morgan —dijo leyéndome la mente—. Por un precio.

 

Negué con la cabeza.

 

—?Más tarde quizá?

 

Con un grito de rabia frustrada, Piscary cogió una silla de malla metálica y la estrelló contra la barrera. Di un salto y se me quedó la boca seca.

 

Algaliarept le dedicó al furioso vampiro una mirada de reojo cuando Piscary arrancó la pata de la silla e intentó agujerear la barrera, usándola a modo de espada. El demonio adoptó una postura beligerante al borde del círculo, dejándome ver su prieto trasero enfundado en los pantalones de cuero.

 

—Vete a tomar por culo, viejo —dijo imitando el falso acento de Kist, enfureciendo a Piscary aun más—. El sol saldrá pronto, tendrás otra oportunidad de cogerla en unos tres minutos.

 

Levanté la cabeza. ?Tres minutos? ?Tan pronto amanecería?

 

Piscary, furioso, tiró la barra, que rebotó y rodó por la moqueta. Sus ojos eran pozos negros. Comenzó a caminar en círculo alrededor de nosotros, lentamente, cargado de anticipación.

 

Pero por el momento estaba a salvo en el círculo con Algaliarept. ?Qué era lo que fallaba en esa frase?

 

Hice un esfuerzo consciente por soltar los brazos que apretaba rodeando mi cuerpo y miré por la falsa ventana de Piscary para ver un rayo de sol rozar los edificios más altos. Tres minutos. Me apreté los dedos contra la frente.

 

—Si te pido que mates a Piscary, ?nos declararías en tablas? —le pregunté alzando la vista.

 

El demonio adoptó una pose de lado.

 

—No, aunque matar a Ptah Ammon Fineas Horton Madison Parker Piscary esté en mi lista de cosas por hacer, sigue siendo una petición por tu parte que requiere un coste y que no pagaría tu deuda. Además, si me mandas contra él, Piscary podría volver a invocarme igual que has hecho tú y volverías a estar donde empezaste. El único motivo por el que no puede invocarme ahora mismo es porque no hemos acordado nada y estamos, por así decirlo, en un limbo de invocación.

 

Sonrió burlonamente y aparté la mirada de él. Piscary seguía allí de pie, escuchando, obviamente tramando algo.

 

—?Puedes sacarme de aquí? —le pregunté pensando en escapar.

 

—Sí, a través de una línea luminosa, pero esta vez te costará tu alma. —Se humedeció los labios—. Y entonces serás mía.

 

De mal en peor.

 

—?Puedes darme algo para protegerme de él? —le rogué, desesperada.

 

—Igual de caro… —Se ajustó los guantes más a los dedos—. Y ya tienes lo que necesitas. Tic-tac, Rachel Mariana Morgan. Cualquier cosa que te salve la vida te costará el alma.

 

Piscary sonreía y a mí se me revolvía el estómago al verlo inmóvil a unos dos metros y medio. Mis ojos se posaron de pronto en mi bolso que contenía el vial que Kist me había dado. Estaba fuera de mi alcance, al otro lado de la barrera.

 

—?Qué debería pedir? —grité desesperadamente.

 

—Si te contesto a eso, no te quedará lo suficiente para conseguirlo, querida —dijo en un susurro, inclinándose hacia mí y moviéndome los rizos. Di un respingo hacia atrás al oler a azufre—. Y tú eres una bruja con recursos —a?adió—. Cualquiera que pueda hacer sonar las campanas de la ciudad, puede sobrevivir al ataque de un vampiro. Incluso de uno tan viejo como Ptah Ammon Fineas Horton Madison Parker Piscary.

 

—?Pero si estoy a tres plantas bajo tierra! —protesté—. No puedo alcanzar una línea luminosa.

 

El cuero crujió cuando empezó a rodearme caminando con las manos entrelazadas a la espalda.

 

—?Qué vas a hacer?

 

Maldije entre dientes. Fuera del círculo, Piscary esperaba. Incluso si lograba escapar, Piscary se libraría de todo. No era cuestión de pedirle a Algaliarept que testificase.

 

Levanté la mirada con los ojos abiertos como platos.

 

—?Cuánto tiempo? —le pregunté.

 

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