El bueno, el feo yla bruja

—Más o menos. Aquí está bien.

 

Se detuvo frente a la casa de nuestro vecino Keasley, el ?viejo sabio?, quien poseía tanto el equipo médico como los conocimientos de una sala de urgencias en miniatura para quienes fuesen capaces de mantener la boca cerrada al respecto. Al otro lado de la calle había una peque?a iglesia de piedra cuyo campanario se elevaba por encima de dos gigantescos robles. Ocupaba cuatro parcelas y venía con su propio cementerio.

 

Alquilar una iglesia en desuso no había sido idea mía sino de Ivy. Me había costado un poco acostumbrarme a ver las tumbas a través de la peque?a vidriera de mi cuarto, pero la cocina con la que estaba equipada compensaba el hecho de tener a humanos muertos enterrados en el patio trasero.

 

Glenn paró el motor y se produjo un nuevo silencio. Escudri?é los jardines vecinos antes de salir. Era un hábito que había adquirido durante el no tan lejano periodo en el que pesaba sobre mí una amenaza de muerte y que consideraba prudente mantener. El viejo Keasley estaba en su porche como siempre, balanceándose y vigilando la calle. Le saludé con la mano y él levantó la suya en respuesta. Sabiendo que me habría advertido si hubiese sido necesario, salí del coche y abrí la puerta trasera para sacar mi depósito con el pez.

 

—Ya lo cojo yo, se?ora —dijo dando un portazo.

 

Le dediqué una mirada de cansancio por encima del techo del coche.

 

—Deja de llamarme se?ora, ?vale? Me llamo Rachel.

 

Su atención se fijó en algo detrás de mí y se puso visiblemente tenso. Me giré rápidamente, esperando lo peor y relajándome al ver a una nube de ni?os pixie descendiendo con un agudo coro de conversaciones demasiado rápidas para poder seguirlas. Habían echado de menos a papá Jenks, como siempre. Mi amargo humor desapareció al ver a las veloces criaturas volando en picado vestidas de verde claro y dorado, arremolinándose alrededor de su padre en una especie de pesadilla Disney. Glenn se quitó las gafas de sol con los ojos marrones abiertos de par en par y la boca desencajada.

 

Jenks soltó un penetrante silbido con las alas y la horda se abrió lo suficiente para que pudiera volar hasta mí.

 

—Oye, Rachel —dijo—, estaré detrás si me necesitas.

 

—Vale. —Miré a Glenn y murmuré—: ?Está Ivy en casa?

 

El pixie siguió mi mirada hasta el humano e hizo una mueca, sin duda imaginándose lo que haría Ivy al conocer al hijo del capitán Edden. Jax, el primogénito de Jenks, se unió a su padre.

 

—No, se?orita Morgan —dijo forzando su voz de preadolescente hasta un tono más grave de lo habitual—, ha salido a unos recados. A la tienda, a la oficina de correos, al banco. Dijo que volvería antes de las cinco.

 

El banco, pensé con un estremecimiento. Se suponía que debía esperar hasta que yo tuviese el resto de mi alquiler. Jax describió tres círculos alrededor de mi cabeza, mareándome.

 

—Adiós, se?orita Morgan —gritó y salió disparado para reunirse con sus hermanos, que escoltaban a su padre hacia la parte trasera de la iglesia, al tocón de roble en el que Jenks había instalado a su familia numerosa.

 

Resoplé al ver que Glenn daba la vuelta al coche por detrás y se ofrecía de nuevo a llevar el depósito de agua. Negué con la cabeza y lo levanté, no pesaba tanto. Me empezaba a sentir culpable por haber dejado que Jenks le echase polvos pixie, pero entonces no sabía que iba a tener que ser su ni?era.

 

—Vamos, entra —le dije mientras empezaba a cruzar la calle hacia los anchos escalones de piedra.

 

El sonido de las suelas duras de sus zapatos se detuvo en seco.

 

—?Vives en una iglesia?

 

Entrecerré los ojos.

 

—Sí, pero no duermo con mu?ecas de vudú[1].

 

—?Eh?

 

—No importa.

 

Glenn masculló algo y mi culpabilidad aumentó.

 

—Gracias por traerme a casa —dije subiendo los escalones de piedra. Tiré de la hoja derecha de la puerta doble de madera para dejarlo pasar. No dijo nada y a?adí—: De verdad, gracias.

 

Sus pasos vacilaron en la escalera y se me quedó mirando. No sabría decir qué pensaba.

 

—De nada —dijo finalmente, aunque su voz no me dio ninguna pista tampoco.

 

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