Empujó una de las hojas de cristal de la puerta doble. El asfalto recalentado por el sol arrojó una oleada de calor cuando salí pisando fuerte tras él y estuve a punto de empujar al bajito capitán contra el edificio cuando lo vi hacer se?as a un taxi.
—Me ofreciste este caso y lo voy a llevar yo —exclamé, sacándome de la boca un rizo que el viento había echado contra mi cara—. ?Y no un estirado listillo arrogante con un sombrero de la AFI que se cree que es lo más grande desde la Revelación!
—Vale —dijo en voz baja y sorprendida di un paso atrás. Dejó mi depósito de agua en la acera y se metió el sombrero de la AFI en el bolsillo trasero—, pero de aquí en adelante estás oficialmente fuera del caso.
Me quedé boquiabierta al comprenderlo. Oficialmente no estaba allí. Inspirando eliminé la adrenalina de mi organismo. Edden asintió al ver mi rabia esfumarse.
—Te agradezco tu discreción en esto —dijo—. Enviar a Glenn a Pizza Piscary's solo no sería prudente.
—?Glenn! —exclamó Jenks con un chillido que me chirrió en los oídos y me saltó las lágrimas.
—No —dije—, yo ya tengo a mi propio equipo. No necesitamos al detective Glenn.
Jenks despegó de mi hombro.
—Sí —dijo volando entre el capitán de al AFI y yo con las alas rojas—, no jugamos bien con más gente.
Edden frunció el ce?o.
—Este es un asunto de la AFI. Tendrás la presencia de la AFI siempre que sea posible y Glenn es el único cualificado.
—?Cualificado? —se burló Jenks—. ?Por qué no admites que es el único de tus agentes que es capaz de hablar con una bruja sin mearse en los pantalones?
—No —dije con firmeza—, trabajamos solos.
Edden se puso junto al depósito de agua con los brazos cruzados, haciendo parecer su achaparrada silueta tan inamovible como un muro de piedra.
—Es nuestro nuevo especialista en inframundanos. Sé que tiene experiencia…
—?Es un imbécil! —saltó Jenks. Edden no pudo evitar una sonrisa.
—Yo prefiero llamarlo diamante en bruto.
Arrugué los labios.
—Glenn es un chulo, pagado de sí mismo… —tartamudeé buscando algo lo suficientemente despectivo—… un esbirro de la AFI que va a conseguir que lo maten en cuanto se tope por primera vez con un inframundano que no sea tan amable como yo.
Jenks asentía vehementemente con la cabeza.
—Necesita que le den una lección.
Edden sonrió.
—Es mi hijo y no podría estar más de acuerdo con vosotros —dijo.
—?Que es qué? —exclamé justo cuando un coche de camuflaje de la AFI se detuvo en la acera junto a nosotros. Edden alargó la mano hacia la manecilla de la puerta trasera y la abrió. Edden era obviamente de ascendencia europea y Glenn… Glenn no. Moví la boca intentando encontrar algo que no pudiese interpretarse ni remotamente como racista. Siendo una bruja, era más sensible a ese tipo de cosas.
—?Y cómo es que no tiene tu apellido? —logré decir.
—Ha usado el de su madre desde que se unió a la AFI —dijo Edden en voz baja—. Se supone que no debería estar bajo mi dirección, pero nadie más quería aceptar el puesto.
Arrugué el ce?o. Ahora entendía la fría recepción en la AFI. No era solo por mí. Glenn era nuevo y había aceptado un puesto que todos salvo su padre consideraban una pérdida de tiempo.
—No voy a hacerlo —dije—. Búscate a otra que haga de ni?era para tu hijo.
Edden colocó el depósito de agua en la parte de atrás.
—No seas muy dura con él.
—No me escuchas —dije en voz alta, frustrada—. Me has dado este caso. Mis socios y yo agradecemos tu oferta de ayuda, pero fuiste tú quien me llamó. Apártate y déjanos trabajar.
—?Estupendo! —dijo Edden dando un portazo para cerrar la puerta de atrás del coche—. Gracias por ir con el detective Glenn a Piscary's.
Se me escapó un grito de desesperación.
—?Edden! —exclamé atrayendo las miradas de la gente que pasaba por la calle—. He dicho que no. Solo ha salido un sonido de mis labios. Un sonido, dos letras, un significado: ?No!
Edden abrió la puerta del acompa?ante y me hizo un gesto para que entrase.
—Muchísimas gracias, Morgan. —Echó un vistazo al asiento trasero—. Por cierto, ?por qué huías de esos hombres lobos?
Mi respiración sonaba lenta y controlada. Maldición.
Edden soltó una risita y me metí en el coche, cerrando de un portazo en un intento por pillar sus regordetes dedos. Mire al conductor con el ce?o fruncido. Era Glenn. Parecía tan contento como yo. Tenia que decirle algo.
—No te pareces en nada a tu padre —le solté insidiosamente. Sus ojos miraban fijamente a través del parabrisas.
—Me adoptó cuando se casó con mi madre —dijo con los dientes apretados. Jenks vino volando dejando una estela de polvo pixie al sol.
—?Eres el hijo de Edden?
—?Algún problema con eso? —contestó beligerantemente.
El pixie aterrizó en el salpicadero con los brazos en jarras.
—No. Todos los humanos me parecéis iguales.