El bueno, el feo yla bruja

—Intentaba salvar la vida, no tener una conversación. Sin embargo tú pareces mantener una relación activa con él. ?Por qué no le preguntas?

 

Solté un bufido repentino de incredulidad.

 

—?Yo? Ya le debo un favor. No puedes pagarme lo suficiente como para que me eche más tierra encima. Pero te diré una cosa, yo lo llamo y tú le preguntas. Estoy segura de que entre ambos llegaréis a algún acuerdo en cuanto al pago.

 

Su bronceado rostro se quedó pálido.

 

—No.

 

Satisfecha, miré hacia el estanque peque?o.

 

—No me llames cobarde a menos que sea algo que tú sí harías. Soy temeraria, no estúpida. —Pero entonces vacilé. Nick sí que lo haría.

 

Una tímida sonrisa, sorprendida y auténtica se esbozó en los labios de Trent.

 

—Lo estás haciendo de nuevo.

 

—?Qué? —dije inexpresivamente.

 

—Se te ha ocurrido otra idea. Eres muy entretenida, se?orita Morgan. Observarte es como mirar a un ni?o de cinco a?os.

 

Insultada, miré al agua. Me pregunté si que Nick preguntase quién lo había mandado para matarme se consideraría una pregunta peque?a o grande que requiriese un pago adicional. Me aparté de la barandilla y decidí caminar hacia el museo para averiguarlo.

 

—?Y bien? —me soltó Trent.

 

Negué con la cabeza.

 

—Tendré la información que quieres después del anochecer —dije y Trent parpadeó sorprendido.

 

—?Vas a invocarlo? —Su repentina y poco disimulada sorpresa me pilló desprevenida y me quedé impasible, pensando que haber logrado sobresaltarlo me hinchaba el ego cuando más lo necesitaba. Lo rápido que supo ocultarla hizo que el sentimiento fuese doblemente satisfactorio—. Acabas de decir que…

 

—Me pagas por resultados, no jugada a jugada. Ya te informaré cuando averigüe algo.

 

Su expresión cambió hacia lo que me pareció era una de respeto.

 

—Te he juzgado mal, se?orita Morgan.

 

—Sí, estoy llena de sorpresas —musité a la vez que me apartaba el pelo de los ojos alborotado por el viento. El sombrero de Trent amenazaba con salir volando hacia el agua y alargué el brazo para cogerlo antes de que saliese despedido de su cabeza. Mis dedos acariciaron el sombrero y luego no había nada. Trent dio un salto hacia atrás. Me quedé boquiabierta y parpadeando, mirando el sitio donde había estado hace un instante. Se había ido. Lo encontré casi un metro y medio más allá, completamente fuera del puente. Había visto a gatos moverse así. Se irguió y parecía asustado, luego enfadado por haber dejado ver sus emociones delante de mí. El sol centelleó sobre su fino pelo. Su sombrero estaba en el agua y se estaba volviendo de un verde nauseabundo.

 

Me puse en guardia cuando Quen saltó de un árbol cercano y aterrizó suavemente delante de Trent. El hombre se quedó de pie junto a él con los brazos a ambos lados del cuerpo; parecía un samurai moderno con sus vaqueros y camisa negros. No me moví cuando noté un chorro de agua detrás de mí. Olía a sulfato de cobre y a porquería. Noté más que vi a Sharps avecinarse por detrás, frío, húmedo y casi tan grande como el puente bajo el que vivía al haber tragado una gran cantidad de agua para ganar masa corporal. Un lejano estrépito proveniente del servicio me indicó que Glenn estaba de camino.

 

Mi corazón latía con fuerza y nadie se movía. No debí tocarlo. No tenía que haberlo tocado. Me humedecí los labios y me tiré de la chaqueta, alegrándome de que Quen se hubiese dado cuenta de que no era mi intención hacerle da?o a Trent.

 

—Te llamaré cuando tenga un nombre —dije con voz frágil. Le dediqué una mirada de disculpas a Quen y me giré sobre mis talones para dirigirme a paso ligero hacia la calle, notando mis fuertes pisadas insonoras resonar por mi espina dorsal.

 

?Y tú me tienes miedo a mí?, pensé para mis adentros. ?Por qué?

 

 

 

 

 

24.

 

 

—Por tercera vez, Rachel, ?quieres otro trozo de pan o no?

 

Aparté la vista del punto de luz que se reflejaba en la superficie de mi copa de vino para ver a Nick que esperaba mi respuesta con una expresión curiosa y divertida mientras me ofrecía la cesta del pan. A juzgar por su expresión inquisitiva, supuse que llevaba así un rato.

 

—Mmm, no. No, gracias —dije bajando la vista para ver que la cena que Nick había preparado estaba casi intacta. Le dediqué una sonrisa de disculpa y llené el tenedor con la pasta y la salsa blanca. Era su cena y mi almuerzo, ambos deliciosos y más aun teniendo en cuenta que no había tenido que hacer nada salvo la ensalada. Probablemente sería lo último que comería hoy porque Ivy tenía una cita con Kist y eso significaba que yo iba a cenar un Ben & Jerry's delante de la tele. Me pareció raro que saliese con el vampiro vivo, teniendo en cuenta que era peor que un mono en lo que respectaba al sexo y la sangre, pero ciertamente no era asunto mío.

 

El plato de Nick estaba vacío y después de dejar el pan en la mesa, se sentó y jugueteó con la punta de su cuchillo haciendo equilibrios encima de la servilleta.

 

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