—?Qué te parece tan divertido? —le exigí sintiéndome una tonta.
—Tú. —Sus ojos brillaban—. Nunca estuviste en verdadero peligro en aquel foso para ratas. únicamente lo hice para restregarte tu precario estado en aquel momento. Pero la verdad es que conseguí una increíble cantidad de contactos mientras estuve allí.
—Hijo de… —apreté los labios con fuerza y cerré el pu?o.
El regocijo de Trent desapareció e inclinó la cabeza con un gesto de advertencia dando un paso atrás.
—Yo que tú no lo haría —me amenazó—, sinceramente no te lo recomiendo.
Me balanceé hacia atrás despacio. Me temblaban las rodillas por el recuerdo del foso. Me sobrecogió el atroz sentimiento de impotencia, de sentirme atrapada y obligada a matar o a morir. Había sido el juguete de Trent. Que me diera caza a lomos de un caballo no tenía ni punto de comparación con aquello. Al menos, en aquella ocasión me había descubierto robándole.
—Escúchame bien, Trent —le susurré mientras el recuerdo de Quen me obligaba a retroceder hasta que noté el frío hormigón en los ri?ones—. No voy a trabajar para ti. Voy a acabar contigo. Voy a averiguar cómo vincularte a cada uno de los asesínatos.
—Oh, por favor —dijo y me pregunté como podíamos pasar tan rápido de ser un hombre de negocios de la lista Fortune y una hábil cazarrecompensas independiente a ser dos personas discutiendo injusticias del pasado—, ?sigues con eso? Incluso el capitán Edden se dio cuenta de que el cuerpo de Dan Smather fue colocado en mis establos, por eso ha enviado a su hijo a vigilarme en lugar de presentar cargos contra mí. Y en cuanto a relacionarme con las víctimas, sí, hablé con todas ellas, pero para contratarlas, no para matarlas. Se?orita Morgan, tienes muchas cualidades, pero la de detective no es una de ellas. Eres demasiado impaciente, te dejas llevar por tu intuición, algo que parece funcionar hacia delante, no hacia atrás.
Ofendida, puse los brazos en jarras y solté un bufido de incredulidad. ?Quién se creía que era para darme lecciones?
Trent se metió la mano en el bolsillo de la camisa, sacó un sobre blanco y me lo entregó. Me acerqué con un movimiento pendular y lo cogí para abrirlo. Se me cortó la respiración al ver que contenía veinte billetes de cien dólares nuevecitos.
—Es el diez por ciento por adelantado, el resto al terminar —dijo y me dejó helada aunque intenté aparentar arrogancia. ?Veinte mil dólares?—. Quiero que averigües quién es el responsable de los asesinatos. Llevo tres meses intentando contratar a un brujo de líneas luminosas y todos acaban muertos. Se está convirtiendo en un fastidio. Lo único que necesito es un nombre.
—Puedes irte al infierno, Kalamack —dije dejando caer el sobre cuando no quiso aceptarlo de vuelta. Estaba enfadada y frustrada. Había venido aquí con una información tan valiosa que estaba segura de sacarle una confesión y acababa siendo amenazada, insultada y por último, sobornada.
Trent parecía imperturbable. Se agachó para recoger el sobre y lo golpeó varias veces contra la palma de su mano para quitarle la suciedad antes de guardarlo.
—?Te das cuenta de que con el peque?o espectáculo que diste ayer te has convertido en la siguiente en la lista del asesino? Encajas en el perfil a la perfección tras demostrar tanta eficacia en el manejo de la magia de líneas luminosas y ahora le a?ades nuestro peque?o encuentro de hoy.
Maldición. Lo había olvidado. Si Trent no era en realidad el asesino, entonces no tenía nada para evitar que el verdadero criminal viniese a por mí. De pronto el sol parecía no calentar lo suficiente. Me quedé sin aliento y sentí náuseas al darme cuenta de que iba a tener que encontrar al verdadero asesino antes de que él me encontrase a mí.
—Ahora —dijo Trent con una voz más suave que el agua—, acepta el dinero para que pueda decirte lo que he logrado averiguar.
El estómago se me hizo un nudo al sostener su mirada burlona. Iba a hacer exactamente lo que él quería. Me había manipulado para que acabase ayudándole. Maldición, maldición y doble maldición. Crucé hasta su lado del puente y apoyé los codos sobre la gruesa barandilla, dándole la espalda a Glenn. Sharps estaba nadando en las profundidades del estanque y solo por la ausencia de patos sabía que estaba allí. Junto a mí estaba Trent.
—?Enviaste a Sara Jane a la AFI con la única intención de que Edden me implicase en esto? —pregunté amargamente.
Trent se movió, acercándose tanto que pude oler el aroma a limpio de su loción para después del afeitado. No me gustaba que estuviese tan cerca, pero si me movía, sabría que me molestaba.
—Sí —dijo en voz baja.