El bueno, el feo yla bruja

Glenn me arrastró hasta las escaleras.

 

—Glenn —dije tropezando con el primer escalón. Me habría caído si no me estuviese sujetando. Otro vehículo de la AFI estaba entrando en el aparcamiento. Esta vez era una morgue móvil. Glenn no quería correr ningún riesgo y prefería traerlos a todos aquí.

 

Lentamente fue desapareciendo la sensación de que mis piernas eran de algodón conforme ponía más distancia con lo que había visto en aquella habitación. Observé a los agentes de la AFI bromear entre ellos sin entenderlo. Obviamente yo no estaba hecha para trabajar en la escena del crimen. Yo era cazarrecompensas no investigadora. Mi padre había trabajado en la antigua división que encontraba a la mayoría de los cadáveres. Ahora entendía por qué nunca decía gran cosa acerca de su trabajo a la hora de la cena.

 

—Glenn —insistí de nuevo mientras me empujaba hacia la sala abierta entre los establos. Trent estaba allí en un rincón con Sara Jane y Quen, contestando en voz baja las preguntas. Glenn se detuvo en seco al verlos. Miró a su padre y este se encogió de hombros. El capitán de la AFI estaba sentado frente a un ordenador portátil apoyado sobre un haz de paja puesto de pie. Alguien había traído un cable desde la furgoneta de criminalística y los rechonchos dedos de Edden se movían sobre el teclado haciendo de ayudante para poder quedarse.

 

Glenn arrugó la cara irritado e hizo un gesto en dirección al agente más joven que estaba con Trent.

 

—Glenn —dije mientras el agente se acercaba a nosotros—, el cadáver de ahí arriba no es el de la doctora Anders.

 

La expresión de Edden tras sus gafas se tornó inquisitiva. Glenn me miró un instante.

 

—Lo sé —dijo—, el cadáver es más antiguo. Siéntate y cállate.

 

El agente de la AFI se detuvo junto a nosotros y abrí los ojos de par en par al ver a Glenn ponerle un brazo sobre los hombros de forma agresiva.

 

—Te dije que los detuvieses —le dijo en voz baja—. ?Qué hacen aquí todavía?

 

El agente se quedó blanco.

 

—?Se refería a que los metiese en uno de los coches? Pensé que el se?or Kalamack estaría más cómodo aquí.

 

Glenn apretó los labios y sus músculos del cuello se tensaron.

 

—Detenidos para ser interrogados significa que hay que llevarlos a la AFI. No se interroga a la gente en la misma escena del crimen cuando es tan importante como en este caso. Llévatelos de aquí.

 

—Pero usted no dijo… —El hombre tragó saliva—. Sí, se?or. —Le echó una mirada a Edden y se dirigió hacia Trent y Sara Jane con cara de pedir disculpas, asustado y con aspecto de ser muy joven, pero no tenía tiempo para compadecerme de él.

 

Glenn seguía enfadado y se asomó por encima del hombro de su padre para teclear su propia contrase?a con un solo dedo. Se me revolvió el estómago y luego pareció asentarse. Bajé la pantalla del ordenador sobre sus manos. Glenn apretó la mandíbula y ambos levantaron la vista para mirarme. Me giré hacia Trent y Sara Jane que se alejaban y esperé hasta que Edden y Glenn siguieron mi mirada hacia ellos antes de decir:

 

—No puedo asegurarlo, pero creo que es Dan.

 

La expresión de Sara Jane se quedó inexpresiva durante un revelador instante. Luego abrió los ojos exageradamente y se aferró a Trent. Abrió y cerró la boca y luego enterró su cara en el hombro de su jefe y empezó a sollozar. Trent le dio unas palmaditas en el hombro, pero sus ojos estaban clavados en mí, entornados por la rabia.

 

Edden arrugó los labios pensativo, haciendo que su grisáceo bigote sobresaliese mientras intercambiábamos perspicaces miradas. Sara Jane no conocía a Dan tan bien como quería hacer ver a todo el mundo. ?Por qué iba Trent a pedirle a Sara Jane que fuese a la AFI con una denuncia falsa de desaparición cuando él sabía que lo encontraríamos en su finca? A no ser que no lo supiese. Pero ?cómo no iba a saberlo?

 

Al parecer, Glenn no se había enterado de nada y me agarró por el brazo para tirar de mí pasando junto a una histérica Sara Jane de camino a la sombra del roble.

 

—Maldita sea, Rachel —dijo entre dientes mientras conducían a la llorosa Sara Jane hasta uno de los coches de policía—. ?Te dije que te callases! Vete, ahora. Tu peque?a gracia podría bastar para que Kalamack saliese libre.

 

Incluso con los tacones, Glenn seguía siendo más alto que yo y eso me fastidiaba.

 

—?Ah, sí? —le espeté—. Me pediste que estudiase las reacciones de Trent. Pues bien, eso he hecho. Sara Jane no sabría distinguir a Dan Smather de su cartero. Trent lo mandó matar y ese cuerpo ha sido movido.

 

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