El bueno, el feo yla bruja

La fuerza de la línea luminosa se arremolinaba a mi alrededor y me provocaba un hormigueo en la piel y hacía flotar mi pelo, pero el equilibrio era perfecto. Me había dejado temblorosa, pero ya no tenía que luchar contra la presión de su poder. ?Por qué nunca nadie me había contado todo esto? Entrar en una línea luminosa era mucho más fácil que mantenerse conectada a ella, incluso si costaba un poco acostumbrarse al viento cargado de arena.

 

Con los ojos aún cerrados, observé siempre jamás, pensando que era aun más extra?o bajo el sol de los demonios. Las paredes del despacho de Trent habían desaparecido y únicamente la conversación en voz baja de Edden con Nick me mantenía unida a la realidad y le confirmaba a mi agotada mente que no, no había cruzado hacia siempre jamás, que estaba solo asomada a una trampilla contemplado una visión del otro lado.

 

A mi alrededor se extendía por todas direcciones un paisaje de bosquecillos de árboles diseminados y amplias extensiones vacías. Hacia el este y el oeste se extendía el lazo nebuloso de la línea luminosa. Yo estaba más o menos en los dos tercios de su considerable longitud y ahora podía decir que llegaba hasta la oficina trasera de Trent. El cielo era de un amarillo deslucido y el sol era intenso. Sus rayos golpeaban a los achaparrados y rechonchos árboles como si quisiesen aplastarlos contra el suelo. Notaba como si me atravesaran, rebotando en el suelo para calentarme las plantas de los pies. Incluso la basta hierba parecía atrofiada y apenas me llegaba a media pantorrilla. En la distancia, hacia el oeste brumoso, había un conjunto de líneas definidas y ángulos elevados sobre el terreno. La ciudad de los demonios, inquietante y extra?a, estaba obviamente rota.

 

—Bien —dije con un suspiro y Edden mandó callar a Nick, que le pedía más información de lo que pasaba.

 

Sabía que Trent me observaba aunque no podía verlo. Le di la espalda para que no pudiese leerme los labios y susurré la primera mitad del ensalmo.

 

Afortunadamente recordaba la corta frase traducida, ya que no quería abrir los ojos para leerla de la palma de mi mano.

 

Conforme las palabras abandonaban mis labios, un ligero desequilibrio de la energía de siempre jamas se agitó en mis pies, arremolinándose y ascendiendo hasta mi estómago. Se me aflojaron las rodillas al notar que la hierba queme rodeaba se inclinaba hacia mí. La fuerza de la línea luminosa fluyó por mi cuerpo con un agradable cosquilleo. Me preguntaba lo intensa que llegaría a ser la sensación, sin querer reconocer que era agradable.

 

Un repentino remolino de poder me levantó el pelo al empezar a decir la segúnda parte. Cuando solo me faltaba decir la palabra para la invocación, la energía se disparó, enviando un remolino de hormigueos por todo mi cuerpo. Permaneció así durante un momento, luego salió disparada de mí con una pulsación amarilla que se extendió por los contornos de la tierra con ondas.

 

—Joder —dije y luego me tapé la boca, esperando no haber estropeado el encantamiento. Todavía no había terminado. Conmocionada observé con mi segunda visión que la hoja plana de energía de siempre jamás se alejaba a toda velocidad. La onda era del color de mi aura y me sentí incómoda. Me recordé a mí misma que el hechizo solo había adoptado el color de mi aura, no el aura en sí.

 

El anillo continuó expandiéndose hasta que apenas se distinguía en la distancia. No sabía si alegrarme o preocuparme de que aparentemente hubiese alcanzado la ciudad medio oculta. Además, la onda iba cambiando el paisaje de siempre jamás. Mi asombro se tornó inquietud al darme cuenta de que a su paso aparecían unas franjas de color verde brillante.

 

Aparecían cadáveres, por todas partes. Junto a mí veía los más peque?os, algunos no mayores que una u?a. Más lejos, solo podía distinguir a los más grandes. La primera sensación de náuseas se calmó al darme cuenta de que el hechizo estaba revelando todo lo que estaba muerto: roedores, pájaros, bichos, todo. Había una gran cantidad de cadáveres grandes hacia el este, ordenados en filas y columnas. Sentí un momento de pánico hasta que me di cuenta de que estaban justo donde se alzaban los establos de Trent en el mundo real y que probablemente fuesen los cuerpos de sus antiguos caballos ganadores.

 

Mis latidos se calmaron e intenté recordar la última palabra, la que indicaría al hechizo que debía indicarme solo los restos humanos. Fruncí el ce?o y me erguí en el despacho de Trent con los pies firmemente plantados en la entrada de siempre jamás, intentando recordar cuál era.

 

—Oh, ?qué delicia! —oí decir a una voz refinada detrás de mí.

 

Esperé a que alguien me informase de quién acababa de entra en el despacho de Trent, pero nadie dijo nada. Se me erizó el pelo de la nuca y me temí lo peor. Mantuve los ojos cerrados y mi segunda visión abierta y me giré. Me llevé la mano a la boca y me quedé paralizada. Era un demonio con una bata y zapatillas de estar por casa.

 

—?Rachel Mariana Morgan? —dijo y luego sonrió maliciosamente. Tragué saliva con fuerza. Vale, sí, era mi demonio—. ?Qué haces en la línea del despacho de Trenton Aloysius Kalamack? —me preguntó.

 

Se me aceleró la respiración y sacudí una mano a mis espaldas intentando encontrar el borde de la línea.

 

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