—Y tú tienes una que atraviesa tu jardín trasero —me contestó Trent con rotundidad. Con la mandíbula apretada miró hacia Edden. Casi pude percibir su deseo de que el capitán de la AFI no estuviese allí. Su expresión estaba adornada con una advertencia amenazadora. No era del dominio público que solo los humanos y los brujos podían manipular las líneas luminosas, pero cualquiera podía deducirlo y sabía que quería que me callase. Estaba más que dispuesta a hacerlo. Sabía que poseer esa información era como sujetar a una cobra por la cola.
Me temblaban los dedos por el efecto de la adrenalina y cerré los pu?os antes de girarme hacia la línea de un metro de ancho que atravesaba la oficina de Trent. Describía una franja de este a oeste delante de su mesa, más fiable que cualquier brújula. Supuse que probablemente también atravesara su oficina trasera. En cuanto estuviese dentro podría afirmarlo con seguridad.
Rompí a sudar por la parte baja de la espalda al mirar fijamente la línea. Nunca me había metido en una antes. A no ser que se hiciese un esfuerzo por tocarla, se podría atravesar sin sentir nada. Respiré hondo para relajarme. Si Algaliarept aparecía, lo único que debía hacer era salir de la línea. El demonio no podría salir de siempre jamás mientras el sol estuviese por encima del horizonte. Tras una última mirada recelosa a los dos hombres que flanqueaban a Trent, protegiéndolo, cerré los ojos. Me calmé y alcancé con mi voluntad la línea luminosa. Su poder, embriagador, me inundó. El pulso se me aceleró de golpe y creo que me tambaleé. Mi respiración se volvió rápida y superficial. Levanté la mano para indicar a Edden que no me tocase. Lo había oído levantarse. Mientras él le hacía preguntas en voz baja a Nick, dejé caer la cabeza sin hacer nada más que conducir las corrientes de poder que me recorrían con pulsaciones cada vez más fuertes, llegando hasta mis extremidades. Me empezó a doler la cabeza cuando la energía rebotó y chocó contra el flujo que seguía entrando. Tuve un instante de pánico al notar que crecía, crecía y seguía creciendo. ?Hasta dónde llegaba la fuerza de esta cosa?
Me sentía como un globo demasiado hinchado y me parecía que iba a estallar o a volverme loca. Por eso, pensé casi jadeante, las brujas de líneas luminosas tenían familiares. Sus animales filtraban la energía en crudo ya que sus mentes eran más simples y podían soportar mejor la presión. Yo no dejaría que Nick se arriesgase por mí. Tenía que hacerlo sola. Y eso que todavía no había entrado en la línea. Quién sabía lo que aumentaría la potencia entonces.
Lentamente el flujo decayó, haciéndose más tolerable. Sentía un cosquilleo interno y tomé aire produciendo un sonido sospechosamente parecido a un sollozo. El equilibrio de energías finalmente pareció igualarse. Los mechones de pelo que se habían soltado de mi trenza me hacían cosquillas en el cuello, movidos por el viento que soplaba a mi alrededor procedente de siempre jamás.
—Dios mío… —oí murmurar a Edden y deseé no haber perdido su confianza. Creo que no había llegado a comprender de verdad lo diferentes que éramos hasta ese momento, al ver mi pelo elevarse movido por una brisa que solo yo podía notar.
—No parece una gran bruja —oí decir a Jonathan—. Se tambalea borracha de poder a mediodía.
—Quizá, si estuviese conectándose a la línea como la mayoría de la gente —dijo Quen con un susurro gutural y me esforcé por escucharlo—. No usa ningún familiar, Sa'han. Está canalizando toda la maldita línea ella sola.
La inspiración alarmada de Jonathan me dio ánimos hasta que después dijo:
—Mátala. Esta noche. Ya no vale la pena correr riesgos.
Casi abro los ojos de par en par, pero los mantuve cenados para que no supiesen que los había oído Mi corazón latía desbocado, retumbando en mis oídos y sumándose a la lenta sensación de hinchazón por la energía de la línea luminosa que seguía entrando poco a poco.
—Jonathan —dijo Trent con tono cansado—, no se mata a alguien porque sea más fuerte que tú, encuentras la forma de usarlo.
?Usarme?, pensé amargamente. Por encima de mi cadáver. Deseando que no fuese una premonición, levanté la cabeza, crucé los dedos, recé para no estar cometiendo un error y entré en la línea luminosa.
Se me doblaron las rodillas al desvanecerse el poder que me llenaba dolorosa y repentinamente. Había desaparecido. El desagradable flujo de siempre jamás había cesado. Sin poder creérmelo, me levanté al darme cuenta de que tenía una rodilla en el suelo. Hice un esfuerzo por mantener los ojos cerrados para no perder mi segunda visión y le di un manotazo a la mano de Edden, que me había cogido por el hombro.