Miré a Trent y noté que su satisfacción flaqueaba ante la repentina mirada inquisitiva que sabía que le estaba dedicando. Trent hizo un gesto a Jonathan levantando un dedo para que se callase y se fijase en mí, obviamente intentado adivinar qué estaba pensando.
Si hacer un hechizo de búsqueda usando magia terrenal era evidentemente magia blanca, se deducía que hacer uno usando magia de líneas luminosas también lo sería. El coste a cargo de mi karma sería minúsculo, menor que, por ejemplo, mentir diciendo que era mi cumplea?os para conseguir una bebida gratis. Y además, tanto si se hacía con magia terrenal o de líneas luminosas, un encantamiento de búsqueda quedaba incluido en la orden de registro e incautación.
Se me aceleró el pulso y me toqué el pelo con la mano. No me sabía el ensalmo, pero puede que Nick lo tuviese en sus libros y si Trent usaba magia de líneas luminosas para cubrir sus huellas, debía de haber una línea luminosa lo suficientemente cerca como para usarla. Interesante.
—Necesito hacer una llamada —dije oyendo mi voz como si saliese de fuera de mi cabeza.
Trent se quedó sin palabras. Me gustaba ver en él esa sensación.
—Puede usar el teléfono de mi secretaria —dijo.
—Tengo el mío —dije rebuscando en mi bolso—, gracias.
Edden me echó una mirada desconfiada y se volvió para seguir hablando con Trent y Jonathan. Por su actitud educada y mirada apaciguadora pensé que estaría intentando suavizar las olas políticas que la fallida visita de la AFI iba a levantar. Me puse en pie, tensa, y me dirigí a la otra esquina para quedar fuera del ángulo de la cámara y de sus oídos.
—Cógelo —susurré mientras buscaba en mi agenda y pulsaba el botón—, cógelo, Nicky, por favor, cógelo… —Puede que hubiese salido a comprar. Podría estar haciendo la colada o echándose una siesta o en la ducha, pero estaba dispuesta a apostar mi inexistente paga a que seguía leyendo ese maldito libro. La tensión de mis hombros se distendió cuando cogió el teléfono. Estaba en casa. Me encantaban los hombres predecibles.
—Hola —dijo con tono preocupado.
—Nick —susurré—, gracias a Dios.
—?Rachel? ?Qué pasa? —preguntó inquieto devolviéndome la tensión a los hombros.
—Necesito tu ayuda —dije mirando a Edden y a Trent e intentando mantener la voz baja—. Estoy en la propiedad de Trent con el capitán Edden. Tenemos una orden de registro. ?Podrías buscar en tus libros un encantamiento de líneas luminosas para encontrar a, mmm, a gente muerta?
Hubo un silencio.
—Eso es lo que más me gusta de ti, Ray-ray —dijo y oí de fondo el sonido de un libro deslizándose seguido de un golpe seco—. Me dices unas cosas preciosas.
Esperé con un nudo en el estómago mientras oía pasar páginas a lo lejos a través del teléfono.
—Gente muerta —murmuró sin extra?arse lo más mínimo, mientras notaba en el estómago que las mariposas me martirizaban con martillos neumáticos—. Hadas muertas, fantasmas muertos. ?Te vale una invocación para fantasmas?
—No —dije mordiéndome el esmalte de u?as al darme cuenta de que Trent me observaba mientras hablaba con Edden.
—Reyes muertos, ganado muerto…, ah, gente muerta.
Se me aceleró el pulso y rebusqué un bolígrafo en el bolso.
—Vale… —Se quedó en silencio mientras lo leía—. Es bastante sencillo, pero no creo que puedan usarlo de día.
—?Por qué no?
—?Recuerdas que las lápidas de nuestro mundo se muestran en siempre jamás? Bueno, pues este hechizo hace que las tumbas sin identificar de nuestro mundo hagan lo mismo, pero tienes que ser capaz de ver siempre jamás con tu segunda visión y eso no lo podrás hacer hasta que se haya puesto el sol.
—Puedo hacerlo si estoy cerca de una línea luminosa —susurré sintiendo frío de repente. Nunca había leído esa información en ningún libro, me lo había dicho mi padre cuando tenía ocho a?os.
—Rachel —protestó tras un momento de titubeo—. No puedes. Si ese demonio se entera de que estás conectando con una línea luminosa, intentará arrastrarte por completo con él hasta siempre jamás.
—No puede. No posee mi alma —susurré volviéndome para que no me leyesen los labios.
Nick permaneció en silencio y mi respiración me pareció que sonaba muy fuerte.
—No me gusta —dijo finalmente.
—A mí no me gusta que tú invoques a demonios, y no le llames ?él? como si fuese un hombre, es una cosa, no una persona.
El otro lado del teléfono permaneció en silencio. Miré a Trent y luego le di la espalda. Me preguntaba si tendría el oído muy fino.
—Vale —dijo Nick—, pero tiene dos tercios de mi alma y un tercio de la tuya. ?Y si…?
—Las almas no se suman como los números, Nick —dije con voz áspera por la preocupación—. Es cosa de todo o nada. No tiene toda mi alma ni toda la tuya. No pienso irme de aquí sin demostrar que Trent mató a esa mujer. ?Cómo es ese ensalmo?
Esperé y noté que me traqueaban las rodillas.
—?Tienes un boli? —dijo y asentí sin acordarme de que no podía verme.