—Y si contase los números y letras, ?encontraría algo raro?
—?Se?or! Todas estarían limpias excepto las del número dos que no estarían o estarían cubiertas de pintura, ?se?or!
El teniente Ethridge no dice nada durante unos minutos, dejando que el mensaje penetre. En realidad, nadie sabe de qué co?o habla. La atmósfera se vuelve tensa hasta que finalmente el sargento Shaftoe intenta algo desesperado. Se vuelve, deja a Ethridge a su espalda, y se dirige a los hombres:
—?Quiero que pintéis todas esas putas plantillas!
Los marines cargan sobre los contenedores de basura como si fuesen fortines nipos, y el teniente Ethridge parece aplacado. Bobby Shaftoe, habiendo ganado un buen montón de puntos, lleva a los soldados Daniels, Nathan y Branph a la calle antes de que el teniente Ethridge se dé cuenta de que no fue más que una conjetura. Se dirigen al contenedor de carne situado en lo alto de la cresta, a paso ligero.
Esos marines son todos letales veteranos del combate o en caso contrario no se habrían metido en un asunto tan feo: atrapados en un continente tan gratuitamente peligroso (áfrica), rodeados por el enemigo (tropas del Ejército de Tierra de los Estados Unidos). Aun así, cuando entran en el congelador y echan su primer vistazo al soldado de primera Hott, quedan todos en silencio.
El soldado Branph junta las manos, rozándolas furtivamente.
—Buen Dios…
—?Cállese, soldado! —dice Shaftoe—. Ya lo he hecho yo.
—Vale, sargento.
—?Vaya a buscar una sierra para carne! —dice Shaftoe al soldado Nathan.
Los soldados se quedan boquiabiertos.
—?Para el puto cerdo! —aclara Shaftoe. A continuación se vuelve hacia el solado Daniels, que lleva un fardo informe, y dice—: ?ábralo!
El fardo (que Ethridge le había dado a Shaftoe) resulta que contiene un traje de buceo negro. No es el modelo militar, sino algún tipo de modelo europeo. Shaftoe lo despliega y examina sus distintas partes mientras los soldados Nathan y Branph desmiembran a Heladito el Cerdo con golpes potentes de la enorme sierra.
Trabajan todos en silencio cuando les interrumpe una nueva voz.
—Buen Dios —empieza a decir la voz, y todos levantan la vista para ver a un hombre cerca con las manos unidas en oración.
Sus palabras, sacramentalmente condensadas en una visible y saliente nube de vapor, le velan la cara. El uniforme y rango están oscurecidos por una manta del ejército que lleva sobre los hombros. Tendría el aspecto de un profeta de tierra santa de los que van a camello si no estuviese tan bien afeitado y llevase Gafas de Prevención de Violaciones.
—?Maldición! —dice Shaftoe—. Ya he dicho una puta oración.
—Pero ?rezamos por el soldado Hott o por nosotros? —pregunta el hombre.
Pregunta difícil. Todos se callan y la sierra deja de moverse. Shaftoe suelta el traje de buceo y se pone en pie. El Hombre de la Manta tiene el pelo muy corto y gris, o quizá sea que se le está empezando a acumular escarcha. Sus ojos color hielo miran a Shafitoe a través de los cristales de varios kilómetros de espesor de sus GPV, como si realmente esperase una respuesta. Shafitoe se acerca y ve que el hombre lleva un alzacuellos.
—Dígamelo usted, reverendo —dice Shaftoe.
Y entonces reconoce al Hombre de la Manta. Está a punto de soltar un sonoro ??Qué co?o estás haciendo aquí'??, pero algo le hace contenerse. La mirada del capellán se dirige a un lado, en un movimiento tan rápido y ligero que sólo Shaftoe, quien prácticamente lo tiene cara a cara, puede ver. El mensaje es: ?Calla, Bobby, hablaremos después.?
—El soldado Hott está ahora con Dios… o adonde vaya la gente cuando muere —dice Enoch—. Podéis llamarme Hermano Root.
—?Qué actitud es ésa? Claro que está con Dios. ?Jesús! ?Adonde vaya la gente cuando muere.? ?Qué clase de capellán es usted?
—Supongo que soy un capellán estilo Destacamento 2702 —dice el capellán. Finalmente, el teniente Enoch Root deja de mirar a Shaftoe, y vuelve la vista hacia la acción—. Sigan con lo suyo, amigos —dice—. Parece que esta noche comeremos beicon.
Los hombres ríen nerviosos y vuelven a cortar.
Una vez que consiguen separar el cuerpo del cerdo del de Hott, cada uno de los marines agarra un miembro. Llevan a Hott a la carnicería, que ha sido evacuada temporalmente para poder realizar esa operación, de forma que los antiguos camaradas-en-la-carne de Hott no vayan extendiendo rumores por ahí.
La evacuación apresurada de la carnicería después de que uno de sus operarios fuese hallado muerto en el suelo podría provocar algunos rumores de por sí. Por lo que la versión oficial, recién inventada por el teniente Ethridge, consiste en que el Destacamento 2702 es (al contrario de toda apariencia externa) un equipo médico de élite preocupado de que Hott haya sido infectado por una forma rara de envenenamiento alimenticio del norte de áfrica. Incluso algo que los franceses dejaron deliberadamente, ya que, por lo que se sabe, están un poco enfadados por el hundimiento de su acorazado. En cualquier caso, hay que cerrar la carnicería (dice la historia) durante un día para revisarla detenidamente. El cuerpo de Hott será cremado antes de enviárselo a su familia, simplemente para asegurarse de que la terrible enfermedad no se extienda por Chicago —la capital planetaria de los mataderos— donde sus incalculables consecuencias podrían alterar el resultado de la guerra.
Sobre el suelo hay un ataúd militar, simplemente para preservar la ficción. Shaftoe y sus hombres lo ignoran por completo y comienzan a vestir el cuerpo, primero con un horrendo ba?ador y a continuación con los diversos elementos del traje de buceo.
—?Eh! —dice Ethridge—. Pensé que los guantes se ponían al final.