—?Da mala suerte tener un capellán? ?Por qué?
—Quiere decir que los de arriba esperan muchos funerales, por eso.
—Por tanto, está asumiendo que lo único que puede hacer un clérigo es oficiar funerales. Interesante.
—Y bodas y bautizos —dice Shaftoe. Y todos los demás marines ríen con ganas.
—?Podría ser que se siente un poco ansioso por la naturaleza de la primera misión del Destacamento 2702? —pregunta Root, mirando al fallecido Hott y luego directamente a los ojos de Shaftoe.
—?Ansioso? Escuche, reverendo, he hecho cosas en Guadalcanal que hacen que esto parezca una jodida reunión social.
Los demás marines la consideran una gran respuesta, pero Root no parece sentirse afectado.
—?Sabía por qué hacía esas cosas en Guadalcanal?
—?Claro! Para permanecer con vida.
—?Sabe por qué hace esto?
—Claro que no.
—?No le irrita ni un poquito? ?O es demasiado estúpido para que le importe?
—Bien, ha conseguido ponerme contra las cuerdas, reverendo —dice Shaftoe. Después de una pausa sigue hablando—. Admito que siento un poco de curiosidad.
—?Sería útil que hubiese en el Destacamento 2702 alguien que pudiese contestar a sus preguntas?
—Supongo que sí-refunfu?a Shaftoe—. Simplemente, parece raro tener un capellán.
—?Por qué parece raro?
—Por el tipo de unidad.
—?De qué tipo es esta unidad? —pregunta Root. Hace la pregunta con cierto placer sádico.
—Se supone que no debemos hablar de ello —dice Shaftoe—. Y en todo caso, no lo sabemos.
Colina abajo, inmensas rampas descienden con pompa en zigzag sobre filas de arcos rayados hasta llegar a la ramificación de líneas ferroviarias que alimentan el puerto desde el sur.
—Es como encontrarse en el punto de salida de una jodida máquina de pinball —dice B. Shaftoe, mirando el camino que acaban de recorrer, pensando en lo que podría salir rodando de la Casbah.
Se dirigen hacia el sur por la línea ferroviaria y llegan a una zona de depósitos de minerales, pilas de carbón y chimeneas, fácilmente iden-tificables para el Scout de los Grandes Lagos Shaftoe, pero aquí son operadas por una especie de dispositivo multicultural de más de un millón de engranajes de profundidad. Paran frente a la Société Aígérien-ne d'Eclairage et de Forcé, un monstruo de dos chimeneas con la pila de carbón más grande de todas. Se encuentran en mitad de ninguna parte, pero es más que evidente que les esperan. Se produce —como allí a donde va el Destacamento 2702— un extra?o Efecto de Inflación de Rango. Dos tenientes, un capitán y un mayor introducen el ataúd en la SAEF, ?vigilados por un coronel! No hay ni un solo soldado raso a la vista, y Bobby Shaftoe, un simple sargento, se pregunta por el trabajo que le asignarán a él. También se produce un Efecto de Negación de Papeleo; cuando Shaftoe espera que le sometan a la media hora habitual de burocracia, un oficial ansioso se acerca corriendo, agita las manos con furia y les permite pasar.
Un árabe, que lleva en la cabeza lo que parece una lata roja de café, abre tirando una puerta de hierro; las llamas le atacan y las derrota con una barra de hierro ennegrecida. Los portadores del féretro lo centran en la abertura y lo meten dentro, como si metiesen un enorme proyectil en un ca?ón de dieciséis pulgadas, y el hombre con la lata en la cabeza cierra la puerta de un golpe, lo que hace que la borla de la lata se agite como loca. Antes siquiera de haber asegurado la puerta ya está aullando como uno de los tipos de la Casbah. Los oficiales se quedan por los alrededores, poniéndose de acuerdo y firmando con sus nombres en un documento.
De esta forma, con una ausencia de complicaciones que un veterano del combate como Bobby Shaftoe sólo puede considerar extra?a, el camión abandona la Sociéíé Algérienne d'Echirage et de Forcé y enfila por esas condenadas rampas en dirección a Argel. El camino es muy inclinado: una trayectoria continua en primera. Los vendedores con los carritos llenos de aceite hirviendo no sólo se mantienen a su lado, sino que fríen cosas por el camino. Los perros de tres patas corren y luchan justo debajo del camión. El Destacamento 2702 también se ve tercamente seguido por nativos ataviados con latas de café que les amenazan con tocar guitarras fabricadas con latas alemanas, y por vendedores de naranjas, encantadores de serpientes y algunos tipos de ojos azules en albornoz que ofrecen porciones de un material oscuro sin envoltorio ni identificación. Como las piedras, es posible clasificarlos por analogía con las frutas y con elementos deportivos. Generalmente van desde las uvas a las pelotas de béisbol. En cierto momento, el capellán cambia impulsivamente una chocolatina por una pelota de golf de esa sustancia.
—?Qué es? ?Chocolate? —pregunta Bobby Shaftoe.
—Si fuese chocolate —dice Root—, ese tipo no me lo hubiese cambiado por una chocolatina.
Shaftoe se encoge de hombros.
—A menos que sea una mierda de chocolate.
—?O mierda auténtica! —suelta el soldado Nathan provocando carcajadas.
—?Has oído hablar de la María? —pregunta Root.
Shaftoe —modelo a seguir y líder de hombres— contiene el impulso de soltar: ??Oír hablar de ella? ?Me la he follado!?
—Esta es su esencia concentrada —dice Enoch Root.
—?Cómo lo sabe, reverendo? —pregunta el soldado Daniels.
El reverendo no se muestra afectado.
—Aquí soy el hombre de Dios, ?no? ?Conozco el aspecto religioso'.'
—?Sí, se?or!
—Bien, una vez hubo un grupo de musulmanes llamado hashishin que se comían esa cosa y luego iban a matar gente. Eran tan buenos que se volvieron famosos por infames. Con el tiempo la pronunciación del nombre ha cambiado: los conocemos como asesinos.
Se produce un silencio adecuadamente respetuoso. Al final, el sargento Shaftoe dice.
—?A qué co?o esperamos?
Comen un poco. Shaftoe, al ser el soldado de mayor rango de los presentes, come más que los demás. No pasa nada.