El Código Enigma

—La se?al de fuego era una tecnología antigua y simple. Con el lenguaje de la ciencia moderna, su luz era una forma de ?radiación electromagnética?, propagándose en línea recta sobre la bahía de Manila, portando un único bit de información. Pero, en una época hambrienta de información, ese único bit lo era todo para la gente de Manila.

 

Entra música funky. Cambio a plano de la Manila moderna. Centros comerciales y hoteles de lujo en Makati. Fábricas de electrónica, escolares sentados frente a pantallas de ordenador. Antenas parabólicas. Barcos descargando en el inmenso puerto libre de la bahía de Su-bic. Muchas, muchas sonrisas, y gestos con el pulgar.

 

—Filipinas hoy es una dínamo económica en desarrollo. A medida que crece su economía, también crece su sed de información… no bits individuales, sino cientos de miles de millones. Pero la tecnología para transmitir esa información no ha cambiado tanto como podría suponerse.

 

De vuelta a la imagen en 3—D de la bahía de Manila. Pero en esta ocasión, en lugar de una hoguera en Corregidor, hay una antena de microondas en una torre situada en el punto alto de la isla, disparando ondas sinusoidales azul eléctrico a toda la extensión del área metropolitana de Manila.

 

—La radiación electromagnética, en este caso microondas, que se propaga en línea recta, puede transmitir vastas cantidades de información con rapidez. La tecnología moderna de la criptografía permite que esa se?al sea segura frente a posibles fisgones.

 

De vuelta al plano del galeón y el vigía.

 

—En los viejos días, la posición de Corregidor a la entrada de la bahía de Manila la convertía en un lugar de vigilancia natural; un lugar en el que podía reunirse información sobre los barcos que se acercaban.

 

Cambio al plano de una barcaza en algún sitio, arrojando al mar un grueso conjunto de cables, submarinistas trabajando con ristras de balizas color naranja.

 

—Hoy, la situación geográfica de Corregidor la convierte en el lugar ideal para cables de fibra óptica a gran profundidad. La información que viene por esos cables, desde Taiwán, Hong Kong, Malasia, Nipón y Estados Unidos, puede transmitirse directamente al corazón de Manila. ?A la velocidad de la luz!

 

Más gráficos 3—D. En esta ocasión, una representación detallada del perfil urbano de Manila. Randy se lo sabe de memoria, porque ha reunido los datos para aquella maldita presentación recorriendo la ciudad con el maldito receptor GPS. El rayo de bits de Corregidor viene directamente de la bahía y da en la diana de la antena en lo alto de un edificio de cuatro pisos sin especificar, entre el Fuerte Santiago y la catedral de Manila. Es el edificio de Epiphyte Corp. A continuación, otras antenas retransmiten la información al edificio de la APT y otros lugares cercanos: rascacielos en Makati, edificios de oficinas del gobierno en Ciudad Quezón y una base de las fuerzas aéreas al sur de la ciudad.

 

El personal del hotel tiende una pasarela enmoquetada entre el rompeolas y el bote. Mientras Randy la recorre, la mujer le ofrece la mano. El la toma y la agita.

 

—Randy Waterhouse —dice.

 

Ella tira de su mano y lo sube a bordo; no tanto como recibimiento sino para impedir que se caiga por la borda.

 

—Hola, Amy Shaftoe —dice—. Bienvenido al Glory.

 

—?Perdóneme?

 

—Glory. El nombre de este bote es Glory —dice. Habla con franqueza y claridad, como si se comunicase por radio con mucho ruido—. En realidad, se llama Glory IV—a?ade. Su acento es más o menos del Medio Oeste, con cierto deje sure?o, y también algo de filipino. Si la viese por la calle en alguna ciudad del Medio Oeste es posible que ni siquiera apreciase alrededor de sus ojos los rastros de antepasados asiáticos. Tiene el cabello casta?o, con mechas rubias, lo suficientemente largo para formar una cola de caballo, no más.

 

—Perdóneme un segundo —dice, mete la cabeza en la cabina del piloto y habla en una mezcla de tagalo e inglés. El piloto asiente, mira a su alrededor y comienza a manipular los controles. El personal del hotel retira la pasarela—. ?Oigan! —dice Amy con calma, y les lanza a cada uno un paquete de Marlboro.

 

Ellos los cogen en el aire, sonríen y le dan las gracias. Gíory IV empieza a alejarse del muelle.

 

Amy pasa los siguientes minutos recorriendo la cubierta, repasando una lista mental de cosas que hacer. Randy cuenta cuatro hombres además de Amy y el piloto: dos caucásicos y dos filipinos. Todos ellos trastean con motores y equipos de inmersión en lo que Randy, a través de muchas barreras culturales y tecnológicas, reconoce como análogo a la depuración informática. Amy pasa junto a Randy en un par de ocasiones, pero evita mirarle a los ojos. No es por timidez. Su lenguaje corporal es más que elocuente: ?Soy consciente de que los hombres tienen el hábito de mirar a toda mujer que esté cerca, con la esperanza de obtener placer en el disfrute de su belleza física, su pelo, maquillaje, fragancia y ropa. Lo ignoraré, con amabilidad y paciencia, hasta que lo superes.? Amy es una muchacha de largas piernas vestida con unos vaqueros manchados de pintura, una camiseta sin mangas y sandalias de alta tecnología, y se mueve con facilidad por el bote. Finalmente se acerca a él, mirándole a los ojos durante un segundo, para apartar luego la vista como si estuviese aburrida.

 

—Gracias por llevarme —dice Randy.

 

—No es nada —dice ella.

 

—Me siento avergonzado por no haber dado propina a los chicos del muelle. tpPuedo reembolsárselo a usted?

 

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