El Código Enigma

…EFECTO…

 

 

?Y qué pasaría si los nipos lo observasen? ?Cuál sería exactamente el ?efecto?? ?Y bajo qué circunstancias el efecto REVELARíA LA EXISTENCIA DE LA FUENTE AL ENEMIGO?

 

Si la acción fuese tal que nunca se hubiese producido a menos que los americanos pudiesen romper índigo, eso constituiría una prueba para los nipones de que los americanos lo habían roto. La existencia de la fuente —la máquina construida por el capitán de fragata Schoen— quedaría revelada.

 

Waterhouse confía en que ningún americano sea tan estúpido. Pero ?y si no está tan claro? ?Y si la acción fuese simplemente ?muy improbable? a menos que los americanos conociesen el código? ?Qué pasa si los americanos, a la larga, simplemente tienen una suerte de cojones? ?Y hasta dónde puedes jugar ese juego? Un par de dados cargados que muestran siete cada vez que los lanzas serán detectados en unas pocas tiradas. Un par que sólo muestra siete un uno por ciento más de lo normal es más difícil de detectar; tendrías que arrojar el dado muchas veces para que tu oponente pudiese demostrarlo.

 

Si los nipos caen continuamente en emboscadas —si sus propias emboscadas no funcionan—, si sus barcos mercantes se cruzan con los submarinos americanos más de lo que la pura probabilidad sugeriría, t,cuánto tiempo pasará antes de que se den cuenta?

 

Waterhouse escribe artículos sobre ese tema, los usa para dar la lata. Entonces, un día, recibe nuevas órdenes.

 

Las órdenes llegan codificadas en un grupo de cinco cartas aparentemente aleatorias, impresas en el papel azul que se usa para los cablegramas de alto secreto. El mensaje ha sido cifrado en Washington empleando un cuaderno de uso único, lo que es lento e incómodo pero, en teoría, ofrece un cifrado perfectamente inviolable, utilizado para los mensajes más importantes. Waterhouse lo sabe porque es una de las dos únicas personas en Pearl Harbor con permiso para descifrarlos. El otro es el capitán de fragata Schoen, y él está sedado. El oficial de guardia abre la caja fuerte adecuada y le entrega el cuaderno de uso único del día, que es básicamente un trozo de papel cuadriculado cubierto de números impresos en grupos de a cinco. Los números han sido escogidos por secretarias en un sótano de Washington revolviendo cartas o sacando notas de un sombrero. Son ruido puro. Una copia del ruido puro está en manos de Waterhouse, y la otra copia es usada por la persona que ha cifrado el mensaje en Washington.

 

Waterhouse se sienta y se pone a trabajar, sustrayendo el ruido del texto cifrado para obtener el texto llano.

 

Lo primero que ve es que la clasificación del mensaje no es simplemente alto secreto, o siquiera Ultra, sino algo completamente nuevo: ULTRA MECíA

 

El mensaje afirma que después de destruir en su totalidad el mensaje, él —Lawrence Pritchard Waterhouse— se dirigirá a Londres, Inglaterra, por el método más rápido posible. A su disposición estarán todos los barcos, trenes, aviones e incluso submarinos. Por medio de un miembro de la Marina de los Estados Unidos, se le hará entrega de un uniforme extra —un uniforme del Ejército de Tierra de los Estados Unidos— en caso de que eso le simplifique la operación.

 

Lo único que no debe hacer, nunca jamás, es encontrarse en una posición en la que pueda ser capturado por el enemigo. En ese sentido, la guerra ha terminado repentinamente para Lawrence Pritchard Waterhouse.

 

 

 

 

 

Hijos de Ondn

 

 

 

 

Una red de conductos de aire, del tama?o de túneles, tan vasta e inabarcable como la Internet global se ramifica por entre las gruesas paredes y los techos del hotel y produce ruidos apagados y atenuados que sugieren que en las profundidades ocultas del sistema hay zonas de pruebas de aviones a reacción, herreros de la edad de hierro, miserables prisioneros cargados de cadenas resonantes y montones de serpientes contorsionándose. Randy es consciente de que el sistema no es un bucle cerrado —que de alguna forma está conectado a la atmósfera de la Tierra— porque del exterior se cuelan ligeros olores callejeros. Por lo que sabe, podría llevarles una hora colarse en la habitación.

 

Después de vivir allí durante un par de semanas, los olores terminan sirviéndole como un despertador olfativo. Duerme al olor de las emisiones diesel, porque las condiciones de tráfico en Manila exigen que los barcos carguen y descarguen sólo por la noche. Manila se extiende a lo largo de una cálida y tranquila bahía que es una reserva infinita de bochorno, y la atmósfera es tan espesa, opaca y caliente como un vaso de leche extraída directamente de la ubre de una vaca, por lo que comienza a relucir con la salida del sol. Ante esa se?al, los regimientos y divisiones de gallos de pelea de Manila, aprisionados en jaulas improvisadas en cada tejado, balcón y patio, empiezan a cantar. La gente empieza a despertar y a quemar carbón. El humo del carbón produce el olor que despierta a Randy.

 

La condición física de Randy es meramente decente. De forma rutinaria su médico le aconseja que pierda diez kilos, pero no es nada evidente de dónde van a salir esos diez kilos: no tiene ni barriga cervecera ni michelines. Los controvertidos kilos parecen estar distribuidos por igual sobre su torso de barril. O al menos, eso se dice cada ma?ana, de pie frente al enorme espejo de su suite. La casa de Randy y Charlene en California está prácticamente libre de espejos y ya no recordaba su aspecto. Ahora comprueba que se ha vuelto atávicamente peludo, y su barba destella, porque está salpicada de pelo gris.

 

Cada día se desafía a afeitarse la barba. En los trópicos es conveniente tener la mayor cantidad de piel expuesta al aire, para así eliminar el sudor.

 

Una noche en que Avi y su familia habían venido a cenar, Randy había dicho:

 

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