El Código Enigma

Para Andrew Loeb era un ejercicio de erudición metahistórica. Para Randy Waterhouse sonaba como el inicio de un juego genial. Estrangula a una musara?a y ganas 136 Puntos de Energía. Pierde la musara?a y tu temperatura corporal baja otro grado.

 

Si algo caracterizaba a Andy era el ser metódico, y por tanto había buscado todos los libros escritos sobre el tema, y cada uno de los libros mencionados en las bibliografías de esos libros, incluso retrocediendo cuatro o cinco generaciones; sacó todos los disponibles localmente y pidió el resto al PIB. Estos últimos pasaron por el escritorio de Randy. Leyó algunos y ojeó otros. Aprendió cuánta grasa de ballena tenían que comer los exploradores árticos para evitar morir de hambre. Leyó detenidamente las especificaciones de las raciones del ejército. Pasado un tiempo, empezó a ir a la fotocopiadora para copiar algunos datos clave.

 

Para realizar un juego de rol de fantasía que fuese realista, debes llevar la cuenta de la comida que obtienen los personajes imaginarios y lo que les cuesta obtenerla. Los personajes que atravesasen el desierto de Gobi en noviembre del 5000 antes de Cristo tendrían que pasar mucho más tiempo preocupándose por la comida que, digamos, unos que viajasen por Illinois en 1950.

 

Randy no era el primer dise?ador de juegos en darse cuenta de ese detalle. Había algunos juegos increíblemente estúpidos en los que no tenías que preocuparte por la comida, pero Randy y sus amigos los tenían en muy poca consideración. En todos los juegos en los que participaba, o que dise?aba él mismo, debía dedicar una cantidad de tiempo realista a conseguir comida para los personajes. Pero no era fácil determinar lo que era realista. Como la mayoría de los dise?adores, Randy superó el problema reuniendo algunas ecuaciones rudimentarias que básicamente se inventó. Pero en los libros, artículos y tesis que Andrew Loeb pedía a través del PIB, descubrió precisamente los datos en bruto que una persona con inclinación matemática podría usar para crear un sistema complejo de reglas basado en hechos científicos.

 

Quedaba descartado simular todos los procesos físicos que se producían en el cuerpo de los personajes, sobre todo si en el juego disponías de un ejército de cientos de miles. Incluso una simulación rudimentaria, que siguiese unas pocas variables y usase ecuaciones simples, requeriría una cantidad increíble de papel si lo hacías todo a mano. Pero todo eso sucedía a mediados de los ochenta, cuando los ordenadores personales se habían vuelto baratos y ubicuos. Un ordenador podría controlar automáticamente una gran base de datos y especificarte si cada personaje estaba bien alimentado o se moría de hambre. No había ninguna razón para no hacerlo con un ordenador.

 

A menos que, como en el caso de Randy Waterhouse, tuvieses un trabajo tan mierdoso que no pudieses permitirte un ordenador.

 

Evidentemente, había una forma de evitar el problema. La universidad poseía muchos ordenadores. Si Randy podía conseguirse acceso a uno de ellos, podría escribir el programa y ejecutarlo gratis.

 

Por desgracia, los accesos sólo estaban disponibles para los estudiantes o profesores, y Randy no era ninguna de esas cosas.

 

Por suerte, por esa época había empezado a salir con una estudiante de posgrado llamada Charlene.

 

?Cómo demonios acabó un tipo con forma de barril, estudiante de ciencias, que trabajaba en un empleo sin futuro como administrativo, y que dedicaba todo su tiempo libre a un pasatiempo tan consumadamente friki como los juegos de rol de fantasía, embarcado en una relación con una esbelta y guapa estudiante de arte que pasaba su tiempo libre navegando en kayak y viendo películas extranjeras? Debía ser una de esas situaciones en las que los opuestos se atraen, una relación complementaria. Se conocieron, como es natural, en la oficina del PIB, donde el muy inteligente pero seguro y tranquilizador Randy ayudó a la muy inteligente pero dispersa y frivola Charlene a organizar un montón desordenado de peticiones de préstamo. Le hubiese pedido salir allí mismo, pero era tímido. La segunda y tercera oportunidad se presentaron cuando los libros que había pedido empezaron a salir del cuarto del correo, y al final le pidió salir y fueron a ver una película juntos. Los dos resultaron no sólo estar deseosos sino ansiosos, y posiblemente desesperados. Antes de que se diesen cuenta, Randy le había dado a Charlene una llave de su apartamento, y Charlene le había dado a Randy la clave de su cuenta gratuita en el ordenador de la universidad, y todo iba de maravilla.

 

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