El Código Enigma

Shaftoe se sienta en una silla elegante cerca del piano, se ajusta un poco los pantalones para no atrapar su pene en erección, y comprueba su afeitado. Probablemente todavía valdrá durante unas horas. Se oye pasar un escuadrón. La se?ora Pascual da instrucciones a la sirvienta en tagalo. Shaftoe examina los cortes secos de sus nudillos y se pregunta si la se?ora Pascual tiene la más mínima idea de lo que pasaría si realmente se lo contase todo. Quizás una peque?a anécdota sobre el combate mano a mano con los piratas fluviales chinos en las orillas del Yangtzé serviría para romper el hielo. Por entre una puerta y al final de un pasillo puede ver una esquina de la capilla familiar, todo arcos góticos, un altar dorado y frente a él un reclinatorio gastado por las rótulas de la se?ora Pascual.

 

Se sacan cigarrillos, amontonados en un gran caja lacada como obuses de artillería en un cajón. Beben té y charlan sobre banalidades durante lo que parecen unos treinta y seis minutos. La se?ora Pascual quiere que le garanticen una y otra vez que todo va bien y que no habrá guerra. Es evidente que el se?or Pascual cree que la guerra está a la vuelta de la esquina, y se limita a preocuparse. Los negocios han ido bien últimamente. él y Jack Shaftoe, el tío de Bobby, han estado pasando muchas cosas entre Manila y Singapur. Pero opina que los negocios pronto irán mal.

 

Aparece Glory. Se ha quitado el uniforme de estudiante y se ha puesto un vestido. Bobby Shaftoe casi se cae por la ventana. La se?ora Pascual vuelve a presentarlos formalmente. Bobby Shaftoe besa la mano de Glory en lo que considera que probablemente sea un gesto muy galante. Se alegra de haberlo hecho, porque Glory lleva en la palma de la mano una nota que acaba en la suya.

 

Glory se sienta y como es debido se le asigna su propia taza de té. Otra eternidad de charla insustancial. El se?or Pascual le pregunta por octogésima séptima vez si ya ha hablado con el Tío Jack, y Shaftoe reitera que literalmente acaba de bajar del barco y que ciertamente verá al Tío Jack ma?ana por la ma?ana. Se excusa para ir al ba?o, que es un viejo sistema de dos agujeros montado sobre unos pozos profundos que deben descender hasta el mismísimo infierno. Desdobla y lee la nota de Glory, memoriza las instrucciones, la rompe y arroja los trochos por el hueco.

 

La se?ora Pascual concede a los dos jóvenes amantes toda una media hora de ?intimidad?, lo que significa que los Pascual abandonan la habitación y regresan cada cinco minutos para ver cómo están. Se produce una ceremonia de despedida dolorosamente elaborada y larga que termina con Shaftoe de vuelta en la calle y Glory diciéndole adiós desde el balcón.

 

Media hora más tarde, hacen judo con las lenguas en el interior de un taxi tirado por caballos que galopa sobre el empedrado en dirección hacia los clubes nocturnos de Malate. La extracción de Glory de la residencia Pascual era algo sencillo para un marine de China totalmente decidido y un escuadrón de descaradas estudiantes de enfermería.

 

Pero Glory debe estar besándole con los ojos abiertos, porque de pronto se aparta de él con agilidad y le dice al taxista:

 

—?Deténgase! ?Por favor, deténgase, se?or!

 

—?Qué pasa? —dice Shaftoe desconcertado.

 

Mira a su alrededor y no ve nada excepto una inmensa y vieja iglesia de piedra que se alza muy por encima de ellos. La imagen le produce un incipiente ataque de pánico. Pero la iglesia está a oscuras, no hay filipinas vestidas de largo, ni marines en uniforme de gala, no puede ser su boda.

 

—Quiero mostrarte algo —dice Glory, mientras baja del taxi.

 

Shaftoe se ve obligado a perseguirla hasta el lugar en cuestión; la iglesia de San Agustín. Ha pasado frente a ese montón de piedras en muchas ocasiones, pero nunca se le había ocurrido que entraría en ella algún día… durante una ?cita?.

 

Ella se encuentra al pie de una enorme escalera y dice:

 

—?Ves?

 

Shaftoe levanta la vista y mira a la oscuridad, pensando que debe haber una vidriera o dos allá en lo alto, quizás una Laceración de Cristo o un Empalamiento del Bendito Tórax, pero…

 

—Abajo —dice Glory, y golpea un pie en miniatura contra el primer escalón. Se trata de un único, grande, inmenso y enorme bloque de granito.

 

—Parece, en mi estimación, que ahí hay diez o veinte toneladas de roca —dice con autoridad.

 

—Vino de México.

 

—?Ah, vaya!

 

Glory le sonríe.

 

—Llévame escaleras arriba.

 

Y por si Shaftoe estuviese considerando negarse, se arroja en sus brazos, y él no tiene más remedio que sostenerla. Le agarra el cogote con los brazos, para acercar mejor su cara a la de él, pero lo que Shaftoe recuerda es la sensación de la manga de seda sobre la piel del cuello recién afeitada. Comienza el ascenso. Glory no pesa mucho, pero después de cuatro escalones Shaftoe ha empezado a sudar ligeramente. Ella lo observa a diez centímetros de distancia, buscando signos de fatiga, y Shaftoe nota que se ruboriza. Es una suerte que toda la escalera esté iluminada simplemente por unas dos velas. Hay un encantador busto de Jesús coronado de espinas con largas gotas de sangre paralelas que descienden por su rostro, y a la derecha…

 

—Estas gigantescas piedras fueron extraídas de México, hace muchos, muchos siglos, antes de que los americanos tuviesen un país. Fueron traídas en las bodegas de los galeones de Manila, como lastre. —Al pronunciarlo destaca las eses y la erres.

 

—Vaya por Dios.

 

—Cuando los galeones llegaban, sacaban las piedras, una a una, de su interior y las traían aquí, a la iglesia de San Agustín, para apilarlas. Cada piedra sobre la piedra del a?o anterior. Hasta que, al fin, después de muchos, muchos a?os, la escalera quedó terminada.

 

Después de un rato, a Shaftoe le parece que va a necesitar al menos el mismo número de a?os para llegar a lo alto de aquella maldita cosa. La parte superior está adornada con un Jesús de tama?o natural cargando con una cruz que parece al menos tan pesada como los escalones. Por tanto, ?quién puede quejarse? Luego Glory dice:

 

—Ahora bájame, para que recuerdes la historia.

 

—?Crees que soy un borracho cachondo incapaz de recordar una historia a menos que haya una chica bonita de por medio?

 

—Sí —dice Glory, y se ríe en su cara.

 

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