Desde detrás de la planta observé como Francis se cruzaba con la mirada de Trent y tragaba saliva.
—Eh, hola, se?or Kalamack —tartamudeó, creando después un incómodo silencio. Parecía menos aseado que de costumbre. Uno de sus cordones asomaba debajo del pantalón con el lazo medio deshecho y su barba de tres días había pasado de parecer potencial mente atractiva a directamente desagradable. Tenía el pelo aplastado y sus ojos demasiado juntos lucían cansadas arrugas. Puede que Francis no se hubiese acostado todavía y viniese a la entrevista a la hora que más le convenía a Trent y no a la SI.
Trent no dijo nada. Volvió a sentarse tras su escritorio con la relajada tensión de un depredador apostándose junto a un bebedero. Francis miró a Jonathan con los hombros hundidos. Se oyó el ruido del poliéster al rozarse cuando se remangó la chaqueta para luego volver a bajarse las mangas. Apartándose el pelo del ojo, Francis se acercó a la silla y se sentó en el borde. El estrés se reflejaba en los tensos rasgos de su cara triangular. Especialmente cuando Jonathan cerró la puerta y se quedó de pie detrás de él con los brazos cruzados y las piernas ligeramente separadas. Mi atención se dividía entre ellos dos, ?qué estaba pasando aquí?
—?Puede explicarme lo de ayer? —dijo Trent con falsa naturalidad.
Parpadeé confusa y enseguida me quedé boquiabierta al entenderlo. ?Francis trabajaba para Trent? Eso explicaría su rápido ascenso, por no mencionar cómo un simple hechicero de medio pelo como él había llegado a brujo. Me recorrió un escalofrío. Esta relación seguro que no contaba con la aprobación de la SI. La SI no tenía ni idea. Francis era un topo. ?El pringado era un maldito topo!
Miré a Trent entre las anchas hojas de la planta. Sus hombros se movieron ligeramente, como si estuviese de acuerdo con mis pensamientos. Me volvieron las náuseas. Francis no era lo suficientemente bueno para algo tan retorcido. Iba a conseguir que lo matasen.
—Eh… yo… —balbuceó Francis.
—Mi jefe de seguridad te encontró hechizado dentro de tu propio maletero —dijo Trent pausadamente, con un sutil tono amenazante—. La se?orita Morgan y yo tuvimos una interesante conversación.
—Ella… ella me dijo que me convertiría en un animal —le interrumpió Francis.
Trent respiró hondo.
—?Por qué iba a hacer eso? —dijo con tono cansado y paciente.
—No le caigo bien.
Trent no dijo nada. Francis parecía avergonzado, probablemente al darse cuenta de lo infantil que sonaba.
—Háblame de Rachel Morgan —le pidió Trent.
—Es un grano en el… trasero —dijo mirando de reojo a Jonathan.
Trent volvió a coger la pluma y la hizo girar en su mano.
—Eso ya lo sé. Cuéntame otra cosa.
—?Algo que aún no sepa? —soltó Francis con los ojos fijos en la pluma giratoria—. Probablemente la conoce desde antes que a mí. ?Le prestó el dinero para sus clases? —dijo, pareciendo casi celoso—. ?Le echó una mano en su entrevista para el trabajo en la SI?
Solté un bufido. ?Cómo se atrevía siquiera a sugerirlo? Me había pagado mi educación y me había ganado mi puesto yo sólita. Miré hacia Trent, odiándolos a todos. Yo no le debía nada a nadie.
—No, no lo hice —contestó Trent dejando la pluma en la mesa—. La se?orita Morgan ha sido una sorpresa para mí, pero sí que le ofrecí un trabajo —dijo, y Francis pareció hundirse aun más en la silla. Movió la boca, pero no emitió ningún sonido. Podía oler su miedo, agrio y ácido.
—No me refiero a tu trabajo —dijo Trent obviamente irritado—. Dime qué es lo que más la asusta, ?qué es lo que más la enfada?, ?qué es lo que más quiere en este mundo?
La respiración de Francis volvió a recuperar su ritmo normal. Se movió en su asiento a punto de cruzar las piernas pero se arrepintió en el último momento.
—No lo sé. ?El centro comercial? Intento mantenerme alejado de ella.
—Sí —dijo Trent con su fluida voz—, hablemos de eso un momento. Después de revisar tus actividades durante los últimos días uno podría cuestionarse tus lealtades, Percy.
Francis se cruzó de brazos. Su respiración se hizo más rápida y comenzó a moverse nerviosamente. Jonathan dio un amenazante paso adelante y Francis volvió a apartarse el pelo de los ojos.
Entonces Trent se tornó terriblemente intenso.
—?Sabes cuánto me costó acallar los rumores cuando saliste huyendo con ella de la sala de archivos?
Francis se humedeció los labios.
—Rachel me dijo que parecería que la estaba ayudando, que debía salir corriendo.
—Y por eso corrió.
—Ella me dijo…
—?Y ayer? —le interrumpió Trent—. La trajiste en coche hasta aquí.