—Sa'han. —El altísimo hombre se quedó de pie a una distancia respetuosa—. ?La se?orita Sara Jane?
—Tiene exactamente los requisitos que necesito. —Trent dejó su pluma en la mesa, se inclinó sobre la mesa y se quitó las gafas para mordisquear distraídamente la patilla hasta que se percató de que Jonathan lo miraba con recatada y silenciosa desaprobación. Trent las tiró sobre la mesa con una mirada de fastidio—. La hermana peque?a de Sara Jane quiere salir de la granja para ser bruja —dijo—. Debemos apoyar el afán de superación siempre que podamos.
—Ah —dijo Jonathan, relajando su actitud—, ya entiendo.
—Averigua el precio de venta de la granja de Sara Jane, quizá me interese por la industria azucarera. Probar a qué sabe, por así decirlo. Mantén a los trabajadores. Pon a Hodgkin de capataz durante seis meses para que instruya al actual capataz en sus métodos. Dile que observe a la hermana de Sara Jane y si es lista, que la traslade a un puesto con alguna responsabilidad.
Asomé la cabeza por el hueco de mi casita, preocupada. Jonathan me miró con superioridad.
—?De nuevo entre nosotros, Morgan? —se burló— Si por mi fuese la hubiera tirado al triturador de basuras de la sala de empleados y hubiese pulsado el botón.
—Cabrón —chillé y le hice un gesto con el dedo para que le quedase claro.
Las pocas arrugas de su rostro se marcaron cuando me vio y frunció el ce?o. Balanceó su largo brazo y golpeó la jaula con la carpeta que tenía en la mano. Ignorando el dolor, arremetí contra él, enganchándome a los barrotes y ense?ándole los dientes.
Dio un paso atrás, claramente sorprendido. Su demacrado rostro se ruborizó y retiró rápidamente el brazo.
—Jon —dijo Trent en voz baja y aunque su tono fue apenas el de un susurro, Jonathan se quedó inmóvil. Me quedé aferrada a los barrotes con el corazón latiéndome con fuerza—. Olvidas tu posición. Deja a la se?orita Morgan tranquila. Si la juzgas mal y ella te ataca no es culpa suya sino tuya. Ya has cometido ese error antes, repetidamente.
Furiosa me dejé caer al suelo de la jaula y gru?í. No sabía que podía gru?ir, pero me salió así. Lentamente, Jonathan relajó el pu?o que había tenido apretado.
—Es mi trabajo protegerle.
Trent levantó una ceja sorprendido.
—La se?orita Morgan no está en posición de hacerle da?o a nadie. Déjalo ya.
Miré alternativamente al uno y al otro y observé que el mayor de ellos admitía la reprimenda de Trent con una aceptación que yo no esperaba. Tenían una relación muy extra?a. Trent estaba obviamente al mando, pero recordé el fastidio en la mirada de Trent en el momento en que Jonathan le hizo ver su desaprobación cuando mordisqueaba la patilla de las gafas. Al parecer no siempre había sido así. Me preguntaba si Jonathan habría tenido algo que ver en la educación de Trent, aunque fuese brevemente, tras la muerte de su madre y luego la de su padre.
—Acepte mis disculpas, Sa'han —dijo Jonathan, llegando incluso a inclinar la cabeza.
Trent no dijo nada y volvió a mirar sus papeles. A pesar de la evidente humillación, Jonathan esperó hasta que Trent levantó la vista.
—?Hay algo más? —preguntó Trent.
—Su cita de las ocho y media ha llegado antes —contestó Jonathan—, ?quiere que acompa?e al se?or Percy?
—?Percy! —chillé y Trent me miró. ?No puede ser Francis Percy!
—Sí, acompá?alo —dijo Trent lentamente.
Estupendo, pensé cuando Jonathan desapareció por el pasillo cerrando la puerta tras de sí. La entrevista interrumpida de Francis. Di vueltas por la jaula, nerviosa. Mis músculos se iban relajando y el movimiento me sentaba bien aunque aún me dolía. Me detuve al darme cuenta de que Trent no me había quitado ojo de encima. Bajo su escrutadora mirada me escabullí en la madriguera, sintiéndome de alguna manera avergonzada.
Advertí que Trent seguía observándome mientras me enroscaba en mi cola y hundía en ella la nariz para mantenerla caliente.
—No te enfades con Jon —me dijo en voz baja—. Se toma su trabajo muy en serio… como debe ser. Si lo presionas demasiado te matará. Esperemos que no tengas que aprender las mismas lecciones que él.
Arrugué el labio superior para mostrarle los dientes. No me gustaba que me soltase el clásico rollo de hombre con experiencia.
Una vocecita proveniente del pasillo llamó nuestra atención. Francis. Le había contado que podía convertirlo en visón. Si era capaz de relacionar ambas cosas, podía darme por muerta. Bueno, más muerta de lo que ya estaba. No quería que me viese. Y parecía que Trent tampoco.
—Mmmm, sí —dijo levantándose apresuradamente y colocando una de las macetas delante de la jaula. Era un espatifilo y podía ver a través de sus hojas aun quedando oculta tras ellas. Llamaron a la puerta y Trent dijo—: ?Adelante!
—No, gracias —estaba diciéndole Francis a Jonathan mientras este le empujaba hacia el despacho.