Bruja mala nunca muere

—No soy ninguna experta —dijo Ivy hablándole a la mesa—, pero ?seguro que eso se tiene que hacer así?

 

—?Quieres hacer tú la cena? —salté y luego miré lo que estaba haciendo. El círculo parecía más bien un óvalo torcido, tan delgado en algunos sitios que casi tenía agujeros. Avergonzada, pellizqué la masa para tapar los huecos y la arreglé para que cupiese en la bandeja del horno. Mientras me afanaba con los bordes miré a Ivy subrepticiamente. A la primera mirada seductora o movimiento sospechoso, saldría pitando por la puerta para esconderme detrás del tronco de Jenks. El tarro de salsa hizo un fuerte pop al abrirse. Miré a Ivy sin apreciar ningún cambio. Eché casi toda la salsa en la pizza y volví a cerrar el tarro.

 

?Qué más tendría que echarle?, me preguntaba. Sería un milagro si Ivy me dejaba echarle lo que normalmente le ponía. Decidí ni intentar ponerle anacardos, saqué los ingredientes más corrientes.

 

—Pimientos —murmuré—, champi?ones. —Miré a Ivy. Tenía pinta de gustarle la carne—. Y el beicon que ha sobrado del desayuno.

 

El rotulador chirriaba conforme Ivy dibujaba una línea morada desde el campus hasta la zona más peligrosa de clubes y bares nocturnos en los Hollows, junto al río.

 

—Bueno —dijo arrastrando las vocales—, ?piensas contarme qué te preocupa o voy a tener que pedir una pizza cuando quemes esta?

 

Puse el pimiento en el fregadero y me apoyé en la encimera.

 

—Trent trafica con biofármacos —dije, oyendo lo mal que sonaba eso en voz alta—. Si supiese que pienso intentar detenerle por ello, me habría liquidado más rápido que la SI.

 

—Pero no lo sabe. —Ivy trazó otra línea—. Lo único que sabe es que piensas que trafica con azufre y que ordenó matar a su secretaria. Si estuviese preocupado no te habría ofrecido ese trabajo.

 

—?Trabajo? —dije dándole la espalda mientras lavaba el pimiento—. Era en los Mares del Sur, para llevar su negocio de azufre, sin duda. Quería quitarme de en medio, eso es todo.

 

—?Qué te parece! —dijo mientras le ponía el capuchón a su rotulador dándole golpecitos sobre la mesa. Asustada, me giré de golpe, arrojando gotas de agua por todas partes—. Piensa que eres una amenaza —terminó de decir, secándose con gesto exagerado el agua que accidentalmente le había salpicado.

 

Le dediqué una sonrisa avergonzada, esperando que no se diese cuenta de que me tenía con los nervios de punta.

 

—No lo había considerado de esa forma —dije.

 

Ivy volvió a su mapa, frunciendo el ce?o al ver las manchas que el agua había dejado en sus pulcras líneas.

 

—Dame un poco de tiempo para hacer unas comprobaciones —dijo con tono preocupado—, a ver si podemos hacernos con su historial financiero y con algunos de sus compradores. Podríamos encontrar un rastro de documentos, pero sigo pensando que se trata solo de azufre.

 

Abrí la puerta de la nevera para buscar el parmesano y la mozzarela. Si Trent no traficaba con biofármacos, yo era una princesa pixie. Oí un repiqueteo cuando Ivy lanzó su rotulador al cubilete junto al monitor. Estaba dándole la espalda y el ruido me sobresaltó.

 

—Simplemente porque tenga un cajón lleno de discos etiquetados con nombres de enfermedades que antes se trataban con biofármacos no significa que sea el capo de la farmacopea —dijo Ivy—. Quizá son listas de clientes. El hombre es un gran filántropo. Mantiene media docena de hospitales tan solo con sus donaciones.

 

—Quizá —dije sin mucho convencimiento. Ya conocía las generosas contribuciones de Trent. El oto?o pasado se había subastado a sí mismo a favor de la organización Para los Ni?os de Cincinnati por más dinero del que gano en un a?o. Personalmente, creía que sus esfuerzos eran de cara a la galería. Este hombre esconde algo sucio.

 

—Además —dijo Ivy reclinándose en la silla y lanzando otro de sus rotuladores al cubilete en una increíble demostración de coordinación mano-ojo—, ?por qué iba a traficar con biofármacos? Este tío es rico, no necesita más dinero. La gente tiene tres motivaciones principales, Rachel: amor… —Un rotulador rojo acompa?ó al resto con estrépito—. Venganza. —Otro negro aterrizó junto al anterior—. Y poder. —Acabó lanzando uno verde—. Trent tiene suficiente dinero para comprar las tres cosas.

 

—Te olvidas de una —dije, preguntándome si debería cerrar el pico—. Familia.

 

Ivy sacó los rotuladores del cubilete. Se reclinó en la silla haciendo equilibrios sobre dos patas y comenzó a lanzarlos de nuevo.

 

—?No entra la familia en lo del amor? —preguntó.