La línea luminosa de nuestro jardín trasero era diminuta, pero estaba tan cerca y tan poco explotada que me proporcionó más fuerza de la que me había proporcionado jamás la de la universidad. Aunque no me había rozado ninguna brisa de verdad, mi piel se erizó por el viento que soplaba en siempre jamás.
Tocar una línea luminosa era toda una experiencia, peligrosa además. A mí no me gustaba. Su poder me recorrió como si fuese agua, dejando aparentemente un creciente residuo. No podía mantener los ojos cerrados más tiempo y se abrieron de golpe.
La visión surrealista de siempre jamás fue reemplazada por mi cotidiana cocina. Miré a Ivy sentada en la encimera, viéndola con la sabiduría de la tierra. A veces una persona se veía completamente diferente. Fue un alivio comprobar que Ivy se veía igual. Su aura (su verdadera aura, no su aura vampírica) estaba tachonada de destellos. Qué extra?o. Estaba buscando algo.
—?Por qué no me habías dicho que había una línea luminosa tan cerca? —le pregunté.
Los ojos de Ivy me recorrieron de arriba abajo. Se encogió de hombros y cruzó las piernas para quitarse los zapatos y enviarlos bajo la mesa.
—?Habría cambiado algo?
No, no habría cambiado nada. Cerré los ojos para reforzar mi segunda visión, que empezaba a desvanecerse y terminé de cerrar el círculo. La embriagadora corriente de poder latente me hacía sentirme incómoda. Con mi voluntad moví la fina línea de sal desde esta dimensión hasta la de siempre jamás, donde fue reemplazada por un círculo idéntico.
El círculo se cerró de golpe con una sacudida que me produjo un hormigueo en la piel y me hizo saltar.
—?Vaya! —susurré—. Quizá he usado demasiada sal.
La mayoría del poder que había obtenido de siempre jamás fluía ahora por mi círculo. Lo poco que quedaba arremolinándose en mi interior me producía un hormigueo. La fuerza residual seguiría creciendo hasta que rompiese el círculo y me desconectase de la línea luminosa.
Podía sentir la barrera de realidad de siempre jamás rodeándome, ejerciendo una leve presión. Nada podía cruzar las bandas alternas de ambas realidades, que se intercalaban con rapidez. Con mi segunda visión podía ver la temblorosa y difusa onda roja que se elevaba desde el suelo y se arqueaba justo por encima de mi cabeza. La media esfera abarcaba la misma distancia por debajo de mí. Debía hacer una inspección más detallada después para asegurarme de no estar atravesando ninguna tubería o cables eléctricos que podrían hacer vulnerable el círculo a una rotura si algo intentaba pasar por allí.
Ivy me observaba aún cuando abrí los ojos. Le dedique una mirada seria y aparté la vista. Lentamente mi segunda visión se desvaneció hasta desaparecer, superada por mi visión normal.
—Ahora estoy totalmente encerrada —dije mientras el aura de Ivy desaparecía—. No intentes entrar, te harías da?o.
Ella asintió con ademán solemne y gesto relajado.
—Eres… toda una bruja —dijo lentamente.
Sonreí complacida. ?Por qué no demostrarle a la vampiresa que esta bruja también tenía dientes? Cogí el caldero de cobre más peque?o, más o menos con la capacidad de mis manos ahuecadas y lo puse sobre un hornillo de gas que Ivy me había traído antes. Había usado el horno para conjurar mis amuletos más sencillos, pero una tubería de gas en funcionamiento podría dejar una apertura en el círculo.
—Agua… —murmuré mientras llenaba mi pipeta graduada con agua de manantial y comprobaba detenidamente la cantidad. El caldero chisporroteó cuando vertí el agua y lo levanté del fuego.
—Ratón, ratón, ratón —musité, intentando que no se me notase lo nerviosa que estaba. Este era el hechizo más difícil que había intentado hacer fuera de clase.
Ivy se bajó de la encimera y me puse tensa. El pelo de la nuca se me erizó cuando se acercó por detrás para mirar por encima de mi hombro desde fuera del círculo. Dejé lo que tenía entre manos y le eché una mirada de reproche. Sonrió avergonzada y se fue a la mesa.
—No sabía que podías entrar en siempre jamás —dijo sentándose frente al monitor.
Levanté la vista de mi receta.
—Como bruja terrenal no suelo hacerlo. Pero este hechizo me cambiará físicamente, no solo producirá la ilusión de que soy un ratón. Si algo cae en el caldero por accidente, quizá no pueda romper el hechizo, o cambiaría solo a medias… o algo así.