Yo tragué saliva y alcancé los dos vasos. Ahora era mi turno de confiar. Podía haber cualquier cosa en esas pastillas, pero aliviar mi dolor estaba más allá de mis expectativas. Las pastillas resonaron en los vasitos al acercármelos y mirar dentro.
Había oído hablar de las pastillas. Tuve una compa?era de piso que tenía una fe ciega en ellas y tenía un tarro lleno junto a su cepillo de dientes. Decía que funcionaban mejor que los amuletos y no hacía falta pincharse el dedo. La vi tomarse una en una ocasión. Se supone que había que tragárselas enteras. Nick se acercó a mí.
—Puedes ponértelas en la mano si quieres —me susurró y negué con la cabeza. De un movimiento rápido me tragué las aspirinas, percibiendo el amargo sabor a corteza de sauce al beber un sorbo de agua tibia. Me costó no toser cuando las pastillas me bajaron por la garganta y me aferré a la silla por el dolor que sentí con el brusco movimiento. ?Y esto se supone que me haría sentir mejor?
Nick me dio unas vacilantes palmaditas en la espalda. Vi a través de mis ojos llorosos a Edden a punto de reírse por mi ineptitud. Le hice un gesto con la mano a Nick para que parase y me senté derecha trabajosamente. Pasó un minuto y después otro, y la aspirina seguía sin hacer efecto. Suspiré. No me extra?a que los humanos fuesen tan desconfiados. Sus medicinas no funcionaban.
—Puedo entregarle a Kalamack, capitán Edden. —Miré el reloj detrás de él. Las once menos cuarto—. Puedo demostrar que está traficando con medicamentos ilegales. Los fabrica y los distribuye.
Los ojos de Edden se iluminaron.
—Déme pruebas e iremos al aeropuerto.
Se me heló la expresión en la cara. Ivy le había contado casi todo ?y aun así quería hablar conmigo? ?Por qué no usaba la información y se llevaba él toda la gloria? Dios sabe que le habría resultado más barato. ?Qué estaba tramando?
—No tengo todas las pruebas —admití—, pero le oí discutir los detalles. Si encontramos los medicamentos eso será prueba suficiente.
Edden apretó los labios moviendo su bigote.
—No saldré basándome en pruebas circunstanciales. Ya he quedado como un tonto por culpa de la srantes.
Volví a mirar al reloj. Las diez y cuarenta y seis. Nuestras miradas se cruzaron y tuve que reprimir un gesto de irritación. Ahora sabía que tenía prisa.
—Capitán —dije intentando evitar el tono de súplica de mi voz—, entré en la oficina de Trent Kalamack para conseguir las pruebas, pero me pillaron. He pasado los tres últimos días como invitada a mi pesar. He podido escuchar varias conversaciones que apoyan mis sospechas. Es fabricante y distribuidor de biofármacos.
Tranquilo y sereno, Edden se reclinó en su silla y la hizo girar.
—?Ha pasado tres días con Kalamack y espera que me crea que estaba diciendo la verdad delante de usted?
—Yo era un visón —dije con tono seco—. Se supone que iba a morir en las peleas de ratas. No suponía que lograría escapar.
Nick se retorcía incómodo junto a mí, pero Edden asintió como si hubiera confirmado sus sospechas.
—Trent envía un cargamento de biofármacos casi todas las semanas —dije dejando de tocarme el pelo—. Chantajea a cualquiera que se lo pueda permitir y que se encuentre en la desesperada situación de necesitarlos. Puede trazar sus beneficios ocultos estudiando los alijos de azufre incautados por la SI. Las usa como…
—Distracción —terminó Edden por mí. Dio un golpe al archivador metálico más cercano, dejando una abolladura. Nick y yo dimos un respingo—. ?Maldita sea! No me extra?a que nunca tengamos suerte.
Asentí. Era ahora o nunca. Si confiaba en él o no era irrelevante. Si no me ayudaba, estaba perdida.
—La cosa se pone aún mejor —dije rezando por estar haciendo lo correcto—. Trent tiene a un cazarrecompensas de la SI en su nómina y él es quien ha estado dirigiendo la mayoría de las incautaciones de azufre.
La cara redonda de Edden se puso seria tras sus gafas.
—Fred Perry.
—Francis Percy —le corregí y me encendí con una oleada de rabia.
Con los ojos entornados Edden se revolvió en su silla. Obviamente le gustaba toparse con un poli podrido tan poco como a mí. Suspiré entrecortadamente.
—Un cargamento de biofármacos saldrá hoy. Con mi ayuda podrá cazarlos a ambos. La AFI se lleva todo el mérito, los de la SI quedan como idiotas y su departamento discretamente paga mi contrato. —Me dolía la cabeza y recé para no haber tirado por el váter mi último cartucho—. Puede facturarlo como un pago a un asesor. Una aspirina por una aspirina.
Con los labios apretados con fuerza, Edden miró al techo con aislamiento acústico. Lentamente su rostro se relajó y yo esperé, intentando calmarme al darme cuenta de que estaba entrechocando las u?as nerviosamente al ritmo del tictac del reloj.
—Estoy tentado de romper las reglas por usted, se?orita Morgan —dijo, y mi corazón dio un vuelco—, pero necesito más. Algo que mis superiores puedan computar en sus informes de ganancias y pérdidas y que arroje beneficios durante más de un trimestre.
—?Más! —exclamó Nick enfadado.