Bruja mala nunca muere

—Gracias —dijo, y respiró aliviado.

 

Volví a mi silla con un fuerte suspiro. Parecía que Ivy y yo tuviésemos la cabeza podrida de una oveja en la encimera, pero por otro lado, era bueno saber que al menos tenía un complejo humano.

 

Nick se distrajo a?adiendo unos champi?ones, salsa Worcestershire y pepperoni a la receta. Sonreí al darme cuenta de que eran los ingredientes sobrantes de mi pizza. Olía de maravilla, y cuando alcanzó el cucharón del colgador de la isla central, le pregunté:

 

—?Hay suficiente para dos?

 

—Hay para un regimiento. —Nick empujó un plato frente a mí y se sentó, colocando un brazo protector delante del suyo—. Comida de estudiante —dijo con la boca llena—, pruébalo.

 

Miré el reloj sobre el fregadero y hundí la cuchara. Probablemente ahora Ivy y Jenks estarían en la AFI intentando convencer al tipo de la entrada de que no estaban locos y aquí estaba yo, comiendo macarrones Alfredo con un humano. La cosa no tenía buena pinta. Me refiero a la comida. Habría estado mejor con salsa de tomate. Con muchas reservas probé un poco.

 

—Eh —dije agradablemente sorprendida—, está bueno.

 

—Ya te lo había dicho.

 

Durante unos momentos solo se oyó el entrechocar de las cucharas y el sonido de los grillos en el jardín. Nick aflojó su ritmo y miró el reloj sobre el fregadero.

 

—Oye, mmm, tengo que pedirte un gran favor —dijo titubeante.

 

Tragué y levanté la vista, sabiendo qué iba a decir.

 

—Puedes quedarte a pasar la noche, si quieres —dije—. Aunque no te garantizo que despiertes con todos tus fluidos intactos o si quiera que te despiertes. La SI sigue enviándome maldiciones. Ahora podría ser simplemente una de esas tenaces hadas, pero en cuanto se sepa que sigo viva, esto se puede llenar de asesinos. Estarías más seguro en un banco en el parque —concluí sarcásticamente.

 

Su sonrisa era de alivio.

 

—Gracias, creo que me arriesgaré. Me quitaré de en medio ma?ana. Iré a ver si mi casero me ha guardado algo. Iré a visitar a mi madre. —Su alargado rostro se contrajo, y parecía tan preocupado como cuando pensaba que iba a morir desangrada—. Le contaré que lo he perdido todo en un incendio. Va a ser duro.

 

Sentí una punzada de lástima. Sabía qué se sentía al verse en la calle con una caja como único recuerdo de toda tu vida.

 

—?Seguro que no quieres quedarte con ella esta noche? —le pregunté—, sería más seguro.

 

—Puedo cuidar de mí mismo —dijo, y siguió comiendo.

 

No lo dudo, pensé recordando el libro de demonios que había cogido de la biblioteca. Ya no estaba en mi bolso. Tan solo una peque?a mancha de sangre indicaba que había estado allí. Quería ser directa y preguntarle si practicaba magia negra, pero cabía la posibilidad de que dijese que sí y entonces tendría que decidir qué hacer al respecto. Y no quería hacerlo justo ahora. Me gustaba su tranquila confianza en sí mismo y la novedad de verla en un humano resultaba decididamente… intrigante. Una parte de mí sabía y despreciaba el hecho de que la atracción probablemente partiera de mi síndrome de ?damisela en peligro rescatada por su héroe?, pero necesitaba contar con algo seguro y sólido en mi vida en este momento y un humano que hacía magia para evitar que un demonio me rajase el cuello reunía todos los requisitos. Especialmente si parecía tan inofensivo como él.

 

—Además —dijo Nick arruinando mi fantasía—, Jenks me mataría si me voy antes de que vuelva.

 

Resoplé molesta. Estaba haciendo de canguro. Qué bien.

 

El sonido del teléfono resonó a través de las paredes. Miré a Nick y este no se movió. Me dolía todo, ?jolín! Me dedicó su media sonrisa y se levantó.

 

—Yo lo cojo.

 

Comí otra cucharada mientras observaba su trasero desaparecer por el pasillo y pensé que quizá me ofreciera a acompa?arlo de tiendas cuando fuese a comprarse ropa nueva. Esos vaqueros que llevaba le quedaban demasiado sueltos.

 

—Hola —dijo Nick adoptando un tono sorprendentemente profesional—, Morgan, Tamwood y Jenks, servicio de cazarrecompensas Encantamientos Vampíricos.

 

?Servicio de cazarrecompensas Encantamientos Vampíricos?, pensé. Un poco de Ivy y un poco de mí. Era tan válido como cualquier otro nombre, supongo. Tomé otra cucharada, pensando que su comida tampoco estaba nada mal.

 

—?Jenks? —dijo Nick apareciendo en el pasillo con el teléfono en la mano—. Está comiendo. ?Ya estáis en el aeropuerto?

 

Hubo una larga pausa y suspiré. La AFI tenía la mente más abierta y estaba deseando cazar a Trent con más ganas de lo que había creído.

 

—?La AFI? —El tono de Nick se volvió preocupado y me puse rígida mientras le escuchaba a?adir—: ?Que ha hecho qué? ?Hay alguien muerto?