Bruja mala nunca muere

—?No dejes que me toque! —dije con una voz aguda en la que se podía apreciar mi histeria.

 

—?Rachel! —dijo Nick intentando tranquilizarme, arrodillado junto a mí—. Ha dicho que no te haría da?o. Los demonios no mienten. Lo decían todos los textos que copié.

 

—?Tampoco dicen la verdad! —exclamé.

 

La cólera apareció en los ojos del demonio, disimulada tras una cortina de falsa preocupación por mí antes de que Nick pudiese verla. El demonio avanzó unos pasos y me debatí por arrastrarme hacia atrás.

 

—?No dejes que me toque! —grité—. ?No me obligues a pasar por esto!

 

El miedo en los ojos de Nick era por mi forma de actuar y no por el demonio. No lo entendía. Creía que sabía lo que hacía. Creía que sus libros tenían todas las respuestas. No sabía lo que hacía. Yo sí.

 

Nick me agarró por el hombro y se dirigió al demonio.

 

—?Puedes ayudarla? —le preguntó—. Se va a matar ella misma.

 

—?Nick, no! —chillé cuando el demonio se arrodilló para poner su sonriente cara junto a la mía.

 

—Duérmete, Rachel Mariana Morgan —me susurró y ya no recuerdo nada más.

 

 

 

 

 

Capítulo 26

 

 

—?Qué ha pasado? ?Dónde está Jenks? —dijo la voz de Ivy, rompiendo mi aturdimiento. Sonaba cercana y preocupada. Notaba que me movía hacia delante con un suave balanceo. Había sentido calor y ahora tenía frío de nuevo. El olor a sangre era intenso. Se me había quedado pegada la sensación de algo aún más horrible: carro?a, sal y ámbar quemado. No podía abrir los ojos.

 

—La ha atacado un demonio —sonó la voz de Nick, tensa pero suave.

 

Eso es, pensé, empezando a recomponerlo todo. Estaba en sus brazos. Ese era el único buen olor que percibía, masculino y sudoroso. Y era su ensangrentada sudadera lo que me apretaba el ojo hinchado, lo frotaba y hacía que me doliese aun más. Empecé a tiritar. ?Por qué tenía frío?

 

—?Podemos entrar? —preguntó Nick—. Ha perdido mucha sangre.

 

Noté una mano cálida en mi frente.

 

—?Un demonio le ha hecho esto? —preguntó Ivy—. No ha habido un ataque de un demonio desde la Revelación. Maldita sea, sabía que no debía dejarla salir.

 

Los brazos que me sujetaban se tensaron. Mi peso osciló hacia delante y hacia atrás al detenerse.

 

—Ella sabe lo que hace —dijo, con la voz tensa—. Rachel no es tu ni?a… en ningún sentido de la palabra.

 

—?Ah, no? —dijo Ivy—, pues actúa como si lo fuese. ?Cómo has podido dejar que la ataquen así?

 

—?Yo? ?Pero qué sangre fría! —gritó Nick—. ?Te crees que yo dejé que le pasase esto?

 

Se me hizo un nudo en el estómago y me dieron arcadas. Intenté taparme con el abrigo moviendo la mano buena. Entreabrí los ojos, entornándolos ante la luz de las farolas. ?No podían terminar su discusión cuando me hubiesen metido en la cama?

 

—Ivy —dijo Nick con voz calmada—, no me das miedo, así que ahórrate el rollo del aura y apártate. Sé lo que intentas y no te dejaré hacerlo.

 

—?De qué estás hablando? —tartamudeó Ivy.

 

Nick se inclinó hacia ella y yo me quedé inmóvil entre ambos.

 

—Rachel cree que te mudaste el mismo día que ella —dijo—. Quizá le interese saber que todas tus revistas van dirigidas a la dirección de la iglesia. —Oí que Ivy inspiraba aire con fuerza—. ?Desde cuándo llevas viviendo aquí esperando a que Rachel dejase el trabajo? —a?adió Nick con tono decidido—, ?un mes?, ?un a?o? ?La estás acechando lentamente, Tamwood? ?Esperas hacerla tu heredera cuando mueras? Has planificado las cosas a largo plazo ?no es así?

 

Me esforcé por apartar la cabeza del pecho de Nick para poder escuchar mejor. Intenté pensar, pero estaba muy confusa. Ivy se había mudado el mismo día que yo, ?no? Su ordenador no estaba conectado a la red todavía y tenía todas aquellas cajas en su habitación. ?Cómo era que sus revistas llevaban la dirección de la iglesia? Mis pensamientos pasaron desde el jardín perfecto para una bruja hasta los libros de hechizos en el ático con excusa incluida. Que Dios me ampare, soy una idiota.

 

—No —dijo Ivy en voz baja—. Esto no es lo que parece. Por favor no se lo cuentes. Puedo explicarlo.

 

Nick volvió a ponerse en marcha empujándome al subir los escalones de piedra. Mi memoria iba volviendo. Nick había hecho un trato con el demonio. Nick lo había dejado salir. Me había dormido. Me había hecho pasar por las líneas luminosas. Maldición. El portazo de la entrada del santuario me sobresaltó y me quejé de dolor.

 

—Se está despertando —dijo Ivy lacónicamente. Su voz hacía eco en el templo—. Llévala a la salita.