Bruja mala nunca muere

—Mmm… —titubeó mientras me cubría con mi abrigo. Parecía frenético de repente. Me apretó entre sus brazos y casi empezó a mecerme. Resoplé al notar que la mu?eca me palpitaba con fuerza a la vez que el cuello—. Tranquila —me arrulló—, te vas a poner bien.

 

—?Seguro? —dijo una refinada voz en la esquina de la sala. Nick levantó la cabeza. Acunada entre sus brazos miré al demonio. Volvía a vestir la levita de caballero—. Déjame salir, yo puedo ayudarte —dijo el demonio en un alarde de simpatía.

 

Nick vaciló.

 

—?Nick? —dije asustándome de repente—. No lo escuches, ?no!

 

El demonio sonrió tras sus gafas ahumadas, mostrando sus dientes blancos y alineados.

 

—Rompe el círculo y os llevaré con su Ivy. Si no… —El demonio frunció el ce?o como si estuviese preocupado—. Parece que hay más sangre fuera que dentro de ella.

 

Nick contempló la sangre repartida por la pared y los libros. Me apretó más fuerte.

 

—Querías matarla —dijo con la voz quebrada.

 

El demonio se estremeció.

 

—Estaba obligado. Al encerrarme en tu círculo, has sustituido al que me ha convocado y con él se fueron todos los impulsos de hacer lo que me ordenó. Soy todo tuyo, peque?o mago.

 

El demonio sonrió y comencé a jadear más deprisa por el miedo.

 

—Nicky… —susurré al ir desapareciendo el aletargamiento inducido por la pérdida de sangre. La cosa iba mal, sabía que iba mal. El recuerdo del terror que había sentido cuando me atacó salvajemente volvió con fuerza a mi mente. Se me aceleró el pulso conforme mi corazón intentaba latir más rápido.

 

—?Nos puedes llevar de vuelta a su iglesia? —preguntó Nick.

 

—?La que está junto a la peque?a línea luminosa? —La silueta del demonio tembló y su expresión parecía sobresaltada—. Alguien cerró un círculo con esa línea hace seis noches. La onda que envió a través de siempre jamás hizo temblar mi vajilla, por así decirlo. —Inclinó la cabeza con expresión especulativa—. ?Fuiste tú?

 

—No —dijo Nick débilmente.

 

Me sentí mal. Había usado demasiada sal. Qué Dios se apiadase de mí. No sabía que los demonios notasen si una usaba una línea luminosa. Si sobrevivía a eso, no pensaba volverlas a usar jamás.

 

El demonio me miró fijamente.

 

—Puedo llevarte hasta allí —dijo—, pero a cambio quiero que no se me obligue a regresar a siempre jamás. Nick me apretó con fuerza.

 

—?Quieres que te deje libre en Cincinnati toda la noche?

 

Una sonrisa de poder se dibujó en el rostro del demonio. Exhaló lentamente y oí crujir las articulaciones de sus hombros.

 

—Quiero matar al que me invocó y luego me iré. Lo huelo por aquí. —Miró por encima de sus gafas ahumadas sorprendiéndome con sus extra?os ojos—. ?Tú no me invocaste, verdad brujito? Podría ense?arte tantas cosas que quieres saber.

 

El miedo rivalizó con el dolor de mi hombro. Nick vaciló un momento antes de negar con la cabeza.

 

—No nos lastimarás —dijo Nick—, mental, física ni emocionalmente. Nos llevarás por el camino más directo y no harás nada que nos ponga en peligro después.

 

—Nick, Nicky —dijo el demonio haciendo un mohín—, podría pensar que no te fías de mí. Puedo llevaros allí incluso antes de que su Ivy salga si os llevo a través de una línea luminosa. Pero será mejor que te des prisa. Rachel Mariana Morgan parece debilitarse rápidamente.

 

?A través de siempre jamás? pense presa del pánico. ?No! Eso es lo que mató a mi padre.

 

Nick tragó saliva y su nuez subió arriba y abajo.

 

—?No! —intenté gritar retorciéndome para librarme de sus brazos. El aletargamiento producido por la saliva de la cosa casi había desaparecido y con el regreso del movimiento llegó también el dolor. Di la bienvenida al sufrimiento pues sabía que el placer había sido un enga?o. Nick estaba pálido e intentaba mantenerme quieta y apretar la tela del forro contra mi cuello.

 

—Rachel —susurró—, has perdido mucha sangre. ?No sé qué hacer!

 

Tenía la garganta demasiado reseca como para tragar.

 

—No… no lo dejes salir —insistí—. Por favor —le supliqué, apartando sus manos de mí—, estoy bien. He dejado de sangrar. Me pondré bien. Déjame aquí. Ve a buscar a Ivy. Ella nos recogerá. No quiero atravesar siempre jamás.

 

El demonio frunció el ce?o como si estuviese preocupado.

 

—Mmm —musitó suavemente, tocándose el lazo que llevaba al cuello—. No suena coherente, eso no es bueno. Tictac, Nick, Nicky, será mejor que te decidas pronto.

 

Nick hizo un ruido silbante al respirar y se puso tenso. Sus ojos recorrieron el charco de sangre en el suelo y luego a mí.

 

—Tengo que hacer algo —susurró—, estás muy fría, Rachel.

 

—?Nick, no! —grité cuando me dejó en el suelo y se puso en pie tambaleante. Con un pie emborronó la línea de sangre.

 

Oí un aullido de horror. Me tapé la boca al darme cuenta de que provenía de mí. El terror me palpitaba por todo el cuerpo al ver al demonio estremecerse. Lentamente cruzó la línea. Pasó la mano por la pared manchada de sangre y se lamió un dedo, sin quitarme los ojos de encima ni un instante.