Jonathan le dio un golpecito a Faris con el pie y se marchó. Sus pasos resonaron por el pasillo ahora que no había ningún otro ruido. La planta se había vaciado sorprendentemente rápido. Me preguntaba con qué frecuencia pasaría esto.
—?Le gustaría reconsiderar mi oferta anterior? —dijo Trent dirigiéndose a mí. Sostenía su vaso de güisqui intacto en la mano. No estaba segura, pero me pareció que le temblaba el pulso. Se lo pensó un instante y luego volvió a desestimar la bebida con un suave movimiento. Depositó el vaso en la mesa con delicadeza—. Lo de la isla está descartado —se?aló—. Es más prudente mantenerla cerca. Me impresionó la forma en la que se infiltró en mis instalaciones. Creo que puedo convencer a Quen para que permita que se una a nuestro equipo. Se moría de risa viéndola atar al se?or Percy en su maletero y después casi la mata cuando le dije que había entrado en mi oficina. —La impresión me había dejado la mente en blanco. No podía decir nada. Faris seguía allí, muerto en el suelo ?y Trent me estaba pidiendo que trabajase para él?—. Pero Faris sin embargo estaba bastante impresionado con su hechizo —continuó diciendo—. Descifrar las técnicas de escisión genética anteriores a la Revelación no puede ser mucho más complicado que conjurar hechizos complejos. Si no quiere explorar sus límites en el ruedo físico puede hacerlo en el intelectual. Tiene una extraordinaria combinación de habilidades, se?orita Morgan. Eso la convierte en insólitamente valiosa.
Me senté sobre mis cuartos traseros, abrumada.
—?Lo ve, se?orita Morgan? —decía Trent—, no soy mala persona. Ofrezco a todos mis empleados un trato justo, una oportunidad para mejorar, para alcanzar su máximo potencial.
—?Oportunidad para mejorar? —escupí sin importarme que no me entendiese—. ?Quién te has creído que eres, Kalamack? ?Dios? ?Por mí puedes irte al cuerno!
—Creo que he captado lo esencial de eso —me dijo con una sonrisa—. Al menos te he ense?ado a ser sincera. —Acercó su silla a la mesa—. Voy a romper tu resistencia, Morgan, hasta que estés dispuesta a hacer lo que sea para salir de esa jaula. Espero sinceramente que tardes algún tiempo. Jon tardó quince a?os, no como rata sino como esclavo, pero es lo mismo. Imagino que tú te rendirás mucho antes.
—Maldito seas, Trent —dije furiosa.
—No seas obtusa. —Trent volvió a coger su pluma—. Estoy seguro de que tus principios morales son tan fuertes, si no más, que los de Jon; pero a él no lo amenazaban unas ratas con despedazarlo. Tuve el lujo del tiempo con Jon. Fui despacio y eso que entonces no sabía hacerlo tan bien. —Trent se quedó con la mirada perdida en sus pensamientos—. Aun así, él nunca supo que estaba minándole la moral. La mayoría no se da cuenta. Aún sigue sin saberlo. Y si se lo mencionas, te matará. —La mirada perdida de Trent se disipó—. Me gusta poner todas las cartas sobre la mesa. Contribuye a la satisfacción final, ?no crees? No hace falta que sea delicado al respecto, ambos sabemos de qué estamos hablando. Y si no sobrevives, no será una gran pérdida. No he invertido mucho en ti salvo una jaula, pienso y virutas de madera.
La sensación de estar en una jaula me oprimió de pronto. Estaba atrapada.
—?Sácame de aquí! —grité y tiré de los barrotes de mi celda—. ?Sácame, Trent!
Tocaron en el marco de la puerta y di un respingo. Jonathan entró, esquivando a Faris.
—El equipo médico está aparcando la ambulancia. Se desharán de Faris. La SI solo necesita una declaración. —Me dedicó una mirada de desprecio—. ?Qué le pasa a tu bruja?
—Sácame de aquí, Trent —repetí poniéndome frenética—. ?Sácame!
Corrí al fondo de mi jaula. Con el corazón latiéndome con fuerza subí a la segunda planta y me arrojé contra los barrotes, intentando volcar la jaula. ?Tenía que salir de allí!
Trent sonrió con expresión tranquila y serena.
—La se?orita Morgan acaba de comprender lo persuasivo que puedo llegar a ser. Dale un golpe en la jaula.
Jonathan vaciló, confuso.
—Creía que no quería que la martirizase.
—En realidad te dije que no te dejaras llevar por la ira cuando no supieses cómo iba a reaccionar una persona. Yo no estoy actuando en un momento de ira. Le estoy ense?ando a la se?orita Morgan cuál es su nuevo lugar en la vida. Está en una jaula y puedo hacer con ella lo que quiera. —Sus fríos ojos se quedaron mirando fijamente a los míos—. Golpea la jaula.
Jonathan sonrió. Con la carpeta que llevaba en la mano golpeó la jaula. Me encogí por el fuerte ruido incluso a pesar de ver venir el golpe. La jaula se sacudió y tuve que aferrarme a la rejilla del suelo con las cuatro garras.
—Cállate, bruja —a?adió Jonathan, con un brillo de regodeo en sus ojos. Me escabullí para esconderme en mi casita. Trent le acababa de dar permiso para atormentarme todo lo que quisiese. Si las ratas no me mataban, lo haría Jonathan.
Capítulo 21
—Vamos, Morgan, haz algo —susurró Jonathan empujándome con el palo. Me estremecí e intenté no reaccionar.