Bruja blanca, magia negra

—Tú siempre lo rompes todo —se justificó arrebatándome el asa de las manos.

 

Sentí un escalofrío cuando vi que los polis empezaban a seguirnos, pavoneándose, mientras nos dirigíamos a la recogida de equipajes. Robbie no dijo ni una palabra hasta que llegamos a una cinta desplazadora donde, aprovechando el leve zumbido, tiró de mí hacia él y susurró:

 

—?Estás segura de que la SI no anda detrás de ti por haberlos dejado tirados?

 

—Segurísima —insistí, aunque estaba empezando a tener mis dudas. Estaba trabajando en un doble asesinato en el que estaban involucrados un humano y una banshee. Edden había dicho que no estaban interesados en Mia, pero ?y si estaban intentando encubrir algo? Por favor, otra vez no, me dije a mí misma, abatida. Pero, en ese caso, ya me habrían enviado a Denon para que me amenazara. ?Quién sabe! Tal vez lo habían ascendido. La última vez que había visto al vampiro necrófago, tenía mejor aspecto que nunca.

 

Nos estábamos acercando al final de la pasarela móvil, y Robbie levantó un poco más su bolsa de manera que pude echar un vistazo a los hombres armados que nos seguían. Los seis metros se habían convertido en cuatro y medio, y yo estaba cada vez más nerviosa. De pronto escuché el inconfundible chasquido de las alas de Jenks y descubrí que se encontraba en un puesto de flores cercano. Al ver que estaba ocupado, le indiqué que nos íbamos a recoger el equipaje de Robbie y, justo después, incliné la cabeza hacia atrás. él dejó escapar un resplandor para hacerme saber que lo había entendido, y mi hermano y yo seguimos nuestro camino.

 

—?Jenks? —preguntó Robbie en voz baja—. Es tu ayudante, ?verdad?

 

—Sí —respondí con el ce?o fruncido colocándome la bolsa de Robbie en una posición más cómoda—. Estoy segura de que os vais a caer muy bien. Está intentando conseguir unas cosas para su mujer. No tengo ni idea de por qué nos siguen esos tipos.

 

—No estarás buscando una excusa para no venir a cenar, ?verdad? —preguntó Robbie alzando la voz mientras bajábamos de la cinta.

 

Me esforcé por soltar una sonora carcajada.

 

—Tal vez —respondí dispuesta a seguirle el juego—. Tengo algunos asuntos que resolver. He de ir a la biblioteca a devolver un libro y me gustaría visitar a un amigo que está ingresado en el hospital.

 

—?No te atreverás! —exclamó Robbie para que lo oyeran los miembros de seguridad mientras nos adentrábamos lentamente en un peque?o pasillo que se encontraba junto a las puertas de seguridad—. Necesito que estés allí para interceder cuando mamá decida sacar los álbumes de fotos.

 

Sonreí burlona. Sabía perfectamente a qué se refería.

 

—Mmmm, deberías haberte traído a Cindy. Yo voy a llevar a un acompa?ante.

 

—?Eso no es justo! —protestó mientras accedíamos a la parte del aeropuerto no vigilada. Miré atrás y descubrí que nuestros escoltas se habían reducido a uno. Gracias a Dios, es el brujo. Soy perfectamente capaz de enfrentarme a un brujo, incluso sin la ayuda de Jenks.

 

—?Por supuesto que es justo! Se llama Marshal, y trabaja en la universidad como entrenador del equipo de natación. En una ocasión, me ayudó durante una misión y, de todos los chicos con los que he salido, es el primero que no intenta conseguir nada a cambio, así que sé amable con él.

 

Robbie se quedó mirándome mientras subíamos las escaleras mecánicas.

 

—No será…

 

Al escuchar su tono dubitativo y descubrir que estaba agarrando la barandilla con el dedo me?ique delicadamente extendido, lo miré con una sonrisa ladeada.

 

—?No! —respondí—. Se trata de un chico tradicional. ?Dios! Puedo estar con un chico soltero, de los de antes, y no acostarme con él.

 

—Pues sería la primera vez —comentó Robbie. Le di un empujón, descargando un poco de la adrenalina que había acumulado gracias a los tres tipos de seguridad.

 

—?Eh! —exclamó de buen rollo, recuperando el equilibrio justo a tiempo para sortear sin problemas el final de la escalera.

 

Nos detuvimos en silencio delante de los monitores para comprobar por qué cinta transportadora salían las maletas de su vuelo y, despacio, nos unimos al creciente grupo de personas que intentaba coger un buen sitio.

 

—?Sigues viviendo en esa iglesia?

 

De pronto, sentí que la sangre se me subía a la cabeza y solté su bolsa de golpe.

 

—?Quieres decir, con la vampiresa? Pues sí. ?Cómo es posible que consiga sacarme de quicio con tanta facilidad?

 

Con la vista puesta en el lugar del que salían, una por una, todas las maletas, Robbie emitió un sonido gutural.

 

—?Y qué piensa mamá al respecto?