Bruja blanca, magia negra

—?Quién los inspecciona? —preguntó, alzando la ceja con determinación—. ?La AFI? ?Humanos? Los inframundanos colaboraron en la construcción de estos túneles tanto como los humanos. Seguro que hay refugios o guaridas secretas para vampiros que hayan caído en la indigencia. Un lugar donde esconderse antes de abandonarse, desesperanzados, a la luz del sol. Art está aquí abajo. Llevo tres meses rastreando la ciudad. No estaba buscándolo a él, pero si hubiera estado merodeando por ahí, alguien lo habría visto. —La expresión de su rostro se tornó aterradoramente sosegada—. Es el único sitio que queda.

 

Edden se detuvo y, metiéndose la linterna bajo del brazo, entreabrió las piernas adoptando una actitud inamovible. Acto seguido inspiró profundamente y, de pronto, Ivy se situó delante de él. Sorprendido, el capitán de la AFI liberó el aire de sus pulmones y dio un paso atrás.

 

—No pienses que ya eres tan grande como para hacer que me vaya y tú poder regresar aquí abajo y encontrarlo solito —dijo la vampiresa quedamente—. Sin mí, no encontrarás jamás su escondrijo, y si le pides ayuda a la SI, entrarán directamente para, poco después, volver a la superficie sin ti.

 

Tenía toda la razón, y yo cambié el peso del cuerpo a la otra pierna mientras Edden se quedaba pensando. Claramente molesto, realizó una larga y lenta exhalación.

 

—Está bien. Cinco minutos más.

 

Nos pusimos en marcha de nuevo, con Ivy tomando la delantera, hasta que se acordó de mí y aminoró el paso. Debería haber estado en Carew Tower, celebrando el A?o Nuevo, pero no, allí estaba, arrastrándome bajo la ciudad en busca de un vampiro muerto. En aquel momento, lo único que me mantenía en pie era la rabia. Ford me había dicho que era una buena persona y, aunque lo deseaba con toda mi alma, ya no estaba tan segura de que estuviera en lo cierto.

 

De pronto, sin previo aviso, Ivy levantó la cabeza y se detuvo, inspirando profundamente. La linterna que tenía en la mano empezó a moverse a toda velocidad, dibujando sombras en las paredes, y el susurro de nuestros pies retumbó de un modo espeluznante cuando Edden y yo nos detuvimos. La adrenalina se apoderó de mí. Mi compa?era de piso olfateó el aire y retrocedió algunos pasos deslizando la mano por la superficie uniforme del túnel a la altura del hombro.

 

Sus ojos se tornaron negros en la penumbra, y recogí la linterna cuando la dejó en el suelo para poder pasar ambas manos por la piedra.

 

—Está cerrada —susurró, y yo reprimí un escalofrío cuando se movió hasta el otro extremo de la pared del muro a una velocidad vampírica—. Aquí. —El corazón empezó a latirme con una fuerza inusitada al escuchar el profundo odio que transmitía su voz. Edden y yo nos aproximamos, con las luces en alto. Mi sombra se alargó tras de mí y volví a sentir un escalofrío.

 

Por inquietante que pudiera parecer, la pared no presentaba ninguna marca, a excepción de una peque?a muesca que indicaba que alguien había arrancado un trozo de piedra. No obstante, si se trataba de la guarida de un vampiro, tampoco podíamos esperar que tuviera una flecha de neón apuntando hacia ella. Lo normal es que se tratara de una puerta secreta, y que estuviera cerrada con llave.

 

Ivy introdujo los dedos en la muesca y tiró con fuerza, pero no sucedió nada. Entonces alzó la cabeza y se apartó el pelo de sus oscuros y fríos ojos. ?Maldición! Estaba a punto de perder el control.

 

—?Te importaría abrirme esta puerta, Rachel? —susurró.

 

De acuerdo. Si estábamos ante una puerta que ella no podía abrir, debía tratarse de brujería, lo que significaba que tendría que hacerme un corte en el dedo o interceptar una línea. Derramar sangre cuando Ivy se encontraba en aquellas condiciones no era una buena idea, pero hacer uso de una línea luminosa podía resultar muy doloroso.

 

Miré a la puerta y situé una mano encima. Habla, amigo mío, y entra, pensé para mis adentros, y tuve que reprimir una sonora carcajada.

 

—Genial —espeté cuando un escalofrío en mi vientre originó una doble descarga que me puso en contacto con la magia almacenada en la puerta. La pared había sido construida con una línea luminosa en su interior. Enterrado en el cemento había un imponente círculo de hierro. Tendría que interceptar una línea.

 

Aparté la mano y sentí que me mareaba. Fuera lo que fuera lo que había al otro lado de la puerta, iba a ser terriblemente desagradable.

 

—Se trata de una puerta hechizada —dije, mirando alternativamente a Ivy y a Edden.

 

El achaparrado agente frunció el ce?o.

 

—?Qué quieres decir con eso? —preguntó, poniéndose a la defensiva.

 

Me agité, nerviosa.

 

—Exactamente lo que he dicho. ?Recuerdas cuando te conté que toda la magia inframundana está basada en la brujería? —A continuación, pensando en los elfos, a?adí—: La mayor parte, en cualquier caso. Los vampiros adoran la brujería. La utilizan para parecer jóvenes una vez que han muerto, para invocar demonios que muelan a palos a algún brujo indefenso y para encerrarse, cuando quieren esconderse.