Bruja blanca, magia negra

En aquel momento, provenientes de algún lugar impreciso, llegaron a mis oídos las voces de Mia y Holly, cada una de ellas aullando la misma canción de rabia, frustración y pérdida, aunque con distinta letra, mientras la suave cadencia del agente de la AFI informando a Mia de los cargos que se le imputaban servía como música de fondo. Mis ojos se abrieron y necesité unos segundos para enfocar las diferentes luces que se paseaban por los horribles techos y paredes. Asimismo, las radios de los agentes no paraban de emitir un incesante y molesto parloteo que retumbaba en las paredes y que hacía que la diatriba de Mia y los quejidos de Holly parecieran lejanos lamentos.

 

Me erguí como un resorte y me mareé; me aferré a la manta de la AFI que me envolvía. Había gente por todas partes, ignorándome, agitando las linternas arriba y abajo en dirección al túnel y apuntando a Mia con sus armas mientras le leían sus derechos. Los agentes encargados de llevársela de allí pertenecían a la SI; Ford se encontraba al otro lado de la habitación con Holly. La ni?a no estaba precisamente contenta, pero Ford la sostenía en sus brazos sin recibir ningún da?o por ello. Por la expresión de su cara, era evidente que se sentía mortificado por contribuir a la separación de una madre y su hija, pero gracias al hecho de que fuera capaz de tocar a la ni?a, la Walker no se la quedaría.

 

Junto a mí, sobre el frío suelo de cemento, estaba mi pistola de pintura, como si fuera una especie de ofrenda. Al verla, abrí mucho los ojos, y una segunda oleada de vértigo se apoderó de mí al recordar. ?Oh, Dios! ?Kisten está muerto!

 

Noté que la bilis me subía por el esófago y empecé a sentir arcadas. Intenté levantarme pero no lo conseguí, pues estaba demasiado mareada para ponerme a gatas tras haber rodado sobre mí misma con intención de incorporarme. Nadie pareció darse cuenta de lo que me sucedía, fascinados como estaban por las amenazas y los forcejeos de Mia mientras la subían a rastras por las escaleras como a una gata salvaje mojada, con cuatro vampiros no muertos tirando de la correa con la que la habían reducido, dos delante y dos detrás, para que no pudiera tocar a nadie. Su política de ignorarla había cambiado después de que la AFI les obligara a intervenir.

 

Observando el mugriento suelo a través de mi pelo revuelto, me esforcé por respirar para recuperar el recuerdo de la muerte de Kisten, pero resultaba tan doloroso como si me estuvieran atravesando el alma con un cuchillo. ?Mierda! ?Lo que me faltaba! ?Echarme a llorar! Entonces me miré la mano, como si deseara verla hinchada y llena de rasgu?os, pero en ella solo estaba el corte de Al.

 

—?Holly! —gimió Mia, como si diera voz a mi desconsuelo, y la miré a través de mis desmadejados mechones, impactada por el miedo que transmitía aquella mujer. Estábamos pasando todos una fabulosa velada de A?o Nuevo.

 

Las palabras de Ford se elevaron por encima del suave llanto de Holly, calmando los forcejeos de la banshee.

 

—Su hija es un encanto, se?ora Harbor —dijo, conteniendo con facilidad los esfuerzos de la ni?a por liberarse, y los vampiros que tiraban de ella hicieron una pausa—. La protegeré con mi vida si es necesario.

 

—?Es mi hija! —gritó Mia, cuyo desconsuelo había hecho que pasara de ser una loca furiosa a una madre que veía cómo se llevaban a su bebé, y rompió a llorar de nuevo, pero en esta ocasión por Holly.

 

—Sí, es su hija —dijo Ford con calma—. Yo me ocuparé de su tutela temporal, y no tengo ninguna intención de volverla en su contra. Ella es… mi cordura, Mia. Consigue acallar las emociones que me hacen da?o. Estando conmigo no le faltará jamás alimento, y no pienso condicionarla para que te rechace como habría hecho la Walker.

 

El rostro de Mia estaba desfigurado por el miedo, pero en el fondo se veía un atisbo de esperanza.

 

—?No le daréis a mi hija?

 

Ford se colocó a Holly de modo que estuviera en una posición más cómoda.

 

—Jamás. Ya se ha puesto en marcha el papeleo para concluir lo antes posible. A menos que la Walker pueda probar que está emparentada con Holly, no tiene nada que hacer, independientemente de que sea una banshee. Yo tendré la custodia de Holly hasta que puedas volver a ejercer de madre, y te la llevaré para que la veas siempre que quieras. Y a Remus, si me dejan. Mientras yo esté vivo, esa mujer no le pondrá las manos encima.

 

—?Holly? —dijo Mia con voz temblorosa, en un tono del que solo se desprendía amor, y la ni?a se volvió con su pálido rostro enrojecido por las lágrimas. Ford se aproximó a ella y madre e hija se tocaron por última vez. Las lágrimas surcaban las mejillas de Mia, y se las enjugó, sorprendida de que estuvieran húmedas—. Mi hija —susurró segundos antes de retirar la mano, cuando los vampiros que sujetaban las correas le dieron un tirón.

 

Ford retrocedió hasta detrás de la protección de los agentes armados de la AFI.