Bruja blanca, magia negra

—Hola, Edden. ?Qué tal está Glenn? —pregunté, intentando no respirar sobre los platillos mientras a?adía un poco más de polvo.

 

—Genial. Esta tarde le dan el alta. El masaje funcionó, aunque dejó alucinado a más de uno. Lo incluirán en el procedimiento operativo estándar para da?os en el aura.

 

—?Eso es fantástico! —dije, mientras me ponía en pie y echaba el polvo en el mortero, junto con la mezcla del vino. Vino para dar vida, polvo para darle sustancia, hiedra para ligarlo todo y acebo para asegurarme de que no entraba nada malo en las almas de los muertos.

 

—Gracias por llamar.

 

Miré el reloj, deseando dejar la línea libre, pero Edden no pilló la indirecta.

 

—Es lo menos que podía hacer, teniendo en cuenta lo que has hecho para ayudarle a salir. —Vaciló y, cuando vio que yo no decía nada, a?adió—: Siento lo de Ivy. ?Se encuentra bien?

 

Los movimientos con los que raspé el metal sobre la mezcla fueron más bruscos de lo que pretendía y, sonrojándome, dirigí la mirada hacia Jenks, que entraba de nuevo en la cocina. ?Ah, claro! Seguro que ya se lo han contando.

 

—?Oh! Está bien —respondí sintiendo un escalofrío mientras me ajustaba el teléfono y me acordaba de a?adir uno de mis cabellos—. Esto… ?Sabes si todo ese asunto me traerá muchos problemas?

 

él soltó una carcajada.

 

—Pásate ma?ana y yo mismo me ocuparé de tomarte declaración. Les dije que estabas trabajando para mí y van a hacer la vista gorda.

 

Suspiré aliviada.

 

—Gracias, Edden. Te debo una.

 

—Así es. De hecho… —empezó a decir, mientras la tensión se me volvió a disparar al escuchar su malicioso tono.

 

—?Qué? —le pregunté de forma categórica. Entonces miré a Jenks, que seguía la conversación desde el otro lado de la habitación, y el pixie se encogió de hombros.

 

—Necesito que me ayudes con el siguiente paso para capturar a Mia —dijo—. Podemos discutirlo ma?ana. Nos vemos en mi despacho a las ocho.

 

—?Eh, eh, eh! ?Para el carro, Edden! —dije sujetando con fuerza el auricular—. No existe ningún ?siguiente paso?. Hasta que todos los miembros de mi equipo no estén en condiciones de trabajar, ninguno de nosotros irá tras ella.

 

—Nuestros tres mejores perfiladores psicológicos coinciden en que la se?ora Harbor asistirá a una fiesta ma?ana por la noche —dijo Edden como si no me hubiera oído—. Te quiero allí.

 

Intentando sujetar el teléfono como buenamente podía, saqué una botella del horno y lo apagué. El zumbido de las alas de Jenks aumentó de intensidad e intenté decirle con la mirada que no pensaba aceptar de ninguna de las maneras.

 

—?La noche de fin de a?o? —le pregunté con sarcasmo—. ?Cuánto pagas a esos tipos? La mitad de Cincinnati asistirá a una fiesta.

 

—Quiero que me acompa?es a una en particular —continuó, con voz cansada.

 

—?Cáspita, Edden! Lo siento, pero tengo como norma no salir con la gente con la que trabajo.

 

—Morgan, deja de darle la vuelta a todo lo que digo. Existe un ochenta y tres por ciento de posibilidades de que Mia aparezca en esta.

 

Sintiendo en mis manos el calor de la botella mientras la rellenaba, sacudí la mezcla con fuerza antes de dejarla junto a la primera con un golpe seco.

 

—Tengo que hacer unos hechizos ma?ana. Cosas personales.

 

—Te pagaré un cincuenta por ciento más de lo establecido —me ofreció. Crucé uno de los brazos a la altura del pecho. No lo había captado.

 

—La hija de esa mujer estuvo a punto de matarme —dije intentando abordar la cuestión de una forma más directa—. Y anoche intentó rematar la faena a las puertas de una maldita cárcel, da?ando mi nueva aura y dejando a Ivy prácticamente sin ninguna. ?Tienes idea de lo difícil que resultaría convivir con Ivy si estuviera muerta? No pienso arriesgar nuestras vidas en un intento infructuoso de capturarla a ella y a su novio psicópata. ?Sabías que no puedo interceptar una línea sin sufrir convulsiones si mi aura no está en condiciones? Olvídalo, Glenn. No puedo ayudarte.

 

—Haz unos cuantos hechizos. Te pagaré el doble —dijo. Justo en ese momento escuché un ruido amortiguado que indicaba que alguien había entrado en su despacho.

 

Haz unos cuantos hechizos. Estúpido humano.

 

—No —respondí echando un vistazo a mis pociones—. Tal vez más adelante. Cuando haga menos frío y los tres nos encontremos en situación de trabajar.

 

—Rachel. Está muriendo gente… ?No quieres vengarte por lo que le ha hecho a tu compa?era de piso?

 

Aquel comentario me hizo perder los estribos.