Bruja blanca, magia negra

El corazón me iba a mil, pero su expresión de preocupación se transformó en una de sus famosas sonrisas y me pregunté si acababa de salvar mi propia vida al prometerle que encontraría la manera de que mi amiga no perdiera su alma. Si creía que lo que quería decir era que encontraría la manera de que la conservara después de muerta, significaría que aceptaba su prerrogativa. Sin embargo, yo estaba pensando en algo un poco más inmediato. Algo de lo que ambas nos beneficiaríamos.

 

—Bien —dijo con las manos en los bolsillos y expresión inofensiva—. Disfruta de la cena con tu familia, Rachel. Ivy se pondrá bien.

 

Me erguí en mi asiento y lo miré con ojos esperanzados.

 

—?Estás seguro?

 

Sin apartar la vista del Hummer a?adió:

 

—Su aura se recuperará conforme sacie sus instintos y recuperará las fuerzas justo a tiempo. En realidad, son mis hombres los que me preocupan.

 

Al oír aquello, no pude evitar esbozar una sonrisa, que se desvaneció rápidamente. Se encontraba fuera de control en aquel coche, y se odiaría a sí misma cuando regresara a casa. En aquel periodo, la única cosa que evitaba que perdiera la razón era no haber permitido que sus ansias de sangre la controlaran y no haberlas satisfecho abalanzándose brutalmente sobre mí. Su promesa de abstención le había durado treinta segundos.

 

—Rynn, no la presiones —dije—. Te lo pido por favor. Limítate a hacer que se ponga bien y mándamela a casa. Encontraré la manera de que muera sin perder su alma. Si existe alguna posibilidad, daré con ella.

 

?Maldita sea! Voy a tener que hablar con Trent. él conocía un método para adormecer el virus vampírico, pero, a partir de ahí, quizás descubriera la manera de eliminarlo. No estaba segura de que Ivy accediera a convertirse en una humana para perder sus ansias de sangre, pero después de aquella noche… era posible que sí.

 

El hombre alto inclinó la cabeza para indicar que se daba por enterado de mis palabras y, sonriendo, se dirigió con elegancia hacia su segundo coche. El conductor salió para abrirle la puerta y, antes de darme cuenta, ambos vehículos habían desaparecido.

 

Eché un vistazo al reloj y descubrí que el bolso de Ivy se había quedado en el coche. Lo recogí de la alfombrilla y, tras dejarlo en el asiento en el que había estado sentada, estiré el brazo y cerré la puerta rota. El olor de Ivy seguía flotando en el ambiente, e inspiré profundamente, preguntándome cómo se encontraría. Las manos empezaron a temblarme con los restos de adrenalina. Era tarde para la comida que ya había tenido que retrasar. Robbie iba a poder ensa?arse conmigo de lo lindo.

 

Aun así, no estaba preparada para echarme a la carretera. Estaba muerta de preocupación por Ivy pero, probablemente, era justo que fuera así. Ella había estado preocupada por mí mientras estuve en el hospital. Rynn Cormel me había asegurado que se pondría bien, y tenía que creerlo. Los vampiros eran los rivales más cercanos de las banshees en lo que a fuerza se refiere, y disponían de un modo veloz para recuperarse después de un ataque: sangre para renovar su aura y azufre para revitalizar su fuerza.

 

Puse el coche en marcha y me dirigí lentamente hacia la salida, encendiendo el intermitente y parándome allí, aguardando a que hubiera un hueco entre los coches que pasaban. Mientras esperaba, se me ocurrió que probablemente aquel era el punto de inflexión de nuestra relación. Ivy era una vampiresa que aspiraba a ser algo más. O quizás, algo menos. Pero nunca podría llegar a ser lo que quería a menos que yo encontrara la manera de sacarle el virus. Ya fuera con la magia o con la medicina, tendría que hacerlo. Era posible que yo no consiguiera nunca convertirme en la persona que anhelaba ser, pero si tenía que ser un demonio, al menos me aseguraría de que Ivy sí fuera quien quería ser.

 

Tener que afrontar cosas como aquella era una verdadera mierda.

 

 

 

 

 

23.

 

 

La cocina de mi madre olía a estofado de ternera, pero ni eso, ni las galletas caseras que mamá estaba sacando del horno cuando entré habrían logrado mitigar mi preocupación por Ivy. Si la cena había sido agradable, no lo recordaba. Llevaba allí más de una hora y todavía no me había llamado nadie para informarme sobre Ivy. ?Por el amor de Dios! ?Cuánto tiempo se necesitaba para recuperar un aura?

 

Por si aquello no bastaba para estar de los nervios, en aquella casa había un manual arcano de nivel 800 que mi hermano intentaba ocultarme. Mi vida se estaba cayendo a pedazos y no pensaba marcharme de allí sin él. Quizás habría debido decírselo a mi madre y hacer que obligara a Robbie a dármelo, pero la última vez que lo había utilizado me había buscado un montón de problemas. Y ya tenía suficientes por aquella noche. Para dar y regalar. Hubiera bastado que me saliera un padrastro para que perdiera por completo los papeles.