Bruja blanca, magia negra

Edden dejó caer los brazos a lo largo de los costados, adoptando una postura amenazante sin necesidad de hacer ningún movimiento que lo pusiera de manifiesto.

 

—Se?ora Walker, en ningún momento hemos hablado de la posibilidad de que se quedara usted con la ni?a.

 

La mujer suspiró antes de subir de nuevo a nuestro nivel, desplazándose con movimientos secos y precisos.

 

—Hasta que no aprenda a controlarse, nadie excepto una banshee puede coger en brazos a la ni?a —dijo agitando la mano como si fuéramos tontos—. Aproximadamente hasta los cinco a?os. ?Qué pensáis hacer? ?Encerrarla en una burbuja?

 

—Está infravalorando el control de la ni?a —dijo Edden—. El padre la coge sin problemas.

 

Sus cejas se arquearon con interés, y se quitó las gafas.

 

—?En serio?

 

Genial. Ahora sí que querría a Holly a toda costa. Era casi imposible engendrar una ni?a bajo las leyes de la humanidad, y la se?ora Walker pensaba que Holly era especial. Mia no sobreviviría a aquella semana, y probablemente Remus moriría intentando defenderlas si no los encontrábamos primero.

 

—No es por Holly —intervine rápidamente—. Es el padre. Hay un deseo de por medio.

 

Edden se giró hacia mí con expresión acusatoria y yo me encogí de hombros.

 

—Me enteré ayer. Iba a decírtelo.

 

La se?ora Walker gui?ó los ojos por efecto de la intensa luz, evidenciando las patas de gallo, y Jenks sonrió con malicia cuando un fogonazo de preocupación cruzó el semblante de la banshee antes de que lo ocultara.

 

—Tu propio hijo está en el hospital, capitán Edden —dijo como si aquello fuera a conseguir que le diéramos a la ni?a—. Usted misma, se?orita Morgan, fue atacada y casi pierde la vida. ?Cuántas vidas están dispuestos a sacrificar antes de aceptarlo? Puedo controlarla. Ustedes no. A cambio, le proporcionaré un hogar a esa ni?a.

 

—De forma provisional —dije, y la sonrisa de la se?ora Walker empezó a temblar.

 

—Si Mia se decide a cooperar.

 

?Como si eso fuera a suceder!

 

—Se?ora Walker —dijo Edden, sin rastro de su azoramiento anterior, dejando que aflorara su habitual intransigencia—, todos queremos lo mejor para Holly, pero todavía no hay abierto ningún procedimiento legal contra Mia o Remus.

 

La mujer resopló, era evidente que pensaba que el procedimiento legal nunca se abriría si encontraba a Mia a solas.

 

—Por supuesto —dijo mientras su voz y su postura recobraban la elegancia y la seguridad en sí misma de antes—. Buenas tardes, se?orita Morgan. ?Capitán Edden? Me pondré en contacto con usted tan pronto como consiga contener a Mia.

 

Entonces, dedicándonos una mirada glacial, se giró y caminó lentamente hacia el ascensor, con dos camareros tras ella.

 

Jenks chasqueó las alas mientras escalaba y volaba de vuelta a la mesa. Dejó escapar chispas rojas mientras daba un salto desde donde había aterrizado hasta un peque?o plato de mantequilla de cacahuete que había aparecido como por arte de magia durante la discusión. Sentándose con las piernas cruzadas en el borde del plato, estiró los brazos y se ayudó con el par de palillos chinos de tama?o pixie que tenía escondido en algún sitio.

 

—Malditas banshees —farfulló—. Son peores que tener el váter lleno de hadas.

 

Edden me puso una mano en la parte inferior de la espalda y me guió de nuevo hasta mi silla.

 

—?Por qué tengo la sensación de que tenemos que encontrar a Mia antes que la se?ora Walker? —preguntó con gesto de preocupación.

 

Alguien había depositado un vaso de agua de color rosado junto a mi plato, y tomé asiento. Inclinándome hacia delante, bebí un trago, casi tirándomelo encima cuando el hielo se desplazó.

 

—Porque las crías de banshee son raras y valiosas —dije, antes de preguntarme si se reirían de mí si pedía una pajita—. Entregarle a Holly a esa mujer sería un error, independientemente de que sea una banshee. No me fío de ella.

 

Edden soltó una risotada.

 

—Creo que el sentimiento es mutuo.

 

—Sí pero, según ella, yo no importo. —Tal vez era mejor no importar a una banshee—. Tenemos que encontrar a Mia antes de que lo haga esa mujer. No dudará en matarla con tal de conseguir a Holly.

 

Edden me miró con expresión severa.

 

—Esa es una acusación muy grave.

 

Estiré el brazo hasta la cesta del pan esperando que nos trajeran la comida a pesar de que nuestra ?invitada más ilustre? se hubiera marchado.

 

—Puedes esperar hasta que Mia esté muerta, o puedes creerme ahora. Pero pregúntate con quién preferirías que se criara Holly —concluí se?alándole con el me?ique.

 

él frunció el ce?o.

 

—?Tú crees?

 

Arrancando un trozo de pan de la hogaza, me lo comí, pensando que estaba demasiado duro.

 

—No lo creo, lo sé.

 

Edden dirigió la mirada hacia el ascensor y después de vuelta hacia mí.

 

—Sería mucho más sencillo si tuviéramos un amuleto localizador. ?Has podido avanzar algo?

 

Casi me atraganto y, mientras intentaba pensar qué decir, Jenks intervino con despreocupación.

 

—Sí…

 

Di un rodillazo a la parte inferior de la mesa y sus alas empezaron a moverse de golpe.