—Entonces, es por eso por lo que… —empezó a decir, como si liberara una tensión que hasta ese momento había permanecido oculta—. La emoción adquirió un sabor amargo mientras te mataba y, al encontrar una fuente más dulce, una que le era familiar…
—La cogió —concluí por ella. Jenks golpeaba con los tacones, un signo evidente de angustia, y yo tamborileé con los dedos para expresarle que lo había advertido. él también había visto cómo la mujer liberaba la tensión. Me tenía miedo, y de repente ya no lo tenía. Bien. Aquello ponía las cosas más fáciles para reducirla si resultaba necesario. ?Para, Rachel! No puedes echarle el guante a una banshee.
La mujer siguió erguida en su asiento, bebiendo un sorbo de té con la elegancia de miles de a?os. Ella y Ceri se habrían llevado de maravilla.
—Aun así, tu aura es muy compacta —dijo dejando la taza sobre la mesa—. Si no supiera que te estás recuperando de un ataque, diría que estás chiflada.
Aquello fue una grosería, y cuando Jenks se revolvió incómodo, los ojos de la se?ora Walker iban desde él hasta mí, algo gui?ados por efecto de la luz del sol.
—?Tu pixie no te ha dicho que un aura compacta es un signo de inestabilidad?
Consciente de que intentaba provocarme, dejé que se desvaneciera mi rabia antes de devolverle la sonrisa.
—Es mi socio, no mi pixie —dije, y Edden se encogió en su silla sintiéndose fatal mientras se desarrollaba nuestra educada y sofisticada pelea de gatas.
Jenks, en cambio, no pudo contenerse, y se alzó con las manos en la cintura.
—?Y por qué se supone que tengo que decirle a Rachel lo que significa un aura compacta? No está loca. Le han dado un masaje y se ha condensado. Y alegra esa cara, arpía provinciana.
—?Jenks! —exclamé, aunque a la se?ora Walker no pareció afectarle. ?Qué mosca le habrá picado?
Ignorando a Jenks, excepto por un preocupante temblor en los dedos de las manos, se concentró en mí, mientras sus ojos se ponían negros. Tuve que poner freno a mi miedo repentino. Aquella mujer podía matarme mientras estábamos allí sentados y largarse de rositas, independientemente de que Edden se encontrara a medio metro.
—No me importa lo que cuentan sobre ti —dijo en una voz baja carente de cualquier cosa excepto de desdén—. Somos más poderosas que tú; que sobrevivieras fue pura casualidad.
?Lo que cuentan sobre mí? Lo sabía. Aquella banshee sabía que yo era una protodemonio.
Se puso en pie en medio de las protestas de Edden, pero yo me quedé sentada, paralizada por el miedo.
Mirándome desde lo alto, la se?ora Walker cerró los ojos e inspiró profundamente, succionando mi pavor como una droga. Jenks se elevó chasqueando las alas.
—?Basta! —entonó situándose entre nosotras, y los ojos de la mujer se abrieron de golpe—. ?Deja en paz el aura de Rachel o te juro que te mataré!
Los ojos de la se?ora Walker se volvieron aún más negros y mi miedo se hizo aún más profundo y retorcido. Tenía los ojos de Ivy, llenos de un hambre no saciada. Era una depredadora encadenada por su propia voluntad, y no le importaba dejarse llevar de vez en cuando. Pero no conmigo. No me tendría. Yo no era una presa, sino una cazadora.
Mientras Edden crispaba el gesto, la mujer agarró su peque?o bolso de mano. El periódico del día estaba doblado junto a él, y se me hizo un nudo en la garganta. Genial, también sabe que me han excluido. Mientras miraba a Jenks, desahogó todo su desprecio.
—Bicho —dijo simplemente, escondiendo sus ojos detrás de unas gafas oscuras—. ?No deberías estar durmiendo en un agujero en el suelo?
—?Y tú no deberías haberte extinguido, como el resto de los dinosaurios? —le respondió—. ?Necesitas que te ayude a llegar hasta allí? —a?adió, y yo me aclaré la garganta a pesar de que sus comentarios racistas me habían enfurecido.
—Se?ora Walker —estaba diciendo Edden, que se había puesto en pie y se movía hacia el lado de la mesa en que se encontraba ella—. Se lo ruego, a la AFI le sería muy útil su ayuda, y le estaríamos muy agradecidos. Dejando a un lado las opiniones de la se?orita Morgan y de su socio, una de ustedes se enfrenta a una acusación de asesinato.
La elegante dama se detuvo a dos pasos del borde del anillo giratorio con los ojos ocultos.
—Ya he visto lo que había venido a ver, pero buscaré a la peque?a Mia esta noche. Es poco probable que haya abandonado la ciudad, y le informaré apenas consiga negociar con ella.
?Negociar con ella? No me gustaba cómo sonaba aquello. Y, a juzgar por la expresión de su rostro, tampoco a Jenks.
—A cambio, cualquier tipo de apoyo que pueda darme para agilizar los trámites de adopción será bienvenido —concluyó, girándose para marcharse y aceptando la mano de un camarero cercano para bajar el escalón hasta el centro inmóvil del edificio.
?Adopción? Alarmada, me puse en pie.
—?Cómo? ?Espera un momento! —dije cáusticamente, y la mujer se giró con las mejillas encendidas por la rabia—. ?A qué te refieres con adopción? ?A Holly? Holly tiene una madre.