Antes bruja que muerta

Parecía tener unos diecisiete a?os; llevaba puesta una cortísima falda gótica que mostraba su abdomen, y las u?as y los labios pintados de negro. Le tintineaban cadenas de plata y brazaletes por todas partes mientras bajaba los escalones a saltitos, lo cual me llevó a recordar aquella página marcada del libro. Su pelo era negro y muy corto, y lo llevaba peinado en agresivas púas. La madurez aún no había terminado de darle forma, pero ya podía advertir que iba a ser exactamente como su hermana mayor, excepto por ser unos quince centímetros más baja: enjuta, llamativa, depredadora y con los suficientes rasgos orientales para resultar erótica. Me gustó saber que era común en su familia. Claro que, por el momento, tenía el aspecto de una vampiresa adolescente fuera de control.

 

—Hola, Erica —saludó Ivy, cambiando de dirección para esperarla al pie de las escaleras.

 

—Dios mío, Ivy —dijo Erica, con una voz aguda y con un notable acento de pija—. Tienes que hablar con papá. Está en plan controlador total. O sea, ?que no conozco la diferencia entre el azufre bueno y el malo? Al escucharle, pensarías que aún tengo dos a?os, que voy por ahí arrastrándome en pa?ales intentando morder al perro. ?Dios! Estaba en la cocina —prosiguió, moviendo la boca mientras me miraba de arriba abajo—, preparándole a mamá su taza de té orgánico, ecológico, políticamente correcto y apestoso, cuando no me deja salir una noche con mis amigos. ?No es justo! ?Vas a quedarte? Mamá subirá pronto y empezará a hacer que tiemblen hasta las ventanas.

 

—No —respondió Ivy—. He venido a hablar con papá. ?Está en la cocina?

 

—En el sótano —contestó Erica. Tras cerrar finalmente la boca, volvió a lanzar su mirada sobre mí, mientras yo permanecía estupefacta ante lo rápido que hablaba—. ?Quién es tu amiga? —inquirió.

 

Una tenue sonrisa curvó las comisuras de la boca de Ivy.

 

—Erica, ella es Rachel.

 

—?Oh! —exclamó la joven, abriendo sus ojos marrones, que estaban casi ocultos bajo el oscuro maquillaje. Tras avanzar unos pasos, asió mi mano y la agitó enérgicamente de arriba abajo, lo que provocó el tintineo de sus pulseras—. ?Debería haberlo sabido! Oye, te vi en Piscary's —afirmó antes de darme una palmada en la espalda que me hizo dar un paso hacia delante—. Tía, te almibaraste bien. Estabas pillada. Viajando en tu nube. No te había reconocido. —Sus ojos se pasearon sobre mis vaqueros y mi abrigo de invierno—. ?Saliste con Kisten? ?Te mordió?

 

Parpadeé, e Ivy rió nerviosamente.

 

—No lo creo. Rachel no deja que nadie la muerda. —Dio un paso hacia su hermana y le dio un abrazo. Me sentí bien cuando la joven se lo devolvió con una atención despreocupada; aparentemente no sabía, o no le preocupaba, lo poco habitual que era que Ivy tocase a alguien. Las dos se retiraron y los rasgos de Ivy se calmaron. Tomó aire, y se abrieron sus fosas nasales.

 

Erica le dedicó una sonrisa similar a la del gato que se ha comido al canario.

 

—?A que no adivinas a quién he recogido en el aeropuerto?

 

Ivy se puso rígida.

 

—?Skimmer está aquí?

 

Fue prácticamente un susurro, y Erica casi bailoteó al dar un paso hacia atrás.

 

—Llegó en un vuelo de la ma?ana —afirmó, tan orgullosa como si ella misma hubiera hecho aterrizar el avión.

 

Mis ojos se abrieron de golpe. Ivy estaba extremadamente tensa. Tras recuperar el aliento, se giró hacia una entrada ante el sonido de una puerta al cerrarse. Se oyó una voz femenina.

 

—?Erica? ?Ha llegado mi taxi?

 

—?Skimmer! —Ivy dio un paso hacia la entrada, y luego retrocedió. Me miró, más vivaz de lo que la había visto en mucho tiempo. Un leve arrastrar de pies en la entrada le hizo apartar de mí su atención. La invadía la emoción, y se asentó en ella una especie de felicidad, la cual me revelaba que Skimmer era una de las pocas personas con las que Ivy se sentía cómoda de estar a su lado.

 

Así que somos dos, pensé al girarme para seguir su mirada hasta una mujer joven que permanecía en el umbral. Sentí como mis cejas se elevaban, especulativas, mientras observaba a aquella que debía de ser Skimmer. Vestía con unos vaqueros desgastados y una ajustada camisa blanca de botones, resultando en una bonita mezcla de sofisticación informal. Unas discretas botas negras le proporcionaban una altura similar a la mía. Delgada y bien proporcionada, la mujer rubia posaba con una confiada gracilidad habitual en los vampiros vivos.

 

Llevaba una cadena de plata alrededor del cuello, y su pelo rubio estaba recogido en una sencilla coleta, que acentuaba una estructura ósea por la que muchas modelos gastarían una peque?a fortuna. Observé sus ojos, preguntándome si eran realmente así de azules, o si simplemente lo parecían debido a sus pesta?as increíblemente largas. Su nariz era peque?a y respingona, y le daba a su sonrisa una apariencia de reservada seguridad.

 

—?Qué estás haciendo aquí? —dijo Ivy, y se le iluminó la cara cuando se acercó a saludarla. Las dos mujeres se dieron un largo abrazo. Abrí la boca y me quedé de piedra al ver el lento beso que se dieron antes de separarse. Pues vale…

 

Ivy me lanzó una mirada pero ya estaba sonriendo al darse la vuelta para mirar a Skimmer, sonreía sin parar, con las manos en los codos de la mujer.

 

—?No me puedo creer que estés aquí! —dijo.