Ivy cambió de postura en su sillón, colocándose otra vez tal y como había estado cuando entré en la habitación.
—Claro —respondió mirando hacia el techo y cerrando los ojos, sin que su voz me diese una sola pista sobre lo que estaba pensando—. No hemos salido una noche solas desde hace ya tiempo.
—Genial.
Me recliné sobre los cojines del sofá mientras esperaba a Kisten. Desde el equipo de música, una voz suave con cierto matiz sexual susurraba al cambiar de canción. El aroma del café recién hecho se hizo evidente. No pude ocultar una sonrisa cuando sonó el último tema de Takata. Lo estaban emitiendo hasta en las emisoras de jazz. Ivy abrió los ojos de golpe.
—Pases de escenario —dijo con una sonrisa.
—De escenario y de todo lo demás —a?adí. Ivy ya había accedido a trabajar conmigo en el concierto, y yo estaba impaciente por presentársela a Takata. Pero entonces, me acordé de Nick. Ya no había posibilidad de que viniera él. A lo mejor podía pedirle a Kisten que nos ayudase. Y, ya que representaba el papel de sucesor de Piscary, resultaría doblemente efectivo como elemento disuasorio. Igual que un coche de policía aparcado en la mediana. Miré hacia la oscuridad del umbral, preguntándome si aceptaría en el caso de que se lo propusiera, y si realmente quería que estuviese allí.
—Escucha. —Ivy levantó un dedo—. Esta es mi parte favorita. Ese rasgueo va directo a mi interior. ?Notas el dolor en la voz de ella? Este va a ser el mejor álbum de Takata hasta el momento.
??La voz de ella??, pensé. Takata era el único que cantaba.
—?Eres mía, de alguna minúscula manera? —susurró Ivy, con los ojos cerrados; el íntimo dolor que mostraba en su expresión me hizo sentir incómoda—. ?Eres mía, aunque tú no lo sepas. Eres mía, un lazo surgido de la pasión…?.
Mis ojos se abrieron por la sorpresa. Ella no estaba cantando lo mismo que Takata. Sus palabras se intercalaban con las de él, creando un espeluznante fondo de voz que me puso la carne de gallina. Ese era el estribillo que no iba a emitir.
—?Eres mía, aún completamente mía? —musitó—. ?Porque es tu voluntad…?.
—?Ivy! —exclamé, y ella abrió sus ojos de golpe—. ?Dónde has oído eso?
Me miró de forma inexpresiva mientras Takata proseguía, cantando sobre pactos sellados bajo la ignorancia.
—?Ese era el estribillo alternativo! —exclamé, sentándome al borde del sofá—. Se suponía que no iba a emitir eso.
—?Estribillo alternativo? —preguntó mientras Kisten entraba, colocaba una bandeja con tres tazas de café sobre la mesita junto a las grandes velas rojas y tomaba asiento a mi lado de forma intencionada.
—?La letra! —dije se?alando hacia el equipo de música—. La estabas cantando. Takata no iba a emitir esa letra. Me lo dijo. Iba a emitir la otra.
Ivy se quedó mirándome como si me hubiera vuelto loca, pero Kisten gru?ó, encorvando la espalda para apoyar los codos en sus rodillas y la cabeza entre sus manos.
—Es el tema vampírico —dijo con la voz serena—. Joder. Ya me parecía que faltaba algo.
Desconcertada, estiré el brazo para coger mi café. Ivy se incorporó e hizo lo mismo.
—?El ?tema vampírico?? —inquirí.
Kisten levantó la barbilla. Se apartó el rubio flequillo de los ojos con una expresión de resignación.
—Takata incluye una pista en su música que solo pueden oír los no muertos —afirmó, y me quedé helada, con la taza a medio camino hacia mis labios—. Ivy puede oírla porque es la sucesora de Piscary.
El rostro de Ivy palideció.
—?Tú no la oyes? —preguntó—. Justo ahí —dijo mirando hacia el equipo de música cuando volvió a sonar el estribillo—. ?No oyes la voz femenina junto a la de Takata?
Sacudí la cabeza, sintiéndome incómoda.
—Solo lo oigo a él.
—?Y el tambor? —insistió—. ?Puedes oírlo?
Kisten asintió y se reclinó con su café aparentemente malhumorado.
—Sí, pero tú estás oyendo mucho más de lo que oímos nosotros. —Dejó su taza sobre la mesita—. Maldita sea —espetó—. Ahora tendré que esperar hasta estar muerto y rezar por que haya una vieja copia por alguna parte. —Emitió un suspiro de decepción—. ?Es bueno, Ivy? Su voz es lo más siniestro que he oído nunca. Está en todos los álbumes, pero su nombre nunca aparece en los créditos. —Se derrumbó sobre su asiento—. No sé por qué no graba su propio álbum.
—?No puedes oírla? —repitió Ivy, separando las sílabas. Dejó la taza con tanta fuerza que derramó el café, y me quedé mirándola asombrada.
Kisten sacudió su cabeza con una expresión irónica.
—Felicidades —dijo amargamente—. Bienvenida al club. Ojalá yo siguiera en él.
Mi pulso se aceleró cuando los ojos de Ivy se encendieron de rabia.
—?No! —gritó poniéndose en pie.
Kisten levantó su mirada con los ojos muy abiertos, comprendiendo ahora que Ivy no se sentía muy feliz.
Ivy sacudió su cabeza con tirantez.