El sonrió, ense?ando sus dientes manchados de café.
—Una dormilona, ?eh? Bien, así no me sentiré tan viejo cuando me amodorre.
Me sentía feliz al verlos encaminarse hacia el santuario. Aquello era bueno en muchos sentidos.
—?Qué te ocurre Jenks? —inquirí mientras él permanecía sobre mi hombro, al tiempo que su familia acompa?aba a Ceri y a Keasley hasta la entrada de la iglesia.
—Creía que Jax sería el primero en marcharse para empezar su propio jardín —sollozó.
Contuve la respiración al comprenderlo.
—Lo siento, Jenks. Ella estará bien.
—Lo sé, lo sé. —Sus alas se pusieron en movimiento, cubriéndome con el aroma a hojas caídas—. Una pixie menos en la iglesia —comentó en voz baja—. Es algo bueno. Pero nadie me dijo que fuera a ser doloroso.
4.
Escudri?ando tras mis gafas de sol, me incliné sobre mi coche y examiné el aparcamiento. Mi descapotable color rojo cereza parecía fuera de lugar entre los dispersos monovolúmenes y los modelos más recientes oxidados y descoloridos por la sal. En la parte de atrás, alejado de posibles choques y ara?azos, había un coche deportivo gris de baja altura. Probablemente perteneciese al relaciones públicas del zoo, ya que todos los demás eran o bien trabajadores a tiempo parcial, o concienzudos biólogos a quienes no les importaba el vehículo que conducían.
A esa hora tan temprana hacía frío a pesar del sol, y mi aliento salía en forma de vapor. Intenté relajarme, pero podía sentir una presión en el estómago a medida que crecía mi inquietud. Se suponía que Nick iba a encontrarse conmigo aquí, esta ma?ana, para una sesión rápida en el zoo. Parecía que iba a darme plantón. Otra vez.
Descrucé los brazos delante de mí y agité las manos para desentumecerlas, antes de doblar la cintura y colocar las palmas sobre el frío aparcamiento, cubierto de nieve. Exhalé hasta el fondo de mis pulmones y sentí la tensión en mis músculos. A mi alrededor se oían los suaves y familiares sonidos del zoo preparándose para abrir, mezclado con el aroma a estiércol exótico. Si Nick no aparecía en los próximos cinco minutos, no habría bastante tiempo para una sesión decente.
Yo había comprado pases de corredor para ambos hacía meses, de forma que podíamos correr a cualquier hora desde medianoche hasta el mediodía cuando el parque estaba cerrado. Me había despertado dos horas antes de lo normal para ello. Estaba intentando hacer que esto funcionase; trataba de encontrar una forma de encajar mi horario de bruja, del mediodía hasta el amanecer, con el horario humano de Nick, desde el amanecer hasta la medianoche. Nunca antes había sido un problema, Nick solía esforzarse. últimamente, sin embargo, todo el peso había recaído sobre mí.
Un potente chirrido me hizo enderezarme. Estaban recogiendo los cubos de la basura, y mi enfado aumentaba. ?Dónde estaba? No podía haberlo olvidado. Nick jamás olvidaba nada.
—A no ser que quiera olvidarlo —susurré. Alejando esos pensamientos, balanceé mi pierna derecha para colocar mi ligera zapatilla deportiva sobre el capó—. Ufff —resoplé, cuando mis músculos protestaron, pero me incliné sobre el vehículo. últimamente había estado descuidando mi entrenamiento, ya que Ivy yo ya no entrenábamos juntas desde que había logrado superar su ansia de sangre. Empezó a temblarme un ojo, y cerré los dos mientras intensificaba el estiramiento, agarrándome el tobillo y tirando de él.
Nick no lo había olvidado, era demasiado listo para eso, sino que me estaba evitando. Yo sabía por qué, pero aun así era deprimente. Habían pasado tres meses y todavía se mostraba distante e indeciso. Lo peor era que no creía que fuera su manera de romper conmigo. El hombre invocaba demonios en su armario de la ropa blanca, y tenía miedo de tocarme.
El pasado oto?o, yo había estado tratando de vincular a un pez conmigo para cumplir con una estúpida tarea para mi clase de líneas luminosas y, en cambio, convertí a Nick en mi familiar. Estúpida, estúpida, estúpida.