Antes bruja que muerta

Una insinuación de incertidumbre revoloteó sobre Trent.

 

—Yo también lo creía.

 

—?Quizá su novia le dio un porrazo en la cabeza y lo obligó a irse? —dije sin creer ni una sola palabra—. ?No te sentirías mal si lo mataras y luego averiguaras que había intentado salvarte?

 

Trent me lanzó una mirada cansada.

 

—?Siempre ve usted lo mejor de las personas, se?orita Morgan?

 

—Sí. Salvo contigo. —Empecé a hacer una lista mental de las personas a las que tenía que decirle que estaba viva: Kisten, Jenks (si se dignaba a escuchar), Ceri, Keasley… ?Nick? Oh, Dios, mi madre. Con ella debería tener su gracia.

 

Trent apoyó la frente en los dedos y suspiró.

 

—No tienes ni idea de cómo funciona esto.

 

Ofendida, resoplé para indicarle lo mucho que me indignaba aquella actitud de sabelotodo.

 

—Hazme caso en esto, ?vale? Dejar que uno de los malos viva podría ser bueno para el alma, al menos para la tuya.

 

No parecía muy convencido y me miró con aire condescendiente.

 

—Dejar a Lee vivo es un error. A su familia no le hará gracia que esté en la cárcel. Prefieren verlo muerto a convertido en una vergüenza.

 

—Bueno, pues lo siento por ellos pero no pienso matarlo y no pienso dejar tampoco que lo mates tú, así que siéntate, cállate, espera y mira cómo resuelven los problemas las personas de verdad.

 

Trent sacudió la cabeza y su cabello flotó sobre las orejas bordeadas de rojo.

 

—?Qué vas a conseguir arrestando a Lee? Seguro que sus abogados lo sacan antes de que llegue a sentarse siquiera en el catre de la celda.

 

—?Habla la voz de la experiencia? —me burlé, casi lo había metido en esa misma celda el oto?o anterior.

 

—Sí —dijo con voz sombría—. La AFI tiene archivadas mis huellas gracias a ti.

 

—Y la SI tiene una muestra de mi ADN por si hay que identificarme. Aguántate.

 

Quen emitió un sonido suave y de repente me di cuenta que estábamos discutiendo como crios.

 

Molesto, Trent volvió a recostarse en su sillón y entrelazó los dedos sobre el estómago. Lo vencía el cansancio.

 

—No va a ser fácil admitir que estaba en ese barco. Nadie nos vio irnos. Y sería difícil explicar cómo es que nosotros sobrevivimos y todos los demás murieron.

 

—Sé creativo. ?Quizá podrías contar la verdad? —dije con malicia. Sacar de quicio a Trent podía ser hasta divertido—. Todo el mundo sabe que está intentando quitaros el control de Cincinnati a ti y a Piscary. Ve por ahí. Solo déjame a mí muerta en el río.

 

Trent me miró con atención.

 

—Pero vas a decirle a tu capitán de la AFI que estás viva, ?sí?

 

—Esa es una de las razones por las que vas a presentar la denuncia en la AFI y no en la SI. —Mi mirada se dirigió a la escalera cuando la forma alta de Jonathan empezó a bajarla. Parecía irritado y me pregunté qué se estaba tramando. Nadie dijo nada cuando se acercó y empecé a pensar que ojalá no hubiera presionado tanto a Trent. El tipo no parecía muy contento. Sería muy propio de él cargarse a Lee delante de mis narices—. ?Quieres a Saladan fuera de la ciudad? —dije—. Te lo puedo conseguir, y gratis. Lo único que quiero es que presentes una denuncia y pagues para que el abogado lo mantenga en la cárcel. ?Puedes hacer eso por mí?

 

Su rostro se vació de toda expresión y cruzaron su mente pensamientos que no quiso compartir conmigo. Asintió poco a poco y le hizo un gesto a Jonathan para que se acercara.

 

Me lo tomé como un sí y relajé los hombros.

 

—Gracias —murmuré cuando el alto se inclinó para susurrarle algo al oído a Trent. La mirada de este se clavó de repente en mí. Me esforcé por oír algo pero en vano.

 

—Que se quede en la verja —dijo Trent mirando a Quen—. No lo quiero en los terrenos de la casa.

 

—?A quién? —pregunté, intrigada.

 

Trent se levantó y se apretó el cinturón de la bata.

 

—Le he dicho al se?or Felps que dispondría tu regreso pero parece pensar que necesitas que te rescaten. Te espera junto a la garita.

 

—?Kisten? —Sofoqué una sacudida. Me alegraría de verlo pero temía las respuestas que pudiera darme. Habría preferido que no hubiera sido él el que había puesto la bomba pero Ivy había dicho que había sido él. Joder, ?por qué me colaba siempre por los chicos malos?

 

Mientras los tres hombres esperaban, me levanté, recogí mis cosas y dudé antes de tenderle la mano al elfo.

 

—Gracias por tu hospitalidad… Trent —dije e hice solo una peque?a pausa mientras intentaba decidir cómo llamarlo—. Y gracias por no dejarme morir congelada —a?adí.

 

Una sonrisa suave le crispó las comisuras de los labios al ver mi vacilación y después me estrechó también la mano con firmeza.

 

—Era lo menos que podía hacer, puesto que me salvaste de ahogarme —respondió. Después frunció el ce?o, era obvio que quería decir más. Contuvo el aliento pero cambió de opinión y se giró—. Jonathan, ?podrías acompa?ar a la se?orita Morgan hasta la garita? Quiero hablar con Quen.