No podía dejar de temblar pero le rodeé el cuello con un brazo y le levanté la barbilla con el codo. Respiraba. Se me estaban entumeciendo las piernas por el frío y empezaba a tener calambres en los dedos de los pies. Miré a mi alrededor en busca de ayuda. ?Dónde co?o estaba la SI? Alguien tenía que haber visto la explosión.
—Nunca están cuando más los necesitas —murmuré mientras apartaba un trozo de hielo tan grande como una silla—. Seguro que andan por ahí poniéndole una multa a alguien por vender amuletos caducados. —El muelle había desaparecido. Tenía que sacarnos a los dos del agua pero el rompeolas era casi un metro liso de cemento. La única forma de salir era subirnos otra vez al hielo e ir caminando hasta otro muelle.
Se me escapó un sonido desesperado y eché a nadar hacia el borde del agujero que había abierto la explosionen el hielo. Jamás conseguiría llegar, ni siquiera con aquella lenta corriente. El agua estaba empezando a cubrirme cada vez más y mis movimientos se iban ralentizando, y me resultaba más y más difícil hacer cualquier cosa. Tampoco tenía frío ya y eso me hacía cagarme de miedo. Seguramente podría salir… si no estuviera arrastrando a Trent.
—?Me cago en todo! —grité, necesitaba utilizar la ira para seguir moviéndome. No iba a morir allí intentando salvarle el culo a aquel elfo—. ?Por qué no me dijiste lo que estabas haciendo, Kisten? —exclamé, sentía que unas lágrimas ardientes como el fuego se me escapaban al nadar—. ?Por qué no te dije adonde iba? —me contesté a gritos—. Soy gilipollas. ?Y tu estúpido reloj se adelanta, Trent! ?Lo sabías? Tu estúpido… —respiré hondo, con un sollozo— …reloj se adelanta.
Me dolía la garganta pero con el movimiento entré un poco en calor. El agua estaba caliente y todo. Jadeé, dejé de nadar y me puse a flotar. Se me empa?ó la visión cuando me di cuenta de que ya casi había llegado. Pero tenía un gran trozo de hielo en medio y tendría que rodearlo.
Respiré, decidida, cambié el brazo cargado de postura y empecé a mover las piernas. Ya no las sentía pero supuse que se movían porque el saliente de hielo de veinte centímetros de grosor parecía acercarse. Los últimos rayos de luz del barco quemado comenzaban a dejar peque?as manchas rojas en el hielo, estiré el brazo y toqué el hielo. Me resbaló la mano y solo cogí nieve, después me hundí. Me golpeó una oleada de adrenalina y volví con un par de patadas a la superficie. Trent empezó a escupir y toser.
—Oh, Trent —dije, y se me llenó la boca de agua—. Me olvidé de que estabas ahí. Tú primero. Venga. Sube al hielo.
Utilicé el más que cuestionable apoyo de lo que parecía parte de la barra del casino y subí la mitad del cuerpo de Trent al río helado. Me empezaron a rodar lágrimas por la cara porque al fin podía usar los dos brazos para mantenerme a flote. Me quedé allí, inmóvil, un momento, con las manos insensibles en la nieve y la cabeza apoyada en el hielo. Estaba tan cansada. Trent no se iba a ahogar. Había hecho mi trabajo. Ya podía salvarme.
Estiré los brazos para intentar salir al hielo… y fracasé. Cayó un poco de nieve que hizo charcos en el aguanieve. Cambié de táctica e intenté subir una pierna. No se movió. No podía mover la pierna.
—Está bien —dije, no tan asustada como pensé que debería estar. El frío debía de haberlo dormido todo, hasta mis pensamientos vagaban en una nube. Se suponía que tenía que estar haciendo algo pero no recordaba qué. Parpadeé cuando vi a Trent con las piernas todavía en el agua.
—Ah, sí —susurré. Tenía que salir del agua. El cielo era negro y la noche estaba en silencio salvo por el zumbido que tenía en los oídos y el leve sonido de unas sirenas. La luz de los fuegos era nimia y cada vez se amortiguaba más. No podía mover los dedos y tuve que usar los brazos como si fueran palos para acercar un trozo de barco. Me concentré para no perder el hilo de mis pensamientos y me lo puse debajo para que me ayudara a flotar. Se me escapó un gemido cuando, con su ayuda, conseguí subir una pierna al hielo. Rodé con torpeza y me quede allí jadeando. El viento era como fuego en mi espalda y el hielo estaba calentito. Lo había conseguido.
—?Dónde está todo el mundo? —dije sin aliento, sentía la piel dura contra el hielo frío—. ?Dónde está Ivy? ?Dónde están los bomberos? ?Dónde tengo el teléfono? —Lancé una risita cuando recordé que estaba en el fondo del río, con mi bolso, y después recuperé la sobriedad al pensar en las personas inconscientes que se iban hundiendo en el agua helada con sus mejores galas para reunirse con él. Joder, sería capaz hasta de besar a Denon, mi antiguo y despreciable jefe de la SI si apareciese.
Cosa que me recordó algo.