Antes bruja que muerta

La boca de Ceri se crispó.

 

—Tiene alma. No puedes obligarla.

 

Yo colgaba entre las manos de Al, jadeando. Si me llevaba hasta una línea, daba igual si tenía alma o no.

 

—Sí, sí que puedo —dijo Al para dejar las cosas claras. Frunció el ce?o y de repente clavó los ojos en David. Yo había visto que nos rodeaba en un amplio círculo, intentaba dibujar un círculo físico con sus huellas para poder vincular a Al. El demonio entrecerró los ojos.

 

—Detrudo —dijo con un gesto.

 

Abogué un grito y me sacudí cuando una hebra de siempre jamás salió de mí y alimentó el hechizo de Al. Con la cabeza muy erguida, contuve el horrible sonido que iba a salir de mi garganta, que ya estaba en carne viva. Conseguí no decir nada mientras la energía salía disparada de mí, pero todos mis esfuerzos para no gritar fueron en vano cuando una oleada de siempre jamás surgió a toda velocidad de una línea para sustituir a la que había utilizado Al. Una vez más el fuego inmoló mi centro, se desbordó y me abrasó la piel para asentarse al fin en mis pensamientos. No podía pensar. En mí no había nada más que dolor. Me estaba quemando. Mis pensamientos, mi alma misma, estaban ardiendo.

 

Caí de rodillas, conmocionada, el dolor de la acera congelada pasó casi desapercibido y se me escapó un grito de angustia. Tenía los ojos abiertos y Ceri se encogió, de pie y descalza delante de nosotros, en la nieve. Un dolor compartido se reflejaba en sus ojos pero me aferré a ellos y encontré algo de paz en sus verdes profundidades. Ceri había sobrevivido a aquello y yo podía sobrevivir también. Iba a sobrevivir. Dios, ayúdame a encontrar una forma de sobrevivir.

 

Al se echó a reír cuando sintió mi resolución.

 

—Bien —me animó—. Agradezco el esfuerzo por quedarte callada. Ya lo conseguirás otro día. Tu dios no puede ayudarte, pero sigue llamándolo. Me gustaría conocerlo.

 

Respiré hondo con un estremecimiento. David era un ovillo tembloroso de pelo sedoso en la nieve, a cierta distancia de donde había estado. Yo estaba gritando cuando lo golpeó el hechizo y no vi cómo lo derribaba. El hombre lobo se levantó y Ceri se acercó a él, le cogió el morro con las dos manos y lo miró a los ojos. Parecía muy peque?a junto al lobo, la negrura absoluta de este tenía un aspecto peligroso y, de algún modo, natural al lado de la fragilidad de la figura femenina vestida de un blanco vaporoso.

 

—Dámelo —susurró Ceri mirándose sin miedo en los ojos del lobo; las orejas de David se pusieron de punta.

 

Ceri dejó la cara del lobo y se adelantó hasta que se colocó donde acababan las pisadas de David. Keasley se reunió con ella mientras terminaba de abrocharse el grueso abrigo de tela, pasó por mi derecha y se detuvo a su lado.

 

—Es tuyo —dijo. La cogió de la mano y la soltó. Después los dos dieron un paso atrás.

 

Quise llorar pero no me quedaban fuerzas. No podían ayudarme. Admiré la seguridad de Ceri, su porte orgulloso y apasionado, pero no servía. Lo mismo podría estar muerta ya.

 

—Demonio —dijo y su voz repicó por el aire sereno como una campana—, yo te vinculo.

 

Al se sacudió cuando una capa de siempre jamás azul y ahumada brotó sobre nosotros, y se le enrojeció la cara.

 

—?Es scortum obscenus impura! —gritó al soltarme. Me caí redonda, sabía que no me habría soltado si pudiera escapar—. ?Cómo te atreves a usar lo que te ense?é para vincularme!

 

Levante la cabeza con un jadeo, solo entonces comprendí por qué Ceri había tocado a David y después a Keasley. David había empezado el círculo, Ceri había hecho una segunda porción y Keasley había hecho la tercera, Los dos le habían dado permiso a Ceri para vincular sus pasos como si fueran uno solo. El círculo estaba completo, el demonio estaba atrapado. Y cuando lo vi acercarse al borde de la burbuja y a una victoriosa Ceri, pensé que no iba a necesitar mucho para decidir matarme de pura rabia.

 

—?Moecha putida! —gritó aporreando la fuerza que se interponía entre los dos—. ?Ceri, te volveré a arrancar el alma, te lo juro!

 

—Et de —dijo Ceri con la estrecha barbilla bien levantada y un brillo acerado en los ojos— acervus excerementum. Puedes saltar a una línea desde aquí. Déjanos ahora antes de que salga el sol para que todos podamos volver a la cama.

 

Algaliarept respiró hondo, despacio, y yo me estremecí ante la cólera contenida en aquel único movimiento.

 

—No —dijo—. Voy a ampliar los horizontes de Rachel y vosotros escucharéis sus gritos mientras aprende a aceptar en toda su capacidad lo que le exijo.

 

?Podía sacar más a través de mí? pensé y sentí que se me encogían los pulmones, por un momento perdí la capacidad de respirar. ?Había algo peor que eso?

 

La confianza de Ceri vaciló un instante.